Las neurociencias explican cómo un secreto crea conflicto en el cerebro. Al no permitir que la corteza cingulada, que está naturalmente diseñada entre otras cosas para el manejo cognitivo del conflicto, realice sus funciones naturales, se produce un aumento en los niveles de cortisol, que afectan la memoria, la presión arterial, el funcionamiento digestivo y el metabolismo en general. Al revelar un secreto, se genera un cambio al abrir la posibilidad de escuchar la perspectiva de otra persona sobre el tema. Las personas se ven abrumadas y agobiadas cuando se les confía secretos importantes. Si bien los secretos negativos estresan y agobian, los secretos positivos hacen sentir energía y entusiasmo, pues a diferencia de los primeros, casi siempre se van a revelar y se produce una sensación de alivio cuando finalmente se comparte la información. Los seres humanos están constantemente buscando un significado. Cuando se crean significados a través de narrativas que influyen en la salud mental. En caso de adversidad o experiencias desafiantes, generalmente se pasa por un proceso para enfrentar gradualmente la situación encontrando una nueva forma de interpretar el problema e integrándolo en una narrativa para integrarse al mundo. Es en este sentido que se debe ver el deseo innato de compartir secretos. Lea también: Nadie se salva: las personas pasan una hora al día hablando chismes de los demás Es difícil revelar un secreto, especialmente si produce culpa o vergüenza. Sin embargo, al revelar un secreto, se genera un cambio al abrir la posibilidad de escuchar la perspectiva de otra persona sobre el tema. La creación de sentidos ocurre cuando la persona replantea sus experiencias y las asimila en su visión del mundo. Por lo tanto, cuando se comparte un secreto y se recibe la perspectiva de otra persona, se adquieren nuevos conocimientos sobre el significado de la situación. Esto crea sensación de control sobre la situación y, en consecuencia, sobre la vida. No se trata realmente de la categoría del secreto la que causa estrés y angustia. Se trata de su importancia. Cuanto mayor es el nivel de confidencialidad requerido, mayor es el impacto sobre la persona que guarda el secreto. Saber quién conoce el secreto, de quién cuidar la información y, por supuesto, el esfuerzo para no revelar lo que se sabe, son una carga emocional importante. La disminución del bienestar también se relaciona con el número de veces que la persona piensa en el secreto y no con el número de veces que tiene que ocultarlo activamente.
En particular, las investigaciones se han concentrado en los secretos basados en el sentimiento de vergüenza y de culpa. Mientras que las emociones básicas como la ira y el miedo se refieren generalmente a algo externo, la culpa y la vergüenza se enfocan directamente en la persona. Se ha demostrado que los que se sienten más avergonzados tienen más probabilidades de pensar en su secreto que los que se sienten culpables. Si bien ambas emociones afectan principalmente el cómo nos sentimos, los investigadores sugieren que esta discrepancia entre las dos podría tener que ver con el hecho de que, si bien la culpa es incómoda, alienta a las personas a actuar, mientras que la vergüenza puede sentirse como un final sin esperanza. En contexto: “Los chismosos son terroristas y los chismes matan”: Papa Francisco Compartir los secretos ayuda a mirarlos de nuevas maneras, en contextos más simples y menos amenazadores. No hay evidencia sólida para explicar este fenómeno, pero lo más probable es que ocurra porque comunicar una situación perturbadora nos ayuda a entenderla mejor. Y las cosas que no entendemos causan mayor ansiedad. Además, una vez que se comparte un secreto, se tiende a pensar menos en ellos. Si bien mantener ciertas cosas en secreto puede ser un aspecto normal y saludable de la privacidad, hay algunos secretos que definitivamente no deberían ser guardados. Si el secreto puede afectar negativamente la salud y seguridad de otra persona, es importante divulgarlo. Es muy importante prestar atención y cuidar con quién comparte sus pensamientos más íntimos. Los seres humanos, están constantemente buscando un significado, y siempre ha sido uno de los principales factores para una buena salud mental. Cuando se crean significados, se define la identidad a través de las narrativas que influyen en la salud mental. Y en caso de adversidad o experiencias desafiantes, generalmente se pasa por un proceso para enfrentar gradualmente la situación encontrando una nueva forma de interpretar el problema e integrándolo en la narrativa para volver a unirse al mundo. Es en este sentido que se debe ver el deseo innato de compartir secretos. Ahora se sabe por qué se deben compartir secretos. Otra cosa es cómo hacerlo. Y la mejor recomendación es compartirlos paso a paso. Es muy importante prestar atención y cuidar con quién comparte sus pensamientos más íntimos. Y siempre recuerde pedir permiso. Esto es clave para evitar consecuencias negativas como dañar su reputación social o ser rechazado por la otra persona. Su confidente debe ser una persona discreta, que no juzga y que pueda ofrecer una nueva perspectiva sobre el secreto. Tácticamente, es mejor comenzar con temas neutros antes de sumergirse en los secretos de mayor calado y asegurarse que la otra persona se siente cómoda. En lo que respecta a la vergüenza y la salud mental, lo más útil que se puede hacer es hablar sobre el tema. Aunque es más fácil decirlo que hacerlo, muy pocos se arrepienten de tomar ese camino. *Grupo de Investigación Nuevas Perspectivas en Salud Mental, UCMC