La retención de líquidos es un aumento en el volumen del líquido intersticial, es decir, una acumulación excesiva de líquidos en los tejidos, de acuerdo con el blog de la Fundación Española del Corazón.
La retención podría ser considerada por muchos especialistas como una enfermedad originada, en la mayoría de los casos, por diferentes problemáticas del organismo que pueden estar relacionadas con problemas circulatorios, insuficiencia cardíaca y enfermedades de los riñones o hepáticas.
Si no está directamente relacionada con una afección puede, por ejemplo, ocurrir sencillamente porque en lugares con temperaturas altas las venas tienden a dilatarse.
En algunas ocasiones, las personas pueden tener la sensación de piernas cansadas, pesadez y hormigueo, otros presentan aumento del perímetro abdominal y aumento de peso inexplicable. Estos son algunos de los síntomas que se relacionan con la retención de líquidos. Por lo general, es común que se presente en las personas adultas y, en especial, en las mujeres.
Según la Clínica Universidad de Navarra, algunos de los síntomas que se registran es que la acumulación de líquido es más evidente en las regiones del cuerpo donde abunda el tejido laxo, como son los tobillos, los párpados y la zona sacra.
De igual forma, la piel sobre el área hinchada puede estar estirada o brillante. Si se presiona con el dedo deja una huella o fóvea que desaparece lentamente.
Existen algunos consejos que pueden ayudar a tratar la afección, por lo que el portal especializado Infosalus mencionó ocho de ellos:
1. Realizar actividad física aeróbica: además de favorecer la eliminación de líquidos, combate el estreñimiento. Se aconseja practicar este tipo de actividades entre tres y cuatro veces a la semana durante 60 minutos.
2. Recurrir a las proteínas de origen animal: según Rubén Bravo, del Instituto Médico Europeo de la Obesidad, citado por Infosalus, se recomienda que la ingesta de carne roja sea dos veces a la semana y completar el resto de las comidas con pescado o mariscos.
3. Cenar o desayunar alimentos ricos en pre y probióticos: estos se encuentran en el yogur o el kéfir. Las bacterias de estos productos traen grandes beneficios para el sistema intestinal y el sistema inmunitario.
4. No perder más de un kilogramo por semana: según expertos, una dieta equilibrada puede ser mejor a largo plazo para el organismo que una “dieta milagro”. En esta alimentación se recomienda incluir proteínas, pues “están compuestas de aminoácidos que trabajan en diferentes funciones sobre la buena salud muscular y de los tejidos”.
5. Beber dos litros de agua al día: el consumo frecuente de agua renovará con más rapidez la reserva de líquido corporal.
6. Reducir el consumo de grasas saturadas: este tipo de comidas favorecen la inflamación, por lo que lo mejor es consumir alimentos ricos en omega-3, como el pescado azul, los frutos secos y el aguacate.
7. Tomar té verde en el desayuno: remplazar este líquido por el café que se consume en la mañana puede ser de gran ayuda para la función renal del cuerpo. Además, la teína de esta bebida aporta antioxidantes al cuerpo.
8. Obtener hidratos de carbono: este tipo de nutriente se puede ingerir consumiendo frutas, verduras y cereales integrales. También se deben evitar las harinas refinadas y los alimentos procesados.
Cabe resaltar que, antes de acudir a alguna dieta, se debe consultar con un especialista para no agravar enfermedades preexistentes.