A la enfermedad de Alzheimer se le reconoce por ser un trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad que tienen las personas de pensar y, con el tiempo, la habilidad de realizar tareas sencillas, precisa el Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos.
Esta afección es la causa más frecuente de demencia en las personas mayores. De acuerdo con los expertos, la demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo (pensar, recordar y razonar) y de las habilidades de comportamiento hasta tal punto que interfiere en las actividades diarias.
“La gravedad varía y va desde la etapa más leve, cuando apenas comienza a afectar el funcionamiento de la persona, hasta la más grave, cuando debe depender completamente de los demás para las actividades básicas de la vida diaria”, precisa la mencionada institución.
El deterioro cerebral afecta a las zonas donde se encuentran neuronas encargadas de las funciones cognitivas superiores como la atención y la concentración, la memoria de trabajo, el razonamiento, el lenguaje, la ejecución de la conducta, el manejo emocional y el control de los impulsos, precisa el portal Psicología Online.
Por eso, uno de los síntomas del mal de Alzheimer es la alteración del estado de ánimo, la labilidad emocional y el llanto incontrolable. Quienes padecen esta enfermedad pueden llorar sin motivo aparente, porque pierden la capacidad de regular sus emociones y manejar su conducta.
De acuerdo con la mencionada fuente, los motivos que desencadenan episodios de llanto en personas con esta enfermedad son, entre otros:
- Molestias físicas: puede ser que la persona tenga algún dolor, incomodidad o necesidad fisiológica y no pueda verbalizarla correctamente debido al deterioro del razonamiento y el lenguaje. Es posible que cualquier molestia ocasione que el paciente se encuentre irritable o que tenga un episodio de llanto intenso e incontrolable.
- Estímulos externos: también puede ocurrir que se encuentre abrumado por los sonidos, luces o movimientos en el ambiente.
- Factores psicológicos: al inicio de la enfermedad, suele haber consciencia del deterioro y puede ser motivo de angustia para la persona. Es posible que extrañe a seres queridos, puede sentir soledad, melancolía, tristeza y tener miedo, lo que desencadena episodios de llanto. Los pacientes de alzhéimer también lloran por los mismos motivos de una persona que no tenga la enfermedad.
Aseguran los especialistas que estas expresiones son también comunes en demencias vasculares, frontotemporales y con cuerpos de Lewy; incluso estos comportamientos pueden aumentar al anochecer, producto del síndrome de la puesta del sol, en el que ciertas emociones se intensifican.
Señales que advierten de este padecimiento
La Alzheimer’s Association creó una lista de señales de advertencia de este padecimiento y otros tipos de demencia. Cada individuo puede experimentar una o más de las mismas y en grados diferentes.
- Cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana
- Dificultad para planificar o resolver problemas
- Dificultad para desempeñar tareas habituales
- Desorientación de tiempo o lugar
- Dificultad para comprender imágenes visuales
- Problemas con el uso de palabras en el habla o lo escrito
- Colocar objetos fuera de lugar
- Disminución o falta del buen juicio
- Pérdida de iniciativa
- Cambios en el humor o la personalidad
¿Como prevenir la enfermedad?
La práctica de hábitos saludables es determinante para prevenir o retardar la posible aparición de esta enfermedad. Por ejemplo, uno clave es socializar. Estar en contacto con otras personas hace que el cerebro se mantenga activo. Algunos estudios indican que los sentimientos de autoeficacia y de autoestima que se derivan de actividad social, se relacionan directamente con el mantenimiento de la función mental.
Evitar fumar también es importante, pues la evidencia ha determinado que las personas fumadoras tienen un mayor riesgo de sufrir demencia o algún tipo de enfermedad mental como el alzhéimer.
La alimentación es otro aspecto fundamental en la preservación de la salud mental y por ello una de las recomendaciones de los especialistas es reducir las grasas, especialmente las saturadas, así como productos animales como carnes y lácteos, bajarle a la cantidad de alimentos procesados y consumir más frutas y vegetales como parte de una dieta equilibrada y saludable para el organismo.
A esto se debe sumar la práctica de ejercicio aeróbico regular, de fortalecimiento de piernas y mantenerse activo durante todo el día.
Por último, tratar de tener un sueño reparador y optimizar la actividad mental y social son otros dos aspectos en los que las personas deberían trabajar en aras de mantener unas buenas condiciones cerebrales y evitar la demencia.