La nueva ministra de Cienca y Tecnología lleva varias semanas en la mitad de una tormenta. El pasado 11 de enero el diario El Espectador publicó un artículo que cuestionaba a Mabel Torres por una afirmación que hizo en una entrevista del Canal Caracol. La jefe de la cartera aseguró que una “bebida líquida funcional con ganoderma y otros extractos de frutas del Pacífico”, era efectiva para combatir algunos tipos de cáncer como el de seno, cérvix y cerebro. Torres afirmó que durante años varias de sus investigaciones cómo bióloga habían girado en torno a este hongo milagroso y que incluso, algunos de los pacientes a quienes se lo había recomendado se curaron. El artículo de El Espectador indagó sobre el tema y descubrió que, lastimosamente, “sobre la relación entre ganoderma y algún tipo de cáncer, la ministra no ha publicado nada”. Y que más allá de los beneficios que le atribuye la medicina tradicional a esta seta, no hay estudios científicos que demuestren su eficacia. La nota despertó la preocupación y el rechazo de la comunidad científica. En pocos días, grupos como la Liga Colombiana Contra el Cáncer, la Asociación Colombiana de Ginecólogos Oncólogos y la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina, emitieron comunicados en los que cuestionaban las afirmaciones de la ministra de Ciencia y Tecnología.
“La desinformación o la información no avalada científicamente hace mucho daño, especialmente cuando se trata de una enfermedad tan compleja que afecta a más de 100.000 colombianos cada año y que con frecuencia son asaltados en su buena fe por mercaderes de la esperanza”, dice el comunicado de La Liga Colombiana Contra el Cancer. ¿Pero qué es el ganoderma? Ivonne Jeannette Nieto Ramirez, química de la Universidad Nacional, doctora en ciencias de la Universidad de la Laguna en España y con especialidad en productos naturales, explica que el ganoderma es un hongo de origen chino, utilizado desde hace milenios para efecto medicinales “porque, en teoría, presenta acciones biológicas buenas para el organismo humano”. El ganoderma es un hongo de origen chino, utilizado desde hace milenios “porque, en teoría, presenta acciones biológicas buenas para el organismo de los humanos”. Asegura que si bien el orígen de su uso obedece a la medicina ancestral, con los años se ha extendido a todo el mundo debido a que muchos le atribuyen propiedades antibacterianas, como por ejemplo, que “protege los riñones, ayuda al sistema nervioso, entre otras muchas cosas”, explica. Nieto, que durante años ha estudiado los compuestos taxonómicos de las ganodermas desde el Grupo de investigación de Química de Hongos Colombianos de la Universidad Nacional, reconoce que ha comprobado que algunos de sus componentes sí tienen las acciones que se le atribuyen. Sin embargo, ni ella ni nadie en Colombia ha iniciado contacto con Facultades de Medicina o Farmacología para comprobar su grado de eficacia en humanos. “Hemos comprobado actividad antibacteriana en estudios in vitro (experimentos en un tubo de ensayo) pero como químicos no podemos recomendar su consumo”, explica.
Respecto a sus beneficios para el cáncer asegura que con su grupo de estudio aisló los compuestos de un tipo de ganoderma tomado del Chocó que luego se testeó en el Instituto de Cáncer de Estados Unidos y dio positivo para la línea celular LH-60. “Ahora, hasta ahí llegamos. En el estudio in vitro evitó el crecimiento de estas células pero no podemos decir como se comporta en el cuerpo humano”. Desde la perspectiva de esta experta el consumo de los productos derivados del ganoderma como nutracéutico no es malo, pero nunca debe reemplazarse por un tratamiento fundamental como la quimioterapia. “Actualmente quienes lo usan lo hacen como un co-ayudante, pues se cree que sus compuestos ácidos ganodericos mejoran el sistema inmune y hace que algunos pacientes respondan mejor a la quimioterapia”. En efecto, hoy hay medicamentos y alimentos en el mercado preparados con este hongo como el ganocafé o el ganochocolate que las personas del común consumen no sólo para prevenir el cáncer, sino por múltiples beneficios que se le atribuyen, entre ellos evitar bronquitis, hipertensión o úlceras. Pocos de ellos, científicamente comprobados. Según Nieto este tipo de seta nunca ha sido comestible, como un champiñón, porque es duro como la madera. En la actualidad, lo que se hace para consumirlo es “tomarlo como una infusión o en una cápsula”.
Una de las razones por las que se sabe tan poco de sus efectos es por el tiempo y la rigurosidad científica que requiere avalar un medicamento. “Entre encontrar el compuesto, aislarlo, realizar pruebas en animales, en humanos y luego empezar a comercializarlo pueden pasar entre seis u ocho año”, afirma la experta. A esto se suma otra complejidad: el ganoderma es un género de hongos que contiene muchas especies y dependiendo de la temperatura donde se de, cambia la cantidad de sus compuestos. En Colombia, por ejemplo, es común en climas cálidos como el Chocó o en climas fríos como la región cundiboyacense. “Los compuestos que muestran beneficios se encuentran en una pequeña proporción del hongo. Varían entre el 0.1, 0.5, al dos o tres por ciento y para que tengan la acción de un fármaco normal habría que consumir mucha cantidad”. En ese sentido, es poco probable que una pastilla de hongo molido pueda compararse con la efectividad de los 500 miligramos de un fármaco. Para Carlos Castro, director de la Liga Colombiana contra el Cáncer, la nube de dudas sobre el ganoderma tiene otra respuesta más sencilla: si fueran ciertos todos sus beneficios, la comunidad científica, médica o oncológica ya lo sabría. “No conozco ningún estudio serio publicado en una revista indexada, puede haber preliminares pero en varias revisiones que han hecho algunos médicos como Raul Murillo, director del Centro Javeriano de Oncología, no hay evidencia de que este hongo pueda ser usado para el control o la cura del cáncer” , dice. Lo que el oncólogo crítica de la afirmación de la ministra Mabel Torres es que desestima el método científico y deja la puerta abierta para la pseudociencia. “Primero se pone a tratar pacientes, segundo, desconoce la importancia de investigar sobre una medicación que eventualmente podría usarse en la humanidad, y tercero, lo hace pasar como cualquier otro producto de oncología”, afirma. Para la comunidad científica, consciente o inconscientemente la ministra se saltó la normatividad ética de la investigación científica que está reconocida en todo el mundo.
Esto resulta preocupante pues en una era donde la desinformación es el pan de cada día las principales víctimas son quienes ven en estos productos su última esperanza. “Si mi papá tiene cáncer, lo desahuciaron y veo en la televisión a la ministra recomendado el ganoderma, lo compro porque puede curarlo. Como este hay cientos de casos. Tengo en mi cabeza el del anamú, el noni, el borojó, la sangre de chulo, la guanabana. Nada de eso está sustentado y cómo científicos y oncólogos no podemos permitir que la ministra lo avale”, explica Castro. Pero para él tampoco se trata de hacer rodar su cabeza ni de cuestionar las razones por las que el presidente Duque, o la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, la eligieron como ministra. Se trata de que ella sea consciente de la responsabilidad que tiene. “La ciencia está para que no nos engañemos, como dijo Moisés Wasserman en una reciente columna. Lo que yo le pido es que rectifique, si no es así y desconoce el método científico, ¿como vamos a esperar que la ciencia siga desarrollándose en el país de manera seria”, concluye.