Desde hace millones de años el pan ha hecho parte de la dieta humana. Si bien no se conoce exactamente su origen, se habla que existen evidencias arqueológicas de que ya en la prehistoria se molían semillas que mezcladas con agua formaban una masa que se cocía en forma de tortas.
Lo cierto es que hoy sigue siendo uno de los alimentos más populares en la dieta de millones de personas alrededor del mundo. Sin embargo, en torno a este producto se han tejido todo tipo de mitos que han llevado a que muchos consumidores lo excluyan de su dieta diaria.
El principal mito está relacionado con que se trata de un alimento que engorda y por ello hay quienes lo evitan para no subir de peso. Sin embargo, expertos coinciden en indicar que esta es una apreciación falsa y que lo que puede incidir es la cantidad y la forma como se consume.
De acuerdo con un artículo publicado por la agencia Europa Press, el pan tiene una cantidad moderada de calorías y muy poca grasa. Asimismo, su alto contenido en fibra y carbohidratos ayudan a mejorar el funcionamiento del sistema digestivo y a controlar el apetito. Sin embargo, lo que sí engorda es el acompañamiento, por ejemplo, jamón, chorizo, queso o chocolate.
Los expertos recomiendan consumir alrededor de unos 250 gramos al día repartidos entre las diferentes comidas, es decir, en raciones de unos 40 o 60 gramos, indica un artículo de la revista Hola. Incluso, una persona sana, con una actividad física adecuada podría consumir hasta 400 gramos de pan.
Según la deportóloga Liliana Romero de la EPS Compensar, el pan no genera sobrepeso, pero los malos hábitos sí. Por eso sugiere comer las cantidades adecuadas (dos rodajas) y generar gasto calórico. Es decir, hacer ejercicio, según explica en un artículo publicado en la revista Compensar.
Muchas personas creen que el pan integral adelgaza, pero de acuerdo con los especialistas esto no es cierto. Los productos integrales son ricos en fibra, lo que los convierte en alimentos saciantes, pero, en ningún caso, facilitan la pérdida de peso. De hecho, el pan blanco y el integral proporcionan la misma cantidad de calorías, indica la información de Europa Press.
No obstante, el pan integral puede ser mejor porque aporta más vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales y fibra, por lo que regula el tránsito intestinal, según el portal Sabervivirtv.com.
Tipo de harina
En este proceso de las propiedades o componentes que pueda tener el pan juega un papel primordial la harina que se utilice, pues no todas son iguales. La harina para hacer pan es rica en proteínas y, por consiguiente, posee un alto contenido en gluten. Es harina de trigo y se conoce como harina de fuerza.
La harina normal o multiusos es la que se utiliza para cocinar. Suele contener entre un 8 y un 10 % de gluten y es mucho más fina que la de fuerza. Por su parte, la de pastelería es aún más fina y ligera con un alto contenido en almidón. Además, es la que contiene menos gluten.
También existe la harina de espelta, que posee un alto contenido en gluten, pero este tiene una composición diferente y es más fácil de digerir. La espelta es una variedad de trigo, con mayor valor nutricional que el habitual.
El artículo de la revista Compensar explica que el pan es un carbohidrato complejo de absorción lenta que hace que las personas se sientan llenas durante más tiempo y tiene proteínas, hierro, zinc, magnesio, potasio y vitamina B.
La fibra se encuentra con mayor cantidad en los integrales pero el pan blanco también la contiene. Al tenerla permite controlar los niveles de azúcar, colesterol y ayuda a mejorar la digestión.
¿Cuándo comer pan?
Los efectos que el pan pueda tener en el cuerpo obedecen no solo a la cantidad que se consuma o con qué se acompañe, sino a la hora en la que se ingiera. Lo ideal es comerlo al desayuno y no después de las cinco de la tarde, por ejemplo.
También es importante tener en cuenta que el pan que se consume no tenga otros ingredientes como bocadillo, uvas, ciruelas u otro tipo de productos que sí pueden agregar otros componentes a la ingesta y al organismo.