Las dietas milagrosas existen pero no sirven para bajar de peso. Mientras que muchos creen que para lograr perder algunos kilos se necesita dejar de comer o restringir la alimentación realizando ayunos y otro sinnúmero de alternativas que se masifican con el voz a voz, la clave sí está en la alimentación pero en una que sea saludable y, sobre todo, balanceada.

Durante muchos años la obesidad y el sobrepeso han sido relacionados únicamente con la estética, mientras que a quienes buscan bajar de peso los tildan de vanidosos. Pese a que sí tiene que ver con la apariencia física de las personas, estas condiciones no solo llegan hasta ahí, la obesidad es una enfermedad compleja que consiste en tener una cantidad excesiva de grasa corporal, la cual puede acarrear otra serie de complicaciones para la salud.

Es un problema médico que aumenta el riesgo de padecer enfermedades tales como la diabetes, la presión arterial alta, la enfermedad cardiaca y algunos tipos de cáncer. Suele ser causada por un número de razones que pueden estar relacionadas entre sí como puede que no, como la alimentación, el sedentarismo o factores hereditarios.

Mayo Clinic explica que bajar unos cuantos kilos, hacer cambios en la dieta o tener un mayor nivel de actividad física pueden ayudar a mejorar e incluso prevenir los problemas de salud que se relacionan con la obesidad.

De acuerdo con la entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, la obesidad se diagnostica cuando el índice de masa corporal (IMC) es igual o mayor que 30. Para poder determinar el índice de masa corporal, la persona debe dividir su peso en kilogramos por su altura en metros cuadrados y multiplicarlo por 703.

Añade que para la mayoría de las personas, el IMC brinda un cálculo aproximado de la grasa corporal. Sin embargo, “el IMC no mide directamente la grasa corporal, por lo que algunas personas, como los atletas musculosos, pueden tener un IMC en la categoría de obesidad aunque no tengan exceso de grasa corporal”, asegura la entidad.

La ingesta de frutas y verduras, carnes magras, granos integrales, fríjoles y frutos secos ayuda a bajar de peso. Además de este importante beneficio, el consumo de frutas y verduras también ayuda a prevenir el desarrollo de ciertas enfermedades y proveen al organismo de vitaminas y minerales esenciales, entre otras sustancias necesarias para el correcto funcionamiento del organismo.

La División de Nutrición, Actividad Física, y Obesidad del Centro Nacional para la Prevención de Enfermedades Crónicas y Promoción de la Salud de Estados Unidos deja en claro que “para bajar de peso, se debe consumir menos calorías”, y que esto no significa que se deban comer menos alimentos, sino crear nuevas versiones de los platos preferidos por el comensal, que contengan menos calorías que de costumbre.

Lograrlo es muy sencillo. La entidad señala que se pueden sustituir los ingredientes con alto contenido calórico por frutas y verduras con pocas calorías. “El agua y la fibra de las frutas y verduras les añade volumen a sus platos, así que usted puede comer la misma cantidad de alimentos pero con menor cantidad de calorías. La mayoría de las frutas y verduras son, por naturaleza, bajas en calorías y en grasas y dar la sensación de estar lleno”, indica.

Una hierba muy común en la cocina es el perejil, a menudo es utilizado en la preparación de ensaladas o guarniciones. Sin embargo, es una hierba mediterránea que puede ser mejor aprovechada gracias a sus múltiples propiedades para la salud. Es una fuente de antioxidantes y rico en vitaminas.

Al eliminar los radicales libres, los antioxidantes ayudan a reducir el riesgo de sufrir de obesidad, así como también a reducirla. En consecuencia, el consumo de perejil ayuda a la pérdida de peso, pues actúa como un diurético natural que desintoxica y, de paso, adelgaza.

¿Cómo consumirlo?

La revista sobre buenos hábitos y cuidados para la salud Mejor con Salud reseña una bebida que contiene perejil y la cataloga como una de las mejores bebidas para perder peso de forma natural. Para su preparación se necesitan: media manzana verde, media taza con agua (125 ml), una cucharada de perejil (10 g), un puñado de espinacas (50 g), media taza de pepino fresco (100 g) y cinco cucharadas de zumo de limón o naranja (50 ml).

Con todos los ingredientes debidamente lavados, se procede a pelar el pepino y la manzana, para luego cortar todos los ingredientes en pedacitos. Surtido este proceso, se vierten en una licuadora junto con la taza de agua y se licúan hasta que se logre una mezcla homogénea, la cual en caso de quedar muy espesa se puede diluir con un poco de agua. Se recomienda su consumo inmediato.