Los frutos secos se han consolidado como alimentos que se caracterizan por ser una gran fuente de fibra para regular el tránsito intestinal, así como de proteína y otros nutrientes, como los flavonoides, que generan importantes beneficios al cuerpo.
Si se consumen con moderación y siempre crudos o tostados y sin sal, no fritos, ni cubiertos de chocolate, pueden aportar grasas saludables, indispensables para que el cuerpo funcione correctamente.
La mayoría de los frutos secos son saludables, aunque algunos pueden tener más nutrientes saludables para determinados órganos. Por ejemplo, las nueces contienen altas cantidades de ácidos grasos omega-3, mientras que las almendras, las nueces de macadamia, las avellanas pueden ser mejores para el corazón, según indican expertos del instituto de investigación clínica Mayo Clinic.
Un estudio de la Universidad de Harvard concluyó que las personas que consumen frecuentemente frutos secos tienen una tasa de mortalidad un 20 % inferior. La investigación, publicada en la revista médica New England Journal of Medicine, y que analizó dos grupos de estadounidenses, reveló que en aquellos participantes que consumieron frutos secos siete o más veces por semana la mortalidad disminuyó en una quinta parte.
En general, estos alimentos son saludables para el cuerpo. Los pistachos, por ejemplo, son ricos en vitaminas del grupo B, excepto la B12, vitaminas A, E y C y minerales como magnesio, fósforo, potasio, hierro, calcio, zinc o selenio.
Las almendras, por su parte, contienen mucho hierro y, por tanto, son recomendables para prevenir y combatir la anemia. Estos frutos son ricos en vitamina E, que es un gran antioxidante; mientras que las avellanas aportan energía debido a su elevado contenido de grasas, así como de proteínas. Los anacardos, también conocidos como marañones, son ricos en grasas saludables, así como en vitamina A, folatos, vitamina E, calcio, magnesio, potasio y fósforo.
Muchas grasas y calorías
Si bien se trata de alimentos saludables y que pueden ayudar al organismo a prevenir enfermedades, su consumo en exceso también puede generar inconvenientes de salud.
La Fundación Española del Corazón aconseja ingerir 50 gramos diarios de frutos secos y señala que la mejor forma de comerlos es en su versión cruda, sin aditivos o sal y excluidos de cualquier preparación.
Una de las razones por las cuales los expertos recomiendan no comerlos en exceso es por la cantidad de grasa y calorías que poseen. En un artículo publicado en el diario El País, de España, la Academia Española de Nutrición y Dietética indica que el consumo de estos alimentos se debe efectuar en dosis reducidas.
Teniendo en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece un aporte calórico de 2.000 a 2.500 kilocalorías por día para un varón adulto, y de 1.500 a 2.000 para las mujeres, solo 100 gramos de nueces crudas, por ejemplo, pueden aportar 688 kilocalorías, más del 34 % de las 2.000 diarias establecidas, lo que ratifica la necesidad de ajustar su consumo.
En el caso específico de las almendras, tienen una gran cantidad de vitamina E, que si se ingiere en exceso puede generar visión borrosa, hinchazón abdominal o diarrea. Adicionalmente, este producto es muy rico en fibra, por lo que es recomendable consumir porciones adecuadas para evitar problemas digestivos.
Según el portal Directo al paladar, las almendras amargas pueden causar problemas al organismo debido a que contienen una elevada proporción de cianida, un componente tóxico y que ingerido en grandes dosis podría ser mortal. La ventaja es que, en la actualidad, las almendras dulces son las variedades más usadas.
Por último, los frutos secos suelen contener ácido fítico. Este compuesto lo utilizan las plantas para neutralizar el fósforo. Cuando las personas consumen muchos frutos secos, también ingieren este ácido, que puede incidir en la manera o cantidad en que el cuerpo absorbe el mencionado mineral. Lo aconsejable es comer frutos secos provenientes de la agricultura ecológica, que se presume emplean menos fertilizantes y, por lo tanto, tendrían un menor nivel de este ácido perjudicial.