La obesidad es uno de los mayores retos de salud pública del siglo XXI. Su prevalencia se ha triplicado en muchos países europeos en las últimas décadas, alcanzando los 650 millones de personas adultas con obesidad y 340 millones de niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad según la OMS.

Los tratamientos convencionales para perder peso, como fármacos, dietas, incluso la cirugía de reducción de estómago, no consiguen solucionar definitivamente el problema. Una nueva técnica empieza a dar interesantes resultados: nos permite actuar directamente sobre el cerebro, ‘estimularlo’ para que cambie de hábitos y mantener así a raya la obesidad.

Mediante la neuromodulación, y más concretamente mediante un tipo de estimulación cerebral no invasiva llamada estimulación transcraneal por corriente directa o tDCS, es posible modificar la actividad del cerebro induciendo una corriente eléctrica muy tenue mediante la colocación de electrodos en el cuero cabelludo. No duele, no es invasiva, no requiere anestesia ni cirugía, y no es cara.

En el Cognitive NeuroLab de la UOC estudiamos el efecto de la estimulación cerebral no invasiva en pacientes con diferentes patologías, entre ellas la obesidad.

Este es el procedimiento:

Cuando la persona llega a nuestro laboratorio para una sesión de tDCS, le colocamos entre dos y ocho electrodos en el cuero cabelludo. El número y la posición de los electrodos depende de la alteración o patología que queramos tratar.

Durante 20 minutos, la persona está sentada cómodamente mientras a través de los electrodos se induce una corriente eléctrica de muy baja intensidad, dirigida a un área de cerebro especialmente relacionada con la obesidad. Tras esos 20 minutos, retiramos los electrodos. Las sesiones se repiten a diario a lo largo de 5 o 10 días, dependiendo del tratamiento.

La actividad cerebral en la obesidad

Además de los cambios en el estilo de vida de las sociedades occidentales, y de variables genéticas, existen factores neurocognitivos específicos [demostrados] que activan y mantienen patrones de alimentación asociados al aumento de peso. Las personas con obesidad tienen un patrón neurocognitivo característico que puede contribuir al desarrollo y mantenimiento de hábitos alimentarios poco adecuados.

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Estudios de neuroimagen muestran alteraciones en el circuito cerebral de la recompensa, incluyendo la corteza prefrontal dorsolateral, dlPFC, y en las áreas cerebrales relacionadas con la saciedad. De manera específica, en las personas con obesidad se observa hiperactividad en las áreas cerebrales asociadas con la recompensa, la emoción, la memoria y el procesamiento sensoriomotor ante estímulos de comida (e.g. hiperactividad en amígdala, hipocampo, ínsula, estriado).

Además, se han encontrado alteraciones en las respuestas cerebrales relacionadas con la regulación de la ingesta y la respuesta de saciedad (respuesta inadecuada del hipotálamo) y una actividad reducida en la dlPFC, implicada en el autocontrol y la impulsividad. El hipotálamo es el área cerebral clave en el control de las funciones vegetativas homeostáticas, incluidas la sed y el hambre.

Estudios de neuroimagen muestran que mientras en personas sin problemas de sobrepeso la activación del hipotálamo disminuye durante la ingesta, generando sensación de saciedad, en las personas con obesidad la reducción de la actividad es más lenta en este área del cerebro. La actividad del hipotálamo se reduce más lentamente en personas con obesidad mientras están comiendo, por lo que tardan más en sentirse saciadas.

Algo parecido ocurre con el autocontrol. En pacientes con obesidad, la actividad cerebral en las áreas responsables del autocontrol y la impulsividad es reducida ante estímulos de comida (hipoactividad de la dlPFC izquierda y corteza cingulada anterior izquierda). Las personas con obesidad presentan algunas alteraciones cognitivas compartidas con otros trastornos de la alimentación y con adicciones a sustancias o al juego.

Es frecuente encontrar en personas obesas dificultades en la toma de decisiones y en la inhibición de respuestas, una alta impulsividad y una menor capacidad para retrasar la gratificación o recompensa, lo que les lleva a comer en exceso y, por lo tanto, a aumentar de peso. En los últimos años, la impulsividad y la falta de autocontrol que experimentan muchas personas con sobrepeso está recibiendo mucha atención en investigación.

La impulsividad se considerada uno de los predictores más fuertes del sobrepeso, puesto que el autocontrol es fundamental para ser capaz de seguir una dieta adecuada y un programa de actividad física constante.

La neuromodulación: un nuevo tratamiento para la obesidad

En la práctica clínica existen importantes limitaciones en los tratamientos farmacológicos, nutricionales y quirúrgicos que existen a día de hoy para la pérdida de peso.

Las limitaciones están relacionadas con la accesibilidad, el costo, la adherencia y la eficacia a largo plazo. Por eso es imprescindible buscar nuevas aproximaciones terapéuticas, con buena adherencia, que sean capaces de cambiar los hábitos alimentarios negativos para conseguir bajar de peso y mantenerlo a largo plazo.

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La obesidad tiene graves consecuencias médicas, los tratamientos convencionales no funcionan del todo y, además, tenemos evidencia científica de que en personas con obesidad hay alteraciones en la actividad cerebral. Con todo esto, las intervenciones basadas en la neuromodulación representan una excelente aproximación para el tratamiento de una condición tan compleja y multifactorial como la obesidad.

El objetivo de la neuromodulación es modificar los patrones neurocognitivos alterados en la obesidad, para establecer nuevos patrones y nuevos hábitos de alimentación saludables. La neuroestimulación es un tratamiento innovador y prometedor para la obesidad.

Cómo actúa la tDCS sobre el “cerebro obeso”

Mediante la tDCS es posible aumentar la actividad cerebral deficitaria que hay en la corteza prefrontal dorsolateral (dlPFC) en personas con obesidad.

Al aumentar la actividad en esta zona del cerebro, aumenta el autocontrol ante la comida y se reduce la ingesta impulsiva. Además, es posible modular la actividad del hipotálamo, estimulando zonas corticales, y del cerebelo, extensamente conectadas con él. Al actuar sobre estas áreas cerebrales, aumenta la sensación de saciedad y se reduce el apetito. A día de hoy, la investigación llevada a cabo con esta técnica en el estudio de la conducta alimentaria, y más específicamente en obesidad, es muy escasa, pero muestra resultados positivos.

Diversos estudios han mostrado que la intervención con tDCS puede reducir la ingesta, el deseo de comer y el apetito, y aumentar la sensación de saciedad. Además, con la tDCS se puede aumentar el autocontrol ante la presencia de comida y [reducir la ansiedad por comer]. Además, se obtienen mejores beneficios cuando se combina la aplicación de tDCS con actividad física.

El futuro de la neuromodulación en la aplicación clínica

La tDCS es una técnica segura e indolora para la cual el paciente no necesita ninguna preparación. Los posibles efectos secundarios son prácticamente inexistentes, limitándose a un posible enrojecimiento o quemazón en la zona sobre la que se han colocado los electrodos o leves dolores de cabeza, que desaparecen al poco tiempo o tomando algún analgésico.

Es una técnica de uso reciente, por lo que únicamente está establecida como tratamiento en algunas patologías, como la depresión o el dolor crónico. Por lo tanto, es técnica pionera en todos los sentidos, más si cabe en trastornos de la alimentación, puesto que la investigación en este campo es muy escasa a nivel mundial.

Por: Elena Muñoz Marrón

Profesora titular. Facultad de Ciencias de la Salud. Área de Neuropsicología. Directora del Cognitive NeuroLab, UOC - Universitat Oberta de Catalunya

Publicada originalmente en The Conversation