El sistema inmunológico es una compleja red de células, tejidos y órganos. Juntos ayudan al cuerpo a combatir infecciones y otras enfermedades, de acuerdo con Medline Plus, web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
El sistema inmunitario tiene muchas partes diferentes, incluyendo:
- La piel: Puede ayudar a evitar que los gérmenes ingresen al cuerpo.
- Membranas mucosas: Son los revestimientos internos húmedos de algunos órganos y cavidades corporales. Producen mucosidad y otras sustancias que pueden atrapar y combatir los gérmenes.
- Órganos y tejidos del sistema linfático: Incluyen el timo, el bazo, las amígdalas, los ganglios linfáticos, los vasos linfáticos y la médula ósea. Producen, almacenan y transportan glóbulos blancos.
Por tal razón, hay que cuidar el sistema inmunológico. El Dr. Marco Almerí, experto en Salud Pública, le dijo al medio de comunicación peruano Canal N que “las gaseosas, los embutidos y la comida chatarra no potencian el sistema inmunológico. Lo que sí lo potencia son las proteínas, carne, huevo, leche, frutas y verduras”.
Asimismo, la nutricionista de Sisol Salud de la Municipalidad Metropolitana de Lima, Tanya Rocca, le dijo a la cadena de televisión “América Televisión” que los alimentos que dañan el sistema inmunológico son: pan blanco, harina refinada, arroz blanco, azúcar en exceso, consumo de café y té, ya que estos alimentos generan la pérdida de nutrientes como el zinc y la vitamina B1. Además, algunos inhiben la absorción de hierro.
Por ende, para cuidar el sistema inmunológico hay que llevar una alimentación sanada y balanceada, además, porque llevar una dieta sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como diferentes enfermedades no transmisibles y trastornos.
Por consiguiente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicó que una dieta sana incluye lo siguiente:
- Al menos, 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día, excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos.
- Menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2,000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5 % de la ingesta calórica total. Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.
- Menos del 30 % de la ingesta calórica diaria procedente de grasas. Las grasas no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables), y grasas trans de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes tales como vacas, ovejas, cabras y camellos). La OMS sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10 % de la ingesta total de calorías, y la de grasas trans a menos del 1 %. En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar.