En la actualidad, el sueño se ha convertido en un bien preciado y escaso para muchas personas en todo el mundo. A pesar de las recomendaciones de expertos en salud sobre la importancia de un descanso adecuado, las estadísticas reflejan una tendencia alarmante: la disminución constante de las horas de sueño. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la población adulta promedio duerme aproximadamente una hora menos de lo que se dormía hace unas décadas; además, el 40% de la población en todo el mundo, sufre de insomnio, por lo que ha sido catalogado como un problema de salud pública.
La relación entre la tecnología y la falta de sueño es una de las principales preocupaciones que ha resaltado el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés). La proliferación de dispositivos electrónicos como teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras ha llevado a un aumento en la exposición a la luz artificial, especialmente la luz azul emitida por las pantallas, lo que puede afectar negativamente la producción de melatonina, una hormona esencial para regular el ciclo de sueño-vigilia.
“El uso excesivo de estos dispositivos antes de acostarse puede afectar negativamente el sueño, ya que la luz azul que emiten interfiere con la producción de melatonina, una hormona que regula el ciclo del sueño o vigilia. Además, la constante conectividad y el acceso a las redes sociales desencadenan ansiedad y estrés, interfiriendo en la capacidad de dormir durante las noches”, asegura Ninfa Aguirre, gerente de Serta Colombia y experta en descanso.
Además, el ritmo de vida moderno y las demandas laborales intensas han llevado a jornadas más largas y horarios de trabajo irregulares. Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el aumento de las horas laborales y la creciente competencia en el mercado laboral han llevado a una cultura de trabajo desequilibrada, donde el sueño suele ser el sacrificado para cumplir con las responsabilidades profesionales.
La Asociación Americana de Psicología (APA) ha destacado que el estrés crónico también es un factor contribuyente importante en la reducción del tiempo de sueño. Las preocupaciones constantes sobre el trabajo, las finanzas y otros aspectos de la vida cotidiana pueden generar ansiedad y afectar negativamente la calidad del sueño.
Las consecuencias de esta disminución del sueño son numerosas y preocupantes. Estudios del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han relacionado la falta de sueño con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardíacas. Además, la reducción del sueño también puede afectar el funcionamiento cognitivo, la memoria, la toma de decisiones y la salud mental en general.
Ante este panorama, expertos en salud y bienestar insisten en la importancia de tomar medidas para priorizar el sueño. Por eso, Ninfa Aguirre recomienda:
- Establecer un horario regular: Irse a la cama y despertarse a la misma hora todos los días ayuda a regular el reloj biológico y mejorar la calidad del sueño.
- Limitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir: Apagar los dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse para permitir que el cerebro se relaje y facilite la conciliación del sueño.
- Crear un ambiente propicio para dormir: Asegurarse de que el dormitorio sea un espacio tranquilo, oscuro y fresco, contribuye a un mejor descanso.
- Mantener una rutina relajante antes de acostarse: Practicar actividades que ayuden a relajarse, como leer un libro, tomar un baño caliente o practicar técnicas de meditación, puede preparar el cuerpo y la mente para dormir.
- Invertir en el descanso: Contar con un buen colchón, almohadas o lencería, permite una excelente postura beneficiando el adecuado descanso.