Ya llegó el verano en la parte norte del planeta y esto no solo influye a los países de dicho hemisferio, todo el globo terráqueo entra en una especia de histeria colectiva vacacional que no solo influye en los recesos escolares y laborales, también en la alimentación, pues ya no es momento de tomar chocolates y sopas calientes, ahora las bebidas y alimentos refrescantes marcan la parada.
Uno de ellos, siendo el rey del verano en el mundo de las frutas, es la sandía (llamada patilla en algunas zonas del país). Esta fruta de cáscara fuerte y compacta y una pulpa roja y muy suave está compuesta en un 93 % por agua, porcentaje que le otorga la corona de ser la fruta más refrescante en toda la comarca. Además, el otro porcentaje contiene nutrientes esenciales como la vitamina C y la vitamina A, que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y promover la salud de la piel.
Además, su valor calórico es muy bajo, pues apenas contiene 20 calorías por cada 100 gramos, haciéndola una de las más aptas para incluir en una dieta saludable, porque adicionalmente su sabor es dulce y es versátil para combinar con otras frutas o incluso con algunos vegetales verdes o amarillos, sin dejar a un lado que se puede incluir en infinidad de batidos con otros alimentos como fresas, naranjas, mandarinas, piñas, bananos y toda clase de plantas aromáticas.
Pero hay un componente que también se convierte en protagonista en la sandía y es el licopeno, “un poderoso antioxidante que se ha asociado con la reducción del riesgo de enfermedades del corazón y otras dolencias”, tal como lo dice el portal de El Periódico de España. Por otro lado, la patilla es una fuente natural de citrulina, un aminoácido que se ha relacionado con la mejora de la circulación sanguínea y la reducción de la presión arterial.
Todas estas bondades ya se están aprovechando y más durante estos meses de mitad de año, sin embargo, hay una parte de esta fruta que siempre se ha desechado y también tiene un montón de elementos que le funcionan de maravilla al cuerpo: la cáscara, la que se considera tiene “lo mejor” de esta fruta veraniega.
“La cáscara de la sandía contiene una cantidad significativa de nutrientes, incluyendo fibra, vitamina C, vitamina A y compuestos antioxidantes. Estos nutrientes son beneficiosos para la salud y pueden ayudar en la digestión y también el sistema inmunológico”, añade el portal, reconociendo que este elemento de la sandía tiene un sabor difícil de tolerar por ser muy ácido y denso, pero hay varias formas de consumirla sin padecer este calvario.
La infusión es la forma más sencilla de poder obtener los nutrientes de la cáscara de sandía sin siquiera tener que morderla. Introduciendo algunos trozos en agua hirviendo y dejando que suelte toda su sustancia es una buena forma de aprovechar el adicional de esta fruta que siempre se desecha. Por otro lado, se pueden añadir cubos pequeños de cáscara en batidos licuados, que triturarán dicho elemento para que sea amigable consumir, además, su sabor se va a mezclar con el de los otros ingredientes que se haya utilizado.
Otra de las formas para aprovechar la cáscara de patilla es en escabeche, método de conservación de alimentos en vinagre, siendo el vinagre de manzana el más amigable y compatible con el sabor de la sandía. Además, los trozos de la corteza de esta fruta también se pueden cocinar salteados, en cubos pequeños crudos para ensaladas o incluso se puede hacer encurtidos.
Lo verdaderamente importante a la hora de intentar consumir la cáscara de sandía es que esté bien lavada y no le queden rastros de suciedad o pesticidas que en algún momento hayan podido estar en contacto con dicha corteza.