Al no hidratar la piel de manera adecuada se pueden resecar o agrietar los pies, otra causa es el uso de zapatos de tacón, zapatos apretados o incluso cuando la persona camina descalza, esto puede generar además otras molestias como comezón o ardor.
De igual forma, cuando la pisada es incorrecta o desequilibrada, puede provocar más presión en algunas partes del pie, provocando sequedad y durezas en zonas específicas.
¿Cómo quitar la resequedad en los pies?
Los siguientes tratamientos para los pies resecos y agrietados deben realizarse, por lo menos, dos veces por semana o todos los días. Estos son:
1. Remojar los pies en agua tibia e hidratar
El primer paso consiste en remojar los pies en agua caliente para que la piel se suavice y se abran los poros, permitiendo que la crema hidratante sea bien absorbida por todas las capas de la piel.
Para hacer esto se debe:
- Colocar un poco de agua tibia dentro de un balde hasta alcanzar una altura de 8 a 19 cm, o una altura que permita sumergir todo el pie en el agua;
- Agregar 1 a 2 cucharadas de crema hidratante, dependiendo de la cantidad de agua;
- Mezclar bien la crema en el agua, para que se disuelva completamente;
- Remojar los pies durante 5 a 10 minutos, para garantizar que la piel se quede suave y se absorba la crema.
Lo ideal, es que el remojo no se realice con agua muy caliente, ni sin la crema hidratante, ya que abrirá y dañará los poros, pudiendo dejar la piel más seca.
2. Secar los pies correctamente
Después de remojar los pies en agua tibia es muy importante secar bien la piel, para evitar el crecimiento de los hongos, especialmente entre los dedos del pie. Sin embargo, se debe evitar frotar la toalla en la piel, ya que esta acción deja la piel más irritada y contribuye a que empeore la resequedad.
Así que, lo ideal es secar la piel con ligeros movimientos de presión para retirar el exceso de agua, y luego dejar los pies al aire libre durante dos minutos, para que se sequen completamente.
3. Retirar el exceso de piel con una lima
Este paso es opcional, ya que solo debe realizarse cuando ya no hay grietas, pero la piel sigue siendo gruesa y reseca. En estos casos, después de secar el pie con la toalla, pero antes de dejarlos secar al aire libre, se debe utilizar una lija de pies, o una piedra pómez, por ejemplo, para hacer movimientos leves sobre el talón y retirar el exceso de piel muerta.
Esta técnica también se puede hacer en otras regiones más secas del pie, como el lateral del dedo gordo. Después, se puede remojar de nuevo el pie por agua tibia, o retirar la piel que salió, utilizando una toalla.
4. Colocar una crema hidratante
Cuando el pie ya está completamente seco, se debe colocar un poco de crema hidratante para cerrar los poros y acabar la hidratación de la piel. De hecho, esta crema, independientemente o no se realice el ritual, puede colocarse una vez por día después de bañarse o antes de dormir.
Cuanto más espesa sea la crema, mayor será el grado de hidratación, pero la elección puede ser hecha de acuerdo con las preferencias de cada persona.
Después de colocar la crema, se debe calzar una media para asegurarse de que no es removido por el calzado y que es completamente absorbido por la piel. La media ayuda a que el pie no se deslice, evitando posibles caídas. Una buena opción es hacer este remedio antes de dormir, para que se mantengan las medias durante algunas horas y sin la presión del zapato.