Incluir frutas y verduras dentro de una alimentación balanceada y equilibrada es clave para garantizarle al organismo condiciones saludables. La ingesta de este tipo de alimentos ayuda a prevenir diversas enfermedades como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes y la obesidad, por lo que su ingesta debe ser una prioridad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir por lo menos 400 gramos diarios para obtener sus beneficios de salud y nutricionales.
Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indican que la ingesta insuficiente de frutas y verduras es la causa de alrededor del 14 % de muertes por cáncer gastrointestinal en todo el mundo, del 11 % de los decesos por cardiopatías isquémicas y del 9 % de los fallecimientos que se registran por accidentes cerebrovasculares.
De acuerdo con los expertos, lo ideal es incluir al menos cinco porciones de frutas y verduras al día, pues es la mejor forma de aprovechar su aporte de minerales, vitaminas, fibra y otros componentes que cumplen con funciones clave para el buen funcionamiento del organismo.
Una de las características que tienen las frutas y las verduras es su color, el cual es otorgado por los fitoquímicos que están en la planta y ofrecen una potente acción antioxidante que ayuda en la prevención de enfermedades como algunos tipos de cáncer, padecimientos degenerativos o cardiovasculares, según información del portal Mejor con Salud, escrita por la nutricionista Ana Vilarrasa.
Los fitoquímicos que dan color a los alimentos se encuentran en tres grandes grupos: los carotenoides, la clorofila y las antocianinas. De acuerdo con la citada fuente, los carotenoides son unos pigmentos importantes para la salud, pero el cuerpo no los puede sintetizar por sí mismo, por lo que requiere ingerirlos de los alimentos. Estos se encuentran en vegetales de color naranja, amarillo y rojo. Los carotenoides son antioxidantes, que protegen la piel y contribuyen a una buena salud ocular.
Si bien resultan muy favorables para la salud, cuando estos alimentos se consumen en exceso pueden generar color amarillo o naranja en la piel que se llama carotinemia. Sin embargo, la nutricionista Ana Vilarrasa explica que es importante distinguir esta afección de la ictericia, pues mientras en esta última la piel suele ser de color amarillo, al igual que el blanco de los ojos, en la carotinemia no hay cambios en el tono de estos órganos.
Información del portal Salud y Familia, de España, explica que el cuerpo expulsa los carotenos por el sudor, la grasa, la orina y los fluidos intestinales, pero si se ingieren muchos carotenos, estos se pueden depositar en la piel, dando el tono amarillo-naranja. Dentro de los alimentos que pueden generarlo están, entre otros, la zanahoria, mango, papaya, pimientos, tomates, melocotón, albaricoques y fresas.
La clínica de medicina estética Imat, de España, indica que la piel también se puede poner amarilla por el consumo de frutas con exceso de lipoceno, un componente que es el que le da el color rojo a los tomates, pero que también lo contienen las zanahorias rojas, el pimiento rojo y la sandía.
De igual forma, el exceso de grasas puede generar una afección denominada hiperlipidemia, que ocasiona la formación de placas amarillentas en el ángulo interior del párpado superior, conocidas como xantelasmas.
De acuerdo con los expertos, es importante tener claro que este color amarillo no debe ser causa de preocupación y lo que deben hacer las personas para evitarlo es moderar el consumo de este tipo de alimentos para que sus componentes no generen cambios en el color de la piel; pero nunca excluirlos de la dieta.