Muchas son las tendencias en torno al placer y la sexualidad que se han creado en los últimos años; unas saludables y otras no tanto. Es el caso del ‘peegasm’, una práctica creada por los adolescentes que consiste en sostener o aguantar las ganas de orinar por más tiempo de lo debido, con el fin de, en el momento de liberal la presión ejercida en la vejiga, sentir un placer asociado al orgasmo.
Esta tendencia recibe su nombre al combinar la palabra pee, que en inglés es orina, con orgasm, que en el mismo idioma significa orgasmo.
Practicar esto puede generar, más allá del supuesto placer de quienes lo realizan, daños y quebrantos de salud de diferentes maneras. Los principales órganos afectados son la vejiga y los riñones.
La vejiga tiene la capacidad de almacenar unos 0,6 litros de orina, aunque cuando se dilata puede conservar más líquido dentro de sí. Esta situación se presenta normalmente cuando las personas duermen o, en casos específicos, con aquellos que retienen líquidos, allí puede llegar a contener incluso 2 litros.
Por esta razón es que la vejiga, mientras una persona está en estado de sueño, alcanza a estimular los nervios del suelo pélvicos, por ende es posible que esta persona pueda llegar a tener sueños eróticos y así, poder alcanzar un orgasmo mientras duerme. Esto no quiere decir que siempre que la vejiga esté llena este caso se presente.
No obstante, no se recomienda aguantar las ganas de orinar, ya sea despierto o dormido, ya que suele generar más problemas en la salud que beneficios.
Con esta práctica para buscar placer lo que genera a largo y mediano plazo es que la vejiga se ensanche y así deje de funcionar como debería hacerlo normalmente y, en este sentido, no tener la capacidad de controlar este órgano como antes.
Esta tendencia también puede generar cálculos renales y con esto, un gran dolor al momento de intentar expulsar estas piedritas por el conducto urinario. Teniendo en cuenta lo anterior, y siendo esto mucho más grave aún, se puede dar o causar reflujo vesicoureteral, el cual hace que la orina, en vez de ser expulsada cambie su curso y se dirija a los riñones, generando daño y dolor en estos a causa de esta anomalía.
Son más los daños y es que, sin buscar placer, aguantar las ganas de orinar genera cistitis, que en pocas palabras es esa sensación de tener la necesidad de ir al baño seguido y tras orinar y sentir que se deja vacía la vejiga, pues esta aún sigue sin vaciarse, lo cual hace que la persona vuelva al baño en seguidas y repetidas ocasiones hasta evacuar la orina por completo.
¿Ir al baño o seguir durmiendo?
Muchos sufren en la noche porque sienten ganas de orinar en la noche. A este se le conoce como Nicturia y es frecuente. Se calcula que uno de cada tres adultos mayores de 60 años la padece, aunque puede ocurrir a cualquier edad. No es una enfermedad, pero hay que prestarle atención ya que puede ser un síntoma de algún trastorno grave.
A todos les pasa sobre todo cuando toman mucho líquido de noche. Pero este comportamiento deja de ser normal cuando la situación se repite más de dos veces y durante varios días de la semana.
Cuando esto ocurre, se debe consultar a médico, quien evaluará las causas de esta condición y si es necesaria la remisión con un especialista. “Si una persona se levanta hasta cinco veces en la noche, ya se considera un caso severo que debe ser tratado”, explica el médico José Beltrán. “Esta es una de las causas más comunes de trastornos del sueño graves que pueden ocasionar cansancio permanente, fatiga en el día y depresión”, agrega.
La nicturia se puede presentar por varias razones, que pueden ser diferentes entre hombres y mujeres. Por ejemplo, en ellas se puede dar como consecuencia de la menopausia, alteraciones hormonales, el parto o el prolapso de los órganos pélvicos. En los hombres, una de las causas principales es el agrandamiento de la glándula prostática (HSB), y en personas más jóvenes, tener una vejiga hiperactiva que hace que incluso haya un goteo antes de vaciar.
Las micciones nocturnas también suelen ser síntoma de quienes padecen diabetes, insuficiencia cardíaca o renal, enfermedades vasculares, trastornos del sueño y hasta cáncer de vejiga