En todo el mundo, la cantidad y la diversidad de insectos están disminuyendo, un fenómeno del cual los científicos han informado y aportado pruebas y pruebas durante los últimos años generando una gran preocupación. Se ha dicho que, entre las razones de este fenómeno está el exceso de luz artificial en las ciudades. Pero un nuevo estudio señala que la urbanización parece ser otro factor clave en el declive de estos animales. El trabajo, publicado en la revista Nature Communications por primera vez desentraña el inpacto del clima y el cambio de uso del suelo en los insectos.

Los investigadores atribuyen la disminución del número de insectos, por un lado, a los cambios en el uso de la tierra, por ejemplo al aumento de los grandes monocultivos como el maíz y la colza, pero también citan como causa el cambio climático debido al aumento de las temperaturas y la sequía.

Sin embargo, estas conclusiones parecen tener puntos débiles, afirma el profesor Jörg Müller, ecólogo animal del Biocentro de la Universidad Julius-Maximilians de Würzburg (JMU), en Baviera (Alemania). Entre otras cosas, los estudios realizados hasta ahora no representan suficientemente bien la diversidad de especies de insectos o sólo tienen en cuenta periodos de tiempo cortos y zonas pequeñas.

Un equipo de investigación de la red LandKlif de Baviera, coordinada por la JMU, ha querido ahora remediar esta carencia. Su enfoque muestran que la urbanización es otro factor clave para el declive general de los insectos.

Desde la Baja Franconia hasta la Alta Baviera, los investigadores colocaron trampas para recoger insectos voladores, rastreros y saltarines en la primavera de 2019. Estas trampas se ubicaron en 179 sitios, desde las tierras bajas hasta las elevaciones por encima de los 1.100 metros en el bosque bávaro y los Alpes. Estaban situadas en bosques, praderas y campos, así como en asentamientos, incrustados en paisajes seminaturales, agrícolas y urbanos.

Los investigadores vaciaron las trampas cada 14 días durante todo el periodo de vegetación. Determinaron la biomasa de los insectos capturados e identificaron las especies individuales mediante la secuenciación del ADN.

“En este estudio, hemos podido desentrañar por primera vez el impacto del clima y el uso de la tierra en los insectos de un paisaje centroeuropeo, explica Jörg Müller. Curiosamente, la temperatura del lugar y la temperatura anual sólo tienen efectos positivos sobre la biomasa y la diversidad de las poblaciones de insectos. La forma de uso de la tierra, en cambio, tiene efectos diferentes sobre la biomasa y la diversidad”.

“Observamos la mayor diferencia en la biomasa de insectos entre los entornos seminaturales y urbanos. En la ciudad, la biomasa era un 42 por ciento menor. La diversidad de insectos era un 29 por ciento menor en los entornos agrícolas en comparación con los hábitats seminaturales. Incluso había un 56 por ciento menos de especies en peligro de extinción en las zonas agrícolas”, afirma Johannes Uhler, estudiante de doctorado de la JMU y primer autor del estudio.

“Estos patrones contrastados de biomasa y diversidad de especies son una importante señal de advertencia para los investigadores”, resume Uhler: para el seguimiento de los insectos, no se debe concluir que un descenso de la biomasa significa también un descenso de la diversidad de especies, y viceversa.

Basándose en sus nuevas conclusiones, los investigadores de la JMU recomiendan crear más espacios verdes en los entornos urbanos para aumentar la biomasa de insectos. Los planes agroambientales existentes deberían ampliarse para mejorar la biodiversidad y habría que promover los hábitats forestales.

*Con información de Europa Press