Se dice que la presión arterial alta, también llamada hipertensión, es una enfermedad silenciosa. Se trata de una afirmación que surge debido a que puede ir dañando el organismo durante varios años antes de que la sintomatología comience a aparecer.

Si no se controla, esta enfermedad puede causar desde discapacidad, pasando por afectaciones en la calidad de vida e incluso puede llegar a poner en riesgo a las personas, llevándolas a sufrir hasta un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular fatal, explica Mayo Clinic.

Debido a que es una enfermedad silenciosa y altamente riesgosa, expertos han trabajado a lo largo de los años para buscar una cura y métodos de prevención. En ese sentido, distintas disciplinas han propuesto tratamientos que ayuden a controlarla.

Además, en gran medida, el estilo de vida que lleva una persona influye en la presión arterial. Para controlarla es indispensable mantener hábitos saludables, que ayudarán a evitar la hipertensión o en caso de que se padezca, ayudar a reducirla.

Algunos cambios recomendados, tales como una dieta sana y balanceada, y el consumo de algunos medicamentos, pueden ayudar a reducir el riesgo de sufrir complicaciones en la salud.

También es posible reducir la presión arterial naturalmente, sin necesidad de tomar pastillas o complementos químicos, con ejercicio diario.

La actividad física regular fortalece el corazón y por lo tanto bombea más sangre hacía el organismo con facilidad disminuyendo la fuerza que tienen que hacer las arterias y bajando la hipertensión.

Así mismo, teniendo en cuenta que mantener un peso saludable es vital para reducir la presión arterial, el ejercicio es de gran ayuda para cumplir este objetivo. “Si se tiene sobrepeso, bajar al menos 5 libras (2,3 kilogramos) puede reducir tu presión arterial”, afirma Mayo Clinic.

Los expertos aseguran que si se realiza actividad física frecuente, después de tres meses, se verá reflejado el impacto en la también conocida como tensión.

El portal español, Tu Canal de Salud, recomienda practicar entre 30 y 45 minutos de ejercicio al día, lo que puede ayudar a reducir la presión arterial entre 5 y 8 mm Hg, si se tiene presión arterial alta.

La constancia es un factor clave pues, si se deja de hacer ejercicio, la presión alta puede volver a subir. No es necesario llevar a cabo actividades física de alta complejidad; caminar, trotar, montar en bicicleta, nadar o bailar pueden ser opciones. El entrenamiento de fuerza puede ser realizado, pero se recomienda consultar con un médico previo a su desarrollo.

Si debido al trabajo o las funciones diarias, se pasan varias horas sentado al día, se puede intentar hacer descansos de 5 a 10 minutos cada hora para estirarse y moverse pues un estilo de vida no activo (sedentario) está relacionado con muchas afecciones médicas crónicas.

Como en la mayoría de enfermedades, se debe acompañar el ejercicio con un dieta saludable rica en cereales integrales, frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasa, así como escatimar en grasas saturadas y colesterol.

Para bajar la presión también es importante reducir el sodio (sal), beber alcohol, dejar de fumar, moderar el consumo de cafeína si no se es un producto que se tome frecuentemente, evitar el estrés, monitorearse constantemente y visitar al médico periódicamente, sobre todo, si se ven complicaciones.