En las selvas del Amazonas y de América Central crece el copoazú, un árbol que alcanza los 18 metros de altura. Comunidades indígenas y campesinas de las selvas tropicales de países como Brasil, Ecuador, Guyana, Costa Rica, Venezuela y Colombia han utilizado desde épocas ancestrales su fruto, similar al cacao, de consistencia carnosa y sabor agridulce. Por sus propiedades alimenticias y farmacéuticas y su alta concentración de nutrientes y antioxidantes, este fruto, llamado también cacao amazónico, ha comenzado a tener un auge agrícola e industrial. A lo largo y ancho de Centroamérica y Suramérica, fábricas explotan de manera artesanal el copoazú para elaborar productos de todo tipo, como helados, dulces, licores, compotas, cremas y ceras, entre otros. Puede leer: Envidearse: los libretos fantasiosos que interfieren en nuestras relacionesDentro de las propiedades cosméticas del fruto se destacan su alto contenido de vitaminas, proteínas y polifenoles, que reducen riesgos de enfermedades cardiovasculares, y ácidos grasos insaturados y fuente de omega 3 y 6 en mejor proporción que el cacao. Así mismo, ayuda a humectar la piel, combate el acné y fortalece el cabello. La meta a futuro es aumentar la producción de elementos a base de copoazú y para venderlos en todo el país, siempre priorizando el cuidado medioambiental de la Amazonia. En Colombia, el copoazú crece en Guaviare, Caquetá, Putumayo y Amazonas, y sus habitantes, con el acompañamiento de instituciones estatales y académicas, han empezado a crear microempresas para explotarlo comercialmente. Entre estas entidades se encuentra Colciencias, que con el fin de incentivar la invención, el emprendimiento y el desarrollo productivo de las microempresas y pequeñas y medianas empresas de las regiones del país, apoya proyectos productivos en ciencia, tecnología e innovación. Le recomendamos: Cáncer de pulmón, una enfermedad con estigmaColciencias, por medio del programa Alianzas para la Innovación, en asocio con Confecámaras, apoya a las cámaras de comercio y pequeños empresarios del país en el trabajo de desarrollar capacidades básicas de innovación y puesta en marcha de proyectos que generen desarrollo. Este es el caso de Kattalei, una empresa constituida hace tres años en Mocoa, Putumayo. Se dedica a producir artículos de higiene personal y cosméticos de origen natural y biodegradable, elaborados artesanalmente a partir de las propiedades que ofrecen los frutos de algunas plantas de la Amazonia colombiana. Uno de sus principales emprendimientos en cuanto a cosméticos tiene como protagonista al copoazú (‘cacao grande’, en lengua tupí). Con esta fruta, la compañía produce champú, acondicionadores, mascarillas capilares, jabones faciales, bálsamos para labios, mantequilla corporal hidratante, cremas de afeitar para hombre y para mujer, que se venden especialmente a hoteles de la región del Putumayo y del Huila. Para mejorar técnica y científicamente su portafolio, Kattalei se alió con el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, Sinchi. Le sugerimos: Tres datos que muestran la evolución de la ciencia en el paísAdemás de la innovación científica llevada a cabo por esta empresa, la explotación del copoazú se convirtió en una oportunidad económica para indígenas y campesinos que habitan la zona. Kattalei compra la materia prima a las comunidades que desarrollan buenas prácticas y que no comprometen la integridad de los bosques de la región. “Aún no estamos en el mercado a nivel masivo, nuestros productos se consiguen en farmacias y tiendas naturistas. Contamos con pequeños distribuidores, de preferencia mujeres madres cabeza de familia que actúan como consultoras y que además proveen ingresos dignos para sus familias”, señaló María Esperanza Quitian, representante de la empresa. La meta a futuro es aumentar la producción de elementos a base de copoazú y para venderlos en todo el país, siempre priorizando el cuidado medioambiental de la Amazonia.