Para las personas que no lo saben, el corazón late cerca de 200.000 veces al día. Una acción de la que muchos no son conscientes, pero sin la cual no podrían vivir. Cada latido impulsa la sangre por las venas y hace que llegue a todo el cuerpo.
“La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al ser bombeada por el corazón. La presión arterial es más alta cuando el corazón se contrae, bombeando la sangre, y se denomina presión sistólica. Cuando el corazón está en reposo, entre latidos, la presión arterial baja y es llamada presión diastólica”, explican desde la Fundación Española del Corazón.
Cabe resaltar que la hipertensión arterial causa más muertes en el mundo que el tabaquismo. Sin embargo, aproximadamente la mitad de la población mundial hipertensa no está controlada en forma adecuada, aún cuando se sabe que el control de la presión arterial reduce un 40 % la incidencia de accidente cerebrovascular y un 25 % el infarto de miocardio, según el Consejo de Hipertensión de la SAC (Sociedad Argentina de Cardiología).
Según explican los especialistas, la presión arterial normal está por debajo de 120/80 milímetros de mercurio (mm Hg). Mientras que se considera alta si está entre 120-139/80-89 mm Hg. Por último, una persona hipertensa tiene unos valores por encima de 140-90 mm Hg.
Por otro lado, la Universidad de Harvard destaca que la presión normal es inferior a 120/80. Sin embargo, previamente, el American College of Cardiology y la American Heart Association señalaban que las pautas de normalidad eran de 140/90.
¿Cómo medirla?
- Según Harvard. la presión comienza a catalogarse como elevada cuando los números oscilan entre 120-129 mm Hg sistólica y menos de 80 mm Hg diastólica.
- Las pautas de presión arterial alta en etapa 1 son de 130 y 139 sistólica o entre 80 y 90 diastólica. La presión arterial de etapa 2 está por encima de 140 sistólica o 90 diastólica.
- Las pautas de las crisis de hipertensión son superiores a 180 mm Hg sistólica y más de 120 mm Hg diastólica.
Remedios para bajar la tensión
Desde la Fundación Española del Corazón indican estos remedios para bajar la tensión y mantener una buena salud:
- Limitar la cantidad de alcohol.
- Llevar una dieta saludable.
- Dejar de fumar.
- Reducir el estrés.
- Tomar la medicación acordada por tu médico para la hipertensión.
- Realizar mediciones periódicas.
- Perder peso.
- Incrementar la actividad física.
- Restringir la ingesta de sal.
Jugo de remolacha para bajar la presión arterial
Los científicos han comprobado que el nitrato contenido en el jugo de esta hortaliza es el que ayuda a problemas de la salud como bajar la presión sanguínea.
Un estudio publicado en la revista médica estadounidense Hypertension mostró que la tensión arterial se reducía en un período de 24 horas tanto en pacientes que habían tomado pastillas de nitrato como en aquellos que bebían jugo de remolacha.
Por otra parte, un estudio previo realizado en Reino Unido había llegado a la conclusión de que consumir diariamente medio litro de jugo de remolacha ayuda a disminuir significativamente la presión arterial en personas con valores normales.
“Demostramos que la remolacha y las cápsulas de nitrato son igualmente eficaces para reducir la tensión arterial, lo que indica que existe un contenido de nitrato en el jugo de remolacha en el que subyace su potencial reductor de las presión”, afirmó la doctora Amrita Ahluwalia, autora del estudio y profesora de farmacología vascular del Hospital Barts y de la Escuela de Medicina de Londres.
Jugo de remolacha
- Preparar las remolachas, limpiándolas y cortándolas de forma adecuada.
- Primero quitarle las hojas que tenga y retirarle la punta de la raíz con la ayuda de un cuchillo.
- Luego, lavarlas bien para dejarlas libres de cualquier resto de suciedad y retirar la piel con un cuchillo o un pelador.
- Tener en cuenta que también es posible dejar la piel de la remolacha y no quitarla, pero en este caso el jugo final tendrá un sabor más amargo.
- Cortar la remolacha en piezas alargadas y luego juntarlas para cortarlas en cubitos.
- Posteriormente depositar todos los trozos de remolacha en el vaso de la licuadora y añadir una taza de agua fría.
- Después extraer el zumo de un limón, usando un exprimidor manual o eléctrico y no olvidar colar el líquido obtenido si no se quiere notar restos de pulpa al beber el jugo de remolacha.
- Añadir el jugo del limón exprimido a la licuadora junto a la remolacha y procesar la potencia para que los ingredientes se integren y queden completamente triturados. En el caso de que el jugo de remolacha haya quedado demasiado espeso, se puede añadir un poco más de agua.
- Beber y disfrutar.