Las estadísticas revelan que la sociedad japonesa se destaca por su notable inteligencia innovadora y su constante liderazgo en la vanguardia. Sin embargo, este logro no es resultado del azar, sino que es el producto de diversos factores que se combinan para hacerlo posible.

En Japón, hay un proverbio que afirma que “la disciplina tarde o temprano vencerá a la inteligencia”. Este dicho resalta que, aunque el talento es valioso para alcanzar el éxito en la vida, la disciplina puede ser aún más determinante. Esto sugiere que la dedicación y el esfuerzo pueden desempeñar un papel crucial en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes.

Históricamente se presume de que los japoneses son más inteligentes. | Foto: GettyImages

La educación es obligatoria

El gobierno se encarga de gestionar toda la documentación necesaria para que los estudiantes puedan inscribirse puntualmente y asistir a las clases. Al comienzo del año escolar, cada estudiante recibe en su domicilio un calendario que detalla todas las actividades planificadas para el período académico.

Las clases nunca se suspenden

De acuerdo con el portal digitalmex.mx, “si un profesor no está disponible, no se cancela la clase; en su lugar, un estudiante está preparado para tomar la responsabilidad de enseñarla”. Esto es posible debido a que todos los alumnos tienen acceso al plan de estudios y pueden asumir esta función cuando sea necesario.

Las escuelas no cierran

Los estudiantes en Japón completan tareas escolares durante sus períodos de vacaciones, lo que significa que las escuelas no cierran completamente. Permanecen abiertas para ofrecer cursos de repaso y proporcionar acceso a la biblioteca para aquellos estudiantes que deseen utilizar sus recursos durante este tiempo.

Los padres no llevan a sus hijos a clases

En Japón, es una tradición que los estudiantes caminen hasta sus escuelas a partir de los seis años, y generalmente van acompañados por estudiantes de cursos superiores. Esta práctica tiene como objetivo enseñar a todos los estudiantes acerca de la responsabilidad a una temprana edad.

Los japoneses son más disciplinados. | Foto: GettyImages

No existe personal de limpieza en la escuela

En Japón, desde una edad temprana, se inculca a los estudiantes el valor del trabajo en equipo y la colaboración mutua. Esto se refleja en la práctica de que tanto los estudiantes como los profesores participen en la limpieza de la escuela.

La educación comienza en casa

Los padres transmiten a sus hijos la importancia del respeto hacia las personas mayores, destacando su deseo de reconocer y valorar la experiencia y la sabiduría que estas personas han adquirido a lo largo de sus vidas.

Modales antes que conocimiento

En la sociedad japonesa, todos son educados siguiendo este principio fundamental. Por lo tanto, en el cuarto grado de primaria, comienzan las evaluaciones después de una extensa instrucción en valores y etiqueta. En su enfoque, el conocimiento no tiene sentido si una persona no ha cultivado previamente la generosidad y el respeto hacia los demás.

La familia está primero

En esta cultura, la importancia de la familia es insustituible, ya que la familia es considerada la máxima prioridad. La base de esta relación es el amor, la confianza y el afecto que deben perdurar entre las diferentes generaciones, desde los padres hasta los bisabuelos.

Los principios desde familia son indispensables. | Foto: GettyImages

Los principios de la educación

Según informó calameo.com, “la educación en esta cultura se basa en tres pilares fundamentales: el conocimiento, la moral y el bienestar físico”. Esto se refleja en el respeto y el cariño hacia la familia, la veneración de las tradiciones, la preocupación por el cuidado de los animales y el entorno natural, y la atención dedicada a mantener la salud y el bienestar del cuerpo.

Los profesores son los más respetados de la sociedad

La educación de las generaciones futuras recae en sus manos y el gobierno reconoce su importancia fundamental. Por ello, el gobierno proporciona formación continua y un salario excepcionalmente bueno a los educadores, reconociendo así su papel crucial en la sociedad.