Cuando el pro-fesor Alastair Cunningham supo que tenía cáncer, se sometió a cirugía y quimioterapia, pero también empezó a practicarse sicoanálisis y se internó durante seis meses en un Ashram para aprender a meditar. Hoy no sólo ha superado su enfermedad sino que es uno de los mayores representantes de la sicooncología, que investiga la eficacia de la sicoterapia en pacientes con cáncer. Trabaja como investigador para el Instituto Canadiense de Cancerología de la Universidad de Toronto y en un estudio de más de una década demostró que los pacientes con cánceres avanzados que se someten a sicoterapia sobreviven más tiempo. Es autor de varios libros sobre el tema, y creador de un programa de ayuda sicológica y espiritual a pacientes llamado 'The Healing Journey' ('El camino a la sanación'). Está invitado como conferencista al próximo simposio de sicooncología que realizarán la Clínica de Marly y la Universidad Javeriana a mediados del año entrante.SEMANA: ¿Puede la sicoterapia curar el cáncer?ALASTAIR CUNNINGHAM: La ciencia no tiene una respuesta libre de toda duda, pero los resultados de muchas investigaciones muestran que puede ser afirmativa. Que la sicoterapia sea el factor decisivo en una curación es muy difícil de comprobar aisladamente, porque depende de circunstancias biológicas, del tumor, de la personalidad del paciente, de las modalidades de afrontamiento, del entorno, etc. Claro que a nadie que trabaje con pacientes con cáncer se le ocurriría tratarlos sólo con sicoterapia; pero, igualmente, nadie debería tratarlos sin ayuda sicológica y espiritual. Hemos comprobado empíricamente su utilidad y su eficacia. SEMANA: ¿En qué consistió su investigación?A.C.: Le pedimos a un grupo de oncólogos que estudiaran las historias clínicas y predijeran cuántos meses sobreviviría un grupo de 22 pacientes con diferentes tipos de cánceres avanzados. Los pacientes realizaron un programa de sicoterapia estructurada con sesiones semanales de relajación, imaginería y terapia de grupo en la que se les brindaba apoyo emocional y se les estimulaba a expresar afectos.SEMANA: ¿Qué resultados obtuvieron?A.C.: Los pacientes se subdividieron por su nivel de compromiso con el programa: poco comprometidos, medianamente comprometidos y muy comprometidos. Los muy comprometidos, en promedio, sobrevivieron 18 meses más de lo que esperaban sus oncólogos y de lo que lo hicieron los menos comprometidos.SEMANA: ¿Cómo medían el compromiso con la sicoterapia?A.C.: Tanto por el nivel de participación en las sesiones (cualitativo y cuantitativo), como por la motivación, llevada a la práctica con hechos concretos, para mejorar su vida emocional y sus relaciones interpersonales. SEMANA: ¿Por qué los resultados de sus estudios no han podido ser replicados por otros investigadores?A.C.: La sicooncología es una ciencia joven todavía. Nos hace falta refinar mucho la metodología para tener resultados más claros. Cuando se investigan fenómenos como lo emocional o lo espiritual, tenemos que tener la mente muy abierta y ser creativos, sin perder el rigor. SEMANA: ¿Cuál es un 'buen paciente' con cáncer, desde el punto de vista sicológico?A.C.: El que no se desespera ni se deprime más allá de cierto límite normal. El que se deja ayudar sicológica y espiritualmente. El que tiene una actitud de amor por la vida y por los valores humanos más auténticos y profundos, como las relaciones interpersonales, la concordia, la verdad, la autenticidad. Aquel que asume el cáncer como un reto vital ganable. Como la posibilidad de aprender y crecer como ser humano, soslayando las motivaciones banales de la sociedad de consumo y preocupándose amorosamente por el sentido trascendente que tiene la vida más allá del mundo material. SEMANA: ¿Más que de salud mental, está hablando de una actitud espiritual frente a la enfermedad?A.C.: La sicoterapia y la espiritualidad no son contradictorias, al contrario, se complementan. Está demostrado que a los pacientes con una alta espiritualidad les va mejor en la evolución de algunas enfermedades, incluido el cáncer. Por el contrario, he podido ver a personas que sucumben rápidamente presas del pánico, de culpas neuróticas, de la desesperanza y el sinsentido. De pronto los puntos clave para una mayor sobrevida sean una salud mental lo más equilibrada posible y un buen compromiso espiritual.