Se le conoce a la presión alta en los ojos como hipertensión ocular o presión intraocular, una enfermedad peligrosa y que puede presentarse con facilidad.

Con base a la información de American Academy of Ophthalmology, la hipertensión ocular ocurre cuando la parte anterior del órgano no drena líquido de manera adecuada. Esto genera que la presión aumente considerablemente y sea la causante de otras complicaciones graves, tales como glaucoma.

Cuando la presión ocular aumenta, el nervio óptico tiene un aspecto óptimo y no hay alarma por síntomas relacionados a la pérdida de la vista. Sin embargo, los pacientes empiezan a poner en riesgo su salud, por el hecho que aumentan las probabilidades para padecer enfermedades de mayor complejidad.

El humor acuoso (conocido también como vítreo) debe salir por la abertura presente en la cornea e iris. | Foto: Semana

En ese orden de ideas, la primera acción que toca tomar es acudir ante un oftalmólogo con regularidad para tener un registro paulatino del estado de los ojos. Generalmente, la presión ocular alta no se genera síntomas de alarma, pero es el escenario perfecto para que una enfermedad de gravedad haga su aparición.

Con respecto a las causas, hay que tener en cuenta que el ojo tiene un líquido transparente llamado humor acuoso, el cual está en la parte trasera del órgano. Este fluido se produce constantemente por el ojo, siempre y cuando la misma cantidad producida sea liberada para que la presión se mantenga equilibrada.

Cuando el humor acuoso no fluye con normalidad al exterior, este se acumulará atrás del ojo, lo que conllevará al aumento de la presión, poniendo en riesgo el nervio óptico. Esta condición no distingue entre las personas, es decir, puede afectar a cualquiera. No obstante, hay cierto tipo de pacientes con determinadas características que son más propensos a la hipertensión ocular: personas con antecedentes familiares relacionados, diabéticos, mayores de 40 años, afrodescendientes, hispanos, miopes, deportistas con uso prolongado de esteroides, pacientes con lesiones recientes en los ojos y personas con síndrome de dispersión pigmentaria.

Al acudir al oftalmólogo, el especialista de salud medirá la presión del ojo. Durante esta prueba, recurrirá a adormecer el órgano con gotas especiales. Acto seguido, empleará un instrumento denominado tonómetro, encargado de medir la resistencia de la córnea a partir de cambios de presión.

Después de esto, se tendrá un registro del nivel de presión arterial, por lo que el oftalmólogo revisará si hay indicios de glaucoma, dependiendo del estado del nervio óptico. Entre más deteriorado este, la probabilidad será mayor.

Las gotas son un modo de tratar la hipertensión intraocular. | Foto: Libre de derechos

Como se mencionó anteriormente, es de vital importancia acudir a un centro médico con anterioridad, para impedir cualquier daño de gravedad en los ojos. Si la presión ocular es un poco elevada solamente, el oftalmólogo decidirá si amerita comenzar un tratamiento de inmediato. De no hacerlo, considerando que la situación no es de alarma, solamente solicitará que el paciente acuda para hacer registros con regularidad.

Si la presión arterial es muy alta, se requiere intervención quirúrgica. | Foto: Semana

Por otro lado, si las afectaciones si ameritan un tratamiento, la primera opción será recetar gotas especiales o notificar la necesidad de realizar una intervención con láser para reducir la presión intraocular. Es por ello que es fundamental que los pacientes sigan al pie de la regla los procedimientos correspondientes, sea mediante la medicación o una cirugía.

El tratamiento reduce el riesgo de desarrollar glaucoma, pero no lo elimina. Algunos pacientes con hipertensión ocular pueden desarrollar glaucoma. En caso de suceder, el especialista de salud le pondrá al tanto sobre el paso a seguir a la persona.