En 2011 cuando Juana Estrada tuvo a su hija Salomé, las precauciones que se tomaban para visitar a un recién nacido eran pocas. Los médicos recomendaban no recibir muchas visitas pero nadie advertía que un bebé podría llegar a morir por una infección, como la tos ferina, contagiada de un adulto. A los 23 días, la hija Salomé murió. En un principio los médicos no encontraron la causa pero al final le diagnosticaron esa enfermedad. Según relata, quien la transmitió fue su padre. "Pecamos por ignorancia. Cuando consultamos a los médicos nos dijeron que no pasada nada, que bastaba con ponerse tapabocas”, cuenta a SEMANA. En efecto, hace poco más de una década nadie creía que algo así podía suceder. Sin embargo, el caso de Juana no es una excepción. Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), anualmente, la tos ferina causa la muerte a más de 160.000 niños menores de 5 años en todo el mundo.
Además, el número de personas que hoy registra esta enfermedad supera los 24 millones en todo el mundo. De esos, un 83,3 por ciento se presenta en niños menores de un año. Sólo en Colombia, las cifras del Instituto Nacional de Salud de 2013 a 2017 registraron 77 muertes, la mayoría en menores de un año. Esta enfermedad es la razón principal por la que muchos expertos ahora recomiendan a los padres primerizos restringir las visitas hasta pasados los dos meses. Muchos piensan que la medida es exagerada pero la realidad es que para un recién nacido estar expuesto a cualquier virus o bacteria puede ser mortal. La razón es que el cuerpo de los bebés, durante los primeros meses de vida, no está inmunizado contra los virus y las bacterias más comunes. Y durante esta etapa el organismo suele reaccionar de manera intensa ante cualquier microbio del medio. Para quienes argumentan que hace unos años todas estas precauciones no existían y no pasaba nada, el médico Ricardo Acosta, experto en salud pública y dirección de instituciones de salud, señaló que hay que tener en cuenta varios factores. “Conforme pasa el tiempo, la ciencia avanza. La gente suele creer que es exagerado porque antes no sucedía pero la razón es que se diagnosticaba menos, existía poca conciencia de la enfermedad. Seguramente muchos murieron por esta razón, pero todavía no se había encontrado la relación”, explica Acosta.
Eso cambió en 2012 cuando el estado de Washington en Estados Unidos experimentó una epidemia de tos ferina y los bebés fueron los más afectados. Esta enfermedad bacteriana altamente contagiosa causa tos incontrolable y violenta que puede dificultar la respiración. Lo realmente preocupante es que puede pasar inadvertida.
De acuerdo a un informe del 2017 del Instituto Nacional de Salud sobre la enfermedad, dos tercios de los niños contagiados adquieren el virus a través de sus familiares (padre, madre o hermanos) sin que éstos se den cuenta. Esto se debe a que la enfermedad en su mayoría es asintomática en adultos y adolescentes, y sus síntomas son comunes (tos y estornudos). “Nadie va a una consulta médica por tos pero para un bebé puede ser letal”, dice Acosta. En ese sentido el experto considera que no es exagerado, sino más bien sabio, que los padres tomen la decisión de limitar las visitas de su bebé a un círculo muy cerrado. Y considera pertinente también que les exijan estar vacunados. Más que un capricho, explica que es la única estrategia que hoy existe para asegurar que un pequeño no sea contagiado. “Cuando empezaron a investigar cuál era la mejor estrategia para prevenir este tipo de muertes en bebés de cero a dos meses surgieron dos estrategias”, expuso. La primera y que está más de moda es la del capullo: implica proteger al niño vacunando a todos los adultos transmisores de la enfermedad. La segunda, vacunando a la mamá embarazada para que el bebé “nazca con un rango de protección heredado”.
Según el experto, esta última protege al bebé al menos durante los dos primeros meses, pues antes es imposible lograrlo con una vacuna. De hecho, la CDC se recomienda que la mujer reciba la vacuna entre las semanas 27 y 36 de cada embarazo, preferiblemente al principio de este periodo. Y que para cualquier miembro de un círculo cercano, el esquema de vacunación contra la tos ferina se refuerce cada 10 años. En Colombia, el plan ampliado de inmunizaciones tiene incluida la vacuna contra la enfermedad para la mamá y su bebé. El resto tienen que pagar por ella. Para Juana, que lleva ocho años trabajando por concientizar sobre los riesgos de la visita en estos primeros meses, ni los padres ni la familia deben tratar el tema como algo menor “Deben exigir la vacuna a su círculo más cercano para poder ver al bebé. Como también entender que después de los 2 meses los riesgos no desaparecen por arte de magia”. La razón es que la criatura seguirá expuesta a los virus hasta que finalice el plan completo de vacunación. Para Acosta tampoco es descabellado ni mucho menos una estrategia de industria productora de vacunas para ganar más dinero como algunos dicen. “Son datos epidemiológicos que evidencian que el número de casos reportados con la enfermedad están en aumento”. Aunque la decisión final está en los padres, para ambos invitar a la vacunación contra la tos ferina es responsabilidad de todos pues en la población no vacunada un caso de tosferina puede llegar a contagiar hasta 17 personas sanas.