Desde que las vacunas aparecieron en el menú no se ha escuchado otra cosa: lo mejor es estar vacunado, pues, sin importar cuál escoge o le toca, lo máximo que tendrá una persona inmunizada será una “gripita”.
Este mensaje se repitió a comienzos del año a pesar de que cada una de las alternativas tiene variabilidad en su efectividad, según los resultados de estudios clínicos. Mientras las de Moderna y Pfizer presentaron una eficacia superior al 90 por ciento, las de AstraZeneca y Johnson & Johnson tuvieron 76 y 66 por ciento de eficacia, respectivamente.
A pesar de esa diferencia, algo en lo que coincidieron los expertos fue en que la vacuna no previene completamente el contagio del virus, aunque sí la enfermedad severa y la muerte. “Tanto la de Moderna,la de AstraZeneca como la de Pfizer, como cualquiera de las que tenemos información hasta ahora, la Sputnik V que desarrolló el Instituto Gamaleya, todas previenen la covid grave, que a la larga es lo que estamos buscando y a lo que le estamos apuntando”, dijo en su momento Leonardo Arregocés, director de medicamentos y tecnologías del Ministerio de Salud.
Pero a medida que avanza el proceso de inmunización en el mundo, muchos se han sorprendido porque ven contagiados que ya estaban vacunados y que experimentan formas más complicadas de la enfermedad.
El caso más sonado en el país fue el del ex alto comisionado para la paz Víctor G. Ricardo, quien recibió en enero el esquema completo de la vacuna de Pfizer. Pese a que siguió cuidándose como si no se hubiera vacunado y mantuvo las medidas de doble tapabocas, distanciamiento físico y lavado de manos, recientemente empezó a sentir tos y falta de aire.
“Al día siguiente me dio fiebre y hoy estoy con covid; me están poniendo más de 24 medicamentos y estoy conectado al oxígeno permanentemente porque la saturación estaba muy baja: entre 81 y 82 por ciento”, relató en un escrito el exfuncionario.
El suyo no es el único caso. José González, quien recibió la vacuna de Sinovac dos meses atrás, se infectó hace tres semanas. Al parecer, el virus llegó por medio de la empleada doméstica, quien además contagió a su hija y a su nieta, que también vivían en su casa. Él, un adulto mayor de 94 años que había salido invicto durante el primer año de pandemia, fue el único que no resistió la enfermedad. “Llamamos a la EPS, pero nos dijeron que no fuéramos al hospital porque igual iba a morir, pues ya estaba muy mal. Solo iban médicos para darle morfina hasta el día que falleció”, afirmó un familiar.
Algo parecido sucedió con otro adulto de 77 años que estaba sano, vacunado y seguía las recomendaciones de bioseguridad. “Solo jugaba golf y, ocasionalmente, salía a un restaurante. Se contagió sin bajar la guardia, pero no sabemos cómo”, aseguró uno de sus allegados.
La noticia de que tenía coronavirus no fue tan sorprendente como la de que enfermara severamente. A diferencia de su esposa, que también se contagió, él no mejoró, sino que fue empeorando progresivamente hasta que lo llevaron a la uci, donde los médicos tuvieron que intubarlo. “Desafortunadamente, su organismo no aguantó y murió”, dice.
Andrés Criollo, un profesional de 36 años, también tuvo la infección a pesar de haber recibido las dos dosis de Pfizer en marzo pasado. Cree que se contagió en un viaje que hizo al sur de Bolívar a comienzos del mes, en el cual fallaron todas sus medidas de bioseguridad.
“Pasé en un carro por más de 14 horas con un grupo de cuatro colegas que no conocía”, explica. Luego, pensando que estaban bien, regresaron en el carro, aunque esta vez sin tapabocas. Ya en su casa comenzó a sentir los síntomas: fiebre, estornudos, congestión nasal, desgano, falta de gusto y olfato, y diarrea. La inquietud no fue por contagiarse, sino porque las precauciones no fueron suficientes. “Fue una gripita, pero muy dura, que me puso a dormir tres días enteros. Hasta ahora estoy regresando del más allá”, asevera.
Aunque muchos se sorprenden por estos casos, para los expertos forman parte de lo esperado, ya que, como han mostrado los estudios clínicos, la inmunización no tiene una eficacia del ciento por ciento. “Ahora estamos viendo cómo se comportan las vacunas en grupos grandes de vacunados, y todavía se está evaluando hasta qué punto pueden protegernos y en qué momento empiezan a descender los niveles de anticuerpos”, señala el epidemiólogo Carlos Trillos.
En una investigación hecha en Israel, un país con un programa de inmunización exitoso, los científicos siguieron a 600.000 vacunados con el producto de Pfizer Biontech,a quienes compararon con un grupo similar no vacunado.
En esta observaron que la eficacia del 95 por ciento se mantenía en el equipo vacunado, como lo demostró el ensayo clínico controlado de fase 3. Aun así, en los resultados, que fueron publicados en la revista New England Journal of Medicine (NEJM), reportaron la muerte de nueve de los participantes que ya habían recibido las dos dosis. Aunque, de acuerdo con el epidemiólogo Jaime Ordóñez, en el grupo de no vacunados murieron muchos más: 32. Por lo tanto, “aunque es posible decir que un vacunado puede morir de covid, lo importante es saber que mueren más los no vacunados”, afirma.
Esto sucede porque una vez se infecta la persona, la vacuna falla y la persona tiene la misma probabilidad de complicarse y de fallecer que quien no se vacunó. Según Ordóñez, lo que sigue es la historia natural de la enfermedad, en la que la probabilidad de morir por covid fluctúa entre 1,7 y 2 por ciento.
No obstante, de acuerdo con Trillos, hay otras circunstancias que pueden hacer que los vacunados tengan covid-19 en maneras leves o graves. Una es que la persona ya hubiera estado infectada al momento de vacunarse y no lo supiera. “Se desarrolla la enfermedad, que puede agravarse sin que esto implique que la vacuna falló. Esto se ve sobre todo con la primera dosis”, dice Trillos.
Por esta razón, las autoridades sanitarias preguntan a quienes se van a vacunar si tienen síntomas o si han estado en riesgo de contagio.
Además, señala que el sistema inmune de todas las personas es diferente, y algunas pueden presentar una baja respuesta a las vacunas, lo que haría que no logren defenderlas del patógeno.
No se puede predecir si el organismo tendrá una respuesta inmune protectora, pero los expertos consideran que los más susceptibles a tener este tipo de fallas son aquellos con enfermedades que provocan baja de sus defensas o que toman medicamentos como inmunosupresores y corticoides. Por ejemplo, los pacientes con diabetes, cáncer o con VIH/sida.
El tercer asunto es la circulación viral, que en este momento es alta en el país. La semana pasada, el ministro de Salud señaló que había una positividad del 40 por ciento en las pruebas, y estas cifras crecen algunos días, en ciertas ciudades más que en otras.
La exposición a altas concentraciones de virus, afirma Trillos, es un factor crítico y facilita que se desarrolle la covid-19, que se puede manifestar con formas leves o graves. Esto dependerá de la carga o cantidad de virus que ingresa al organismo, de la agresividad del mismo –que responde al tipo de variante–, así como de la inmunidad de la persona.
Las vacunas sí sirven, pero los vacunados siguen en riesgo y, por lo tanto, deberían seguir protegiéndose. “Primero porque algunas vacunas tienen una tasa de fallo importante; segundo, porque el virus es muy contagioso, y tercero, porque en Colombia, en este momento, la velocidad de transmisión es muy alta”, concluye Ordóñez.