Durante los viajes de vacaciones o en medio de las altas temperaturas, las personas acuden a hoteles, parques o casas de descanso donde un elemento fundamental es la piscina; por lo general, disponer de una zona para refrescarse es crucial a la hora de determinar un destino o un lugar donde se planea pasar un tiempo de relajación.
Pese a esto, hay que contemplar que al ser sitios públicos y al compartir con personas desconocidas en un mismo lugar, hay un riesgo elevado de contraer infecciones que pueden afectar tanto el sistema digestivo, como la piel o las vías respiratorias.
Aunque hay diferentes protocolos para que las piscinas se mantengan bajo estrictas medidas de higiene, no todo aquel que entra allí lo hace cumpliendo las normas de aseo, por lo que se pone en riesgo la salud de las demás personas que hacen uso de ellas.
Según el portal TheConversation, en las piscinas se pueden encontrar organismos altamente peligrosos como los “pseudomonas, protozoos, estafilococos, estreptococos fecales, coliformes fecales como la famosa Escherichia coli, coliformes totales, norovirus o incluso legionela, que suele aparecer en piscinas climatizadas o spas”.
Dicho portal también recogió cifras sobre el número de personas que se enfermaron, entre 2015 y 2019, por someterse a baños en piscinas donde el agua no fue cuidada adecuadamente y en las que proliferaron este tipo de microorganismos; según la publicación, 3.600 personas presentaron síntomas, 286 tuvieron que ser hospitalizadas y 13 perdieron la vida.
Cabe señalar que, aunque todas las personas son susceptibles a estas bacterias, los niños, las mujeres embarazadas y las personas inmunocomprometidas tiene un mayor nivel de riesgo.
Heces en las piscinas
Aunque parezca lógico, muchas veces las personas omiten ciertos aspectos de cuidado a la hora de ir a una piscina; por ejemplo, quienes estén enfermos de diarrea no deben ingresar a una de ellas, pues pueden contaminar el agua con Escherichia coli, bacteria que indica presencia de materia fecal y que debe obligar a cerrarla de forma inmediata.
Según un estudio realizado en Estados Unidos durante la temporada de verano, el 58 % de las muestras tomadas a los filtros de las piscinas dieron positivos para estas bacterias.
Oído de nadador
Se trata de la presencia de la bacteria Pseudomonas aeruginosa, la cual puede causar dos enfermedades que en el mundo se conocen como foliculitis y oído de nadador. En el primer caso, el cuerpo presenta ronchas y picazón constante junto a los folículos pilosos; cuando esto se agrava, aparecen ronchas bastante molestas.
En cuando al mal de oído, los síntomas son dolor bastante molesto en el oído, acompañado de piquiña y presencia de materia.
Así mismo, esta bacteria también es señalada como la culpable de infecciones oculares, directamente en la córnea, las vías urinarias y el sistema respiratorio. Los síntomas suelen ser dolores de cabeza y en los músculos, ardor en los ojos y fiebre.
Problemas digestivos
El agua contaminada con Giardia duodenalis y Cryptosporidium puede provocar importantes enfermedades intestinales como la diarrea y cólicos. Estas dos bacterias son muy comunes en las piscinas, una de las razones de peso por las que no se debe tomar agua de estos espacios, los cuales son desinfectados con cloro, elemento esencial para el cuidado de las piscinas y el cual se encarga de destruir las bacterias presentes en ella.
Teniendo en cuenta esto, es necesario que se apliquen y cumplan todos los protocolos sanitarios a la hora de ir a piscina, más si estas están ubicadas en sitios públicos donde se comparte con personas desconocidas, de quienes no se sabe si están enfermas o si cumplen con las normas de aseo necesarias para entrar al agua.