Cada día se presentan en Colombia al menos diez intoxicaciones relacionadas con medicamentos. La preocupante cifra se desprende de un informe del Instituto Nacional de Salud, en el Sistema de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila), según el cual, con corte a 2022, se registraron en el país 19.422 casos de intoxicaciones no intencionales por sustancias químicas. De estas, 3.732 (19,2 por ciento) corresponde a medicamentos.

Medicamentos (imagen de referencia) | Foto: Getty Images

En la última década, la cifra de intoxicados llegó a los 100.000 y la de muertes a 29. Es una suerte de amenaza silenciosa para la salud pública, pues se trata de fármacos que se guardan por semanas, meses o hasta años en botiquines o cajones de baños con la esperanza de que se puedan necesitar. Pero, finalmente, terminan en la basura, pues se vencieron sin que miles de personas sepan sobre el riesgo y daño que pueden causar. Así lo considera Jorge Trujillo, director ejecutivo de Punto Azul, un colectivo que impulsa en el país un programa de Gestión de Devolución de Productos Posconsumo de Fármacos Vencidos.

De la mano de Punto Azul, el país cuenta con 2.200 puntos de recolección, ubicados en más de 1.000 municipios colombianos, que permiten disponer los residuos de fármacos de forma adecuada y, de paso, evitar la contaminación, adulteración y falsificación de los fármacos.

De acuerdo con Trujillo, aún existe una falta de conciencia sobre los medicamentos vencidos y su posconsumo. “Cuando alguien no es consciente de los impactos que tiene desechar de forma incorrecta un medicamento vencido, le da lo mismo desecharlo en el inodoro, el lavamanos o la caneca de la basura, cuando en realidad esa mala disposición puede generar un gran impacto en el medioambiente y la salud”, dice.

Y pese a que el país tiene varios aspectos por mejorar en esta materia, en los últimos 13 años ha sido posible recoger en Colombia unas tres toneladas de medicamentos vencidos. ¿Qué pasaría de no haberse logrado esa cifra? Que esos medicamentos mal desechados podrían terminar en manos de agrupaciones ilegales que los alteran y falsifican, con lo que se habrían afectado unos nueve millones de pacientes de diversas enfermedades, asegura el líder de Punto Azul.

De la mano de Punto Azul, el país cuenta con 2.200 puntos de recolección, ubicados en más de 1.000 municipios. | Foto: El País

Es que, entre los muchos peligros del consumo de medicamentos vencidos, está la resistencia antimicrobiana.

Colombia cuenta desde 2005 con la Política Ambiental para la Gestión Integral de Residuos o Desechos Peligrosos, cuyo objetivo principal apunta a los Respel (Residuos Peligrosos).

En sentido, Rafael Suárez, profesor de políticas ambientales de la Universidad Santiago de Cali, asegura que, además de la salud humana, los medicamentos que se desechan de manera inadecuada propician que lleguen a los ecosistemas principios activos (PA) de los medicamentos, que pueden causar daños en los suelos, subsuelos y fuentes de agua.

Y cita un documento elaborado por el Grupo de Sustancias Químicas y Residuos Peligrosos del Ministerio de Ambiente que indica que, pese a que los PA se encuentran en porcentajes bajos, pueden generar efectos devastadores como la feminización de algunas especies de peces, la muerte de buitres por diclofenaco y de escarabajos por ivermectina.

Consciente del problema, la industria farmacéutica quiso unirse a las soluciones. En 2009 se creó un programa del que forman parte laboratorios, importadores y productores de medicamentos. Se llama Planes de Gestión de Devolución de Productos Posconsumo. “Un programa que en el papel está bien, pero que es necesario afinar en su implementación para que los números por intoxicaciones no sigan creciendo”, apunta Suárez.