Los niveles descontrolados de azúcar en la sangre generan diversos inconvenientes de salud a quienes tienen este padecimiento. Uno de ellos es el pie diabético, una de las afecciones más frecuentes en las personas con glucosa elevada.
Se puede presentar con el tiempo cuando los niveles altos de azúcar en la sangre dañan los nervios y los vasos sanguíneos de los pies. El daño a los nervios, llamado neuropatía diabética, puede provocar entumecimiento, hormigueo y dolor o pérdida de sensibilidad en los pies, asegura la biblioteca médica Medline Plus.
Si la persona no puede sentir dolor, es posible que no se dé cuenta de si tiene un corte, una ampolla o una úlcera en el pie. Esta herida puede infectarse y es posible que la infección no se cure bien porque los vasos sanguíneos dañados pueden causar un deficiente flujo sanguíneo en los pies.
La mayoría de las heridas son causadas por una disminución de la sensibilidad del pie y surgen en la planta o en las zonas cercanas al hueso, como los nudillos de los dedos, según precisa la Clínica Universidad de Navarra, en España.
Tener una infección y un flujo sanguíneo deficiente puede causar gangrena, en la que el músculo, la piel y otros tejidos comienzan a morir, precisa el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de los Estados Unidos. Cuando un paciente tiene una úlcera en el pie que no mejora con el tratamiento, es posible que se necesite una amputación, un procedimiento que podría salvarle la vida al evitar que se propague una infección grave.
Para tratar de evitar estos problemas y posibles complicaciones de salud, lo primero que las personas deben hacer es trabajar para controlar los niveles de azúcar en la sangre, sin dejar de lado una buena higiene en los pies.
Ante este padecimiento, los expertos recomiendan algunos cuidados especiales para las personas que padecen de pie diabético.
- Revisar los pies: se deben observar diariamente los pies, buscando cualquier pequeña rozadura, herida o enrojecimiento. Se deben controlar seis lugares en la planta del pie: la punta del dedo gordo, la base de los dedos pequeños, la base de los dedos medios, también el talón y la parte exterior del pie y la planta.
- No fumar: el tabaco estrecha las arterias y no favorece un adecuado aporte de oxígeno a los pies.
- Ejercicio regular: es aconsejable realizar ejercicio diariamente en forma de paseos por terreno llano y a buen ritmo durante, al menos, una hora.
- Higiene: se deben mantener los pies limpios, lavándolos a diario con agua tibia y jabón.
- Secar bien: el secado debe ser minucioso y de acuerdo con la Clínica Universidad de Navarra, para secar los pies es mejor hacerlo por contacto, evitando en lo posible la fricción y prestando una atención especial a las zonas interdigitales. En el caso de que haya sudoración excesiva, se recomienda aplicar polvos de talco después del lavado diario.
- Hidratación: después de la higiene diaria hay que aplicar crema hidratante en el talón, la planta y el dorso de ambos pies para evitar la sequedad. Se debe evitar el uso de productos con alcohol o colonia.
- Cuidar las uñas: para el cuidado de las uñas, se deben utilizar tijeras de punta roma y lima de cartón. Se deben evitar tijeras de punta afilada, cortauñas u otros objetos punzantes. Tampoco usar limas metálicas, ni piedra pómez. Se deben cortar las uñas en forma recta evitando cortar a los lados.
- No utilizar callicidas, ni manipular los callos u otras lesiones de los pies.
- Evitar calcetines sintéticos: no se deben usar medias sintéticas y con costuras gruesas, ni ligas o fajas que compriman y comprometan la circulación. Lo más adecuado es utilizar calcetines de fibras naturales (algodón, hilo o lana) y de tonos claros para la detección precoz de las heridas. Para calentarse los pies, no utilizar mantas eléctricas ni bolsas de agua caliente.
-Calzado cómodo: respecto al calzado, es necesario utilizar zapatos de cuero, cómodos y amplios, donde cada dedo tenga espacio con holgura. También conviene que el pie esté bien sujeto, con calzado que se ate con cordones o velcro. Revisar cada día el interior del calzado con la mano en busca de cualquier cosa que pueda pasar inadvertida y ocasionar una lesión o rozadura.
- Cuidado con las heridas: respecto a las heridas y curas, es preciso que sean evaluadas por el médico, quien podrá indicar el tipo de cuidados que hay que realizar sobre las mismas.