Un nuevo estudio sugiere que el metabolismo, es decir, el ritmo al que se queman las calorías, llega a su punto máximo mucho antes y comienza su inevitable declive más tarde de lo que se pensaba, según publican los investigadores en la revista ‘Science’.
Los científicos creían que el metabolismo iba acorde a ciertos cambios fisiológicos. La creencia más difundida era que llegaba a su pico a los 20 años y de ahí en adelante se volvía más lento. Por esta razón la gente empezaba a acumular peso a partir de esa edad. Pero según Herman Pontzer, coautor del estudio y profesor asociado de antropología evolutiva en la Universidad de Duke, en Estados Unidos, el calendario de nuestras ‘etapas metabólicas de la vida’ no parece coincidir con esos hitos típicos”.
El estudio de Pontzer, por el contrario, reveló varias sorpresas. La más importante de todas es revertir la noción de que la adolescencia y la veintena son las edades en las que el potencial de quemar calorías alcanza su punto máximo.
Los investigadores descubrieron que los bebés tenían las tasas metabólicas más altas de todas. En efecto, las necesidades energéticas se disparan durante los primeros 12 meses de vida, de modo que al cumplir el primer año, un niño quema calorías un 50% más rápido para su tamaño corporal que un adulto. Y esto no solo se debe a que los bebés están ocupados triplicando su peso al nacer. “Claro que están creciendo, pero incluso una vez que se controla eso, su gasto energético se dispara más de lo que cabría esperar para su tamaño y composición corporal”, señala Pontzer.
El metabolismo de los bebés, que consume muchos gases, puede explicar en parte por qué los niños que no comen lo suficiente durante este periodo de desarrollo tienen menos probabilidades de sobrevivir y convertirse en adultos sanos. “Algo ocurre en el interior de las células del bebé para hacerlas más activas, y aún no sabemos cuáles son esos procesos”, afirma Pontzer.
Después de este aumento inicial en la infancia, los datos muestran que el metabolismo se ralentiza alrededor de un 3% cada año hasta llegar a los 20 años, momento en el que se estabiliza en una nueva normalidad.
A pesar de que la adolescencia es una época de crecimiento acelerado, los investigadores no observaron ningún aumento de las necesidades calóricas diarias en la adolescencia después de tener en cuenta el tamaño del cuerpo. “Realmente pensábamos que la pubertad sería diferente y no lo es”, subraya Pontzer.
La mediana edad fue otra sorpresa. Se dice a menudo que a partir de los 30 todo es cuesta abajo en lo que respecta a su peso. Esto quiere decir que los individuos a esta edad son más propensos a engordar porque el metabolismo ya es más lento, entre otros factores. Pero según el estudio el cambio de metabolismo no sería ya uno de ellos del engrosamiento de las personas. De hecho, los investigadores descubrieron que el gasto energético durante las décadas de los 20, 30, 40 y 50 años es el más estable. Incluso durante el embarazo, las necesidades calóricas de la mujer no eran ni más ni menos de lo esperado, dado el aumento de volumen que se produce con el crecimiento del bebé.
Pontzer y un equipo internacional de científicos analizaron el promedio de calorías quemadas por más de 6.600 personas, desde una semana de edad hasta los 95 años, mientras realizaban su vida cotidiana en 29 países del mundo.
Anteriormente, la mayoría de los estudios a gran escala medían la cantidad de energía que el cuerpo utiliza para realizar funciones vitales básicas como respirar, digerir o bombear sangre, es decir, las calorías que se necesitan para seguir vivo. Pero eso supone sólo entre el 50% y el 70% de las calorías que quemamos cada día. No tiene en cuenta la energía que gastamos en todo lo demás: lavar los platos, sacar a pasear al perro, sudar en el gimnasio o incluso pensar o moverse.
Para obtener una cifra del gasto energético diario total, los investigadores se basaron en el método del “agua doblemente etiquetada”. Se trata de un análisis de orina que consiste en hacer que una persona beba agua en la que el hidrógeno y el oxígeno de las moléculas de agua han sido sustituidos por formas “pesadas” naturales, y luego medir la rapidez con la que se eliminan.
Los científicos han utilizado esta técnica, considerada el estándar de oro, para medir el gasto energético en seres humanos desde la década de 1980, pero los estudios han sido limitados en tamaño y alcance debido a sus costos. Por ello, varios laboratorios decidieron compartir sus datos y reunir sus mediciones en una única base de datos, para ver si podían descubrir verdades que no se habían revelado o que sólo se habían insinuado en trabajos anteriores.
La puesta en común y el análisis del gasto energético a lo largo de toda la vida generó estos asombrosos resultados.Los datos sugieren que el metabolismo no empieza a decaer realmente hasta después de los 60 años. La ralentización es gradual, sólo un 0,7% al año. Pero una persona de 90 años necesita un 26% menos de calorías al día que alguien de mediana edad.
¿Entonces cuál es la razón por la cual la gente engorda a medida que envejece? La pérdida de masa muscular a medida que envejecemos puede tener parte de culpa, dicen los investigadores, ya que el músculo quema más calorías que la grasa. Pero eso no da la respuesta completa. “Controlamos la masa muscular --apunta Pontzer- y se debe a que sus células se ralentizan”. Los patrones se mantuvieron incluso cuando se tuvieron en cuenta los diferentes niveles de actividad.
Durante mucho tiempo, ha sido difícil determinar qué es lo que impulsa los cambios en el gasto energético, porque el envejecimiento va acompañado de muchos otros cambios, recuerda Pontzer. Pero la investigación apoya la idea de que se trata de algo más que de cambios relacionados con la edad en el estilo de vida o la composición corporal.
“Todo esto apunta a la conclusión de que el trabajo que realizan las células cambia a lo largo de la vida de un modo que no habíamos apreciado del todo hasta ahora --afirma--. Realmente se necesita un gran conjunto de datos como éste para llegar a esas preguntas”.