Las vitaminas son sustancias que ayudan al cuerpo a crecer y desarrollarse en forma normal. Una de ellas es la K, que se encarga de construir huesos y tejidos saludables a través de las proteínas.
Esta vitamina tiene un efecto protector del corazón, trabaja para mantener el esqueleto fuerte, previene la calcificación de las arterias y enfermedades cardíacas y su déficit puede provocar caries, osteoporosis, venas varicosas o enfermedades infecciosas, entre otras afecciones.
Una de sus funciones primordiales es que ayuda en el proceso de coagulación de la sangre, evitando sangrados descontrolados. “Si una persona no tiene suficiente vitamina K, podría sangrar mucho”, precisa la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. De acuerdo con esta institución, si una persona está tomando anticoagulantes, debe tener cuidado con la cantidad que consume de esta vitamina.
También requiere tener precaución al consumir suplementos de vitamina E, pues esta puede interferir con la manera en que la vitamina K se procesa en el cuerpo.
Además de las bondades ya mencionadas, también es antioxidante, por lo que previene la formación de radicales libres y, por lo tanto, evita el envejecimiento prematuro.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, de Estados Unidos, las personas obtienen la vitamina K de los alimentos que consumen, aunque las bacterias buenas que viven en los intestinos también producen algo de esta vitamina.
Los especialistas aseguran que los bebés nacen con cantidades muy pequeñas de vitamina K almacenada en el cuerpo, lo cual puede provocar problemas graves de sangrado si no se suplementa.
De acuerdo con información del portal Cuerpo Mente, la K es una de las cuatro vitaminas liposolubles, es decir, que necesitan de grasa para ser absorbidas.
Existen diferentes tipos de vitamina K y una de ellas es la K1. A esta vitamina también se le conoce como filoquinona y se encuentra en plantas y productos de origen vegetal, como verduras de hoja verde dentro de las que destacan espinacas, acelgas, hojas de mostaza, perejil y lechuga romana, entre otras.
También se puede hallar en vegetales crucíferos como el brócoli, repollo y coles de bruselas; en los espárragos, guisantes, frutas como ciruelas, zarzamoras, uvas, fresas o mora azul, entre otros. La principal función de esta vitamina es regular la coagulación de la sangre.
El principal síntoma de carencia de vitamina K1 es la tendencia a sufrir hemorragias y moratones, así como manchas de sangre bajo las uñas.
También está la vitamina K2 o menaquinona, que es producida por bacterias, por lo que es indispensable tener bacterias sanas en la microbiota para que puedan formarla. En los alimentos también se puede encontrar en alguna comida fermentada aunque las cantidades varían de acuerdo con el método de producción de las mismas.
Entre los beneficios de la vitamina K2 destaca una mejor salud en los huesos. También se asocia a un menor número de casos de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
En general la vitamina K tiene importantes funciones óseas. Se ha comprobado que niveles adecuados de esta se relacionan con mayor densidad ósea, sobre todo a edades más avanzadas. Según National Institutes Health, de Estados Unidos, la cantidad de esta vitamina que una persona necesita depende de la edad y el sexo.
De acuerdo con esta institución, no se ha demostrado que la vitamina K proveniente de los alimentos cause daño. Sin embargo, cuando se emplean suplementos en dosis elevadas puede llegar a producirse hipervitaminosis.
Entre los efectos que puede desencadenar está la interferencia con medicamentos, en especial la warfarina (anticoagulante); alteraciones en la coagulación sanguínea; ictericia, que es el color amarillento en los ojos y en la piel por exceso de bilirrubina, y cambios hepáticos.