El hecho de olvidarse de las cosas, más allá de cuán importantes sean o no, es un proceso que se puede hacer más notorio en algunas personas que en otras, y no necesariamente aparece siempre en la vejez. De hecho, algunas señales de ‘alarma’ pueden empezar tiempo atrás sin que se les preste la atención debida.

Cuándo se están desarrollando señales propensas a padecer; por ejemplo, Alzheimer u otro tipo de demencia, es un interrogante al que progresivamente va llegando la respuesta con la intensidad y constancia de esos ‘lapsus’ de memoria. Cómo hacer para evitar olvidar cosas ‘elementales’ no tiene un truco o solución universal; no obstante, especialistas han recogido algunas recomendaciones.

El Alzheimer generalmente puede afectar desde los 60 años. | Foto: Getty Images / Yoshiyoshi Hirokawa

En el estudio Why we forget and how to remember better: The science behind memory (Por qué olvidamos y cómo recordar mejor: la ciencia detrás de la memoria), los neurólogos Elizabeth Kensinger y Andrew Budson encontraron una clave para ayudar a procesar y almacenar de forma más óptima las cosas ‘importantes’. Se trata de una técnica compuesta en cuatro fases.

La estrategia de los cuatro pasos

En primer lugar, está el intentar focalizar la atención, es decir, intentar tener un mayor detenimiento sobre la primera información que está recibiendo el cerebro (los detalles, aunque no de forma excesivamente meticulosa). Es aquí cuando radica la necesidad de aprender a escuchar; ese ejercicio activo incluye interrumpir al interlocutor solo cuando se considere oportuno (dirigir la energía a lo que el otro está diciendo).

La segunda etapa es la organización de los datos, lo que equivale a procesar la información que se recibió y situarla en un contexto en el cual se dé prioridad al contenido que podría resultar útil en el futuro y pase a un segundo plano, lo que genere ‘ruido’.

La alimentación es la principal fuente de nutrientes de las personas y está en línea con la memoria. | Foto: Getty Images

La tercera fase es la comprensión; en esta los especialistas sugieren analizar la información más allá del simple hecho de creer haber entendido algo y fijan como ejemplo la presentación de un examen: si un estudiante memoriza lo que posiblemente le preguntarán, terminará haciendo una operación mecanizada o ‘robotizada’ en la que se corre el riesgo de que un cambio (por pequeño que sea) desmorone lo que se creyó haber entendido.

Finalmente, se debe relacionar el contenido; por ejemplo, si se ha olvidado el nombre de una persona o institución, podría significar una mejor alternativa asociar ese individuo o centro con otro momento del pasado, en el que también estuvo presente, en lugar de intentar adivinar.

Kensinger aclara que el hecho de olvidar ciertas cosas no es sinónimo de una falla, porque esa operación de “podar” es vital para que el cerebro relacione lo que le servirá más adelante y le ayude a solucionar ‘tropiezos’ conforme a ese base de datos que ha ido construyendo.

La importancia de dormir bien

En línea con una mejor optimización de la memoria está la calidad del sueño y en lo que la neuróloga Kensinger hace hincapié porque “ayuda a que la información pase de ser brevemente accesible a almacenarse a largo plazo, y guía la transición de algo que recordamos de un evento específico”, señaló la experta, en un artículo recogido por The Harvard Gazette.

El sueño resulta clave en la optimización de los recuerdos. | Foto: Getty Images

Para el neurólogo, Andrew Budson, el sueño no se limita al lapso de descansar, sino que es el periodo en el que se consolidan los recuerdos y pueden estos, recuperarse así, en el futuro. “Ahora, además de dormir, sabemos que para mantener nuestro cerebro saludable, y para una buena salud en general, necesitamos comer bien”, explicó Budson en el portal mencionado.

Por su parte, otra recomendación de Kensinger es medirse cuando, por ejemplo, se está preparando un examen. Según ella, algunas veces se puede seguir ‘de largo’ estudiando para recopilar la mayor información, dejando atrás el tiempo para dormir. “Si te das cuenta de que no entiendes algo mientras pasas la noche en vela, frecuentemente no hay suficiente tiempo para desarrollar esa comprensión”, explica.