La insulina es una hormona que se encarga de que el azúcar (glucosa), proveniente de los alimentos y bebidas, pase a las células del cuerpo, con lo cual el cuerpo se recarga de energía. De manera que esta hormona es fundamental para mantener los niveles de azúcar en la sangre, por lo que tenerlos demasiados altos o bajos pueden producir graves efectos para la salud.
Para conocer los niveles de insulina solo se necesita un sencillo examen de sangre, por lo que se recomienda solicitarlo al médico en una cita de control.
Existen dos riesgos: la hiperglucemia, que significa que están demasiado altos y se presenta cuando el cuerpo no produce suficiente insulina. “Si no hay suficiente insulina, la glucosa no puede entrar a las células y permanece en el torrente sanguíneo”, explicó el portal MedlinePlus.
Por el contrario, la hipoglucemia se presenta cuando están muy bajos y se presenta cuando “el cuerpo envía demasiada insulina a la sangre, entra mucha glucosa a las células y queda muy poca en el torrente sanguíneo”.
La presencia de altos niveles de azúcar en la sangre producen dos tipos diabetes, la 1, cuando una el cuerpo produce poco o nada de insulina y la 2 en la que aunque el cuerpo tal vez pueda seguir produciendo insulina, las células no responden bien a la insulina y no pueden absorber suficiente glucosa de la sangre.
“La resistencia la insulina tiende a empeorar con el tiempo hasta que finalmente disminuye la capacidad del cuerpo para producir insulina. A medida que los niveles de insulina bajan, los niveles de azúcar suben. Si los niveles no vuelven a la normalidad, la persona puede desarrollar diabetes tipo 2″, explicó.
Altos niveles de insulina puede significar la presencia de enfermedades como diabetes tipo2, resistencia a esa hormona, hipoglucemia, síndrome de Cushing (una enfermedad de las glándulas suprarrenales encargadas de ayudar al cuerpo a descomponer las grasas y las proteínas), así como insulinoma (tumor pancreático)
Cuando están demasiado bajos puede presentar hiperglucemia (nivel alto de azúcar en la sangre), diabetes tipo 1 y pancreatitis (inflamación del páncreas).
Son muchos los aportes que las plantas, frutas y otros productos naturales hacen para evitar problemas de salud o para controlar algunas situaciones anormales que se presentan en el cuerpo. Una de ellas es el mango, fruta dulce que se caracteriza por contener vitaminas A y C. De acuerdo con el artículo publicado por el portal de salud Tua Saúde, y revisado por la nutricionista Tatiana Zanin, su consumo regular puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico y prevenir la aparición de enfermedades cardiacas.
Asimismo, su ingesta no debe ser regular para personas que son diagnosticadas con diabetes. Sin embargo, el portal citado, revela una lista de afecciones que pueden ser combatidas por esta fruta y sus hojas.
El consumo de mango regula la glucosa en la sangre porque está compuesto de ácido gálico y ácido ferúlico que estimula la producción de insulina, reduciendo el riesgo de diabetes.
A los anteriores beneficios del mango, se suma el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social del Gobierno de Paraguay, que menciona que este alimento puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de seno, leucemia y a combatir la sequedad ocular.
Además, la combinación de magnesio y potasio hace que el mango esté indicado para mantener en buena forma el sistema músculo-esquelético (previene desde la osteoporosis a los calambres musculares).
Esta fruta tiene una serie de efectos positivos en la salud de las personas, pues “la fibra es uno de los principales beneficios del mango, que junto a la fructosa que tiene, facilitaría el tránsito intestinal y actuaría como laxante natural, previniendo así el estreñimiento de una manera fácil y eficaz”, destacó el portal web especializado en cuidado personal Mejor con Salud.