La estrecha relación entre cuerpo, mente y emociones ha vuelto a relucir, debido a la gran cantidad de personas que se están viendo afectadas por un estado de estrés crónico, que repercute en su salud cardiovascular.
Y es que la acumulación de emociones tóxicas, como la ira y el miedo, repercuten de manera negativa en la salud de los individuos, trayendo como consecuencia un sentimiento de tensión física o emocional, que puede llegar a ser la causa de graves enfermedades que van disminuyendo su calidad de vida.
¿Cómo reencontrarse con su ritmo natural?
La clave consiste en trabajar para forjar una salud integral, es decir, que armonice las dimensiones física, psíquica y emocional que tienen las personas.
Pero, ¿cómo lograrlo? Al parecer, hay una técnica milenaria que está dándole la vuelta al mundo. Se trata del slow jogging, un trote lento y consciente que, practicado con periodicidad, les devuelve el bienestar cardiaco a las personas, ayudándoles a enfrentar las dificultades diarias de una manera mucho más tranquila.
De hecho, el reconocido cardiólogo Martín Lombardero, en su reciente libro El corazón es consciente. Puedes cambiar tu destino cardiológico, invita a replantear la estrecha e indisoluble conexión entre cuerpo, mente y emociones, como una fórmula para mejorar la salud cardiaca y evitar fatales consecuencias.
Para el especialista, el estrés crónico se ha convertido en “el verdadero depredador del siglo XXI”, por lo que invita a hacer un cambio en la vida, a través de un movimiento consciente y de reencuentro con la esencia primordial que hace que las personas sean seres integrales.
Los beneficios integrales del slow jogging
De acuerdo con las explicaciones del cardiólogo Martín Lombardero, estos son los principales beneficios que trae la práctica de esta ciencia:
- Mayor gasto energético que caminar rápido
Trotar lentamente “genera más gasto de energía que caminar rápido”, al activar un consumo metabólico óptimo de las grasas almacenadas como combustible.
De esta manera, el slow jogging mantiene la frecuencia cardiaca, lo que permite que la enzima lipasa se active y degrade el tejido graso acumulado, de manera que el cuerpo inteligentemente utiliza las reservas grasas acumuladas de forma más eficiente.
- Pérdida de peso más saludable y sostenible
De acuerdo con el experto en mención, el slow jogging “propicia una pérdida de peso más eficiente, con menor esfuerzo, pero más prolongada en el tiempo”, en comparación con los entrenamientos de alta intensidad enfocados en la obtención de energía inmediata.
- Reducción integral de riesgos cardiovasculares
Al “hacer más eficaz el rendimiento cardíaco”, también se “disminuye la presión arterial, mejora la resistencia a la insulina y todo lo concerniente al síndrome metabólico”, asegura Lombardero. Gracias a esta práctica, se atacan simultáneamente múltiples frentes que propician el desarrollo de enfermedades como la hipertensión, la aterosclerosis, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes tipo 2.
- Fortalecimiento integral del sistema inmunológico
El slow jogging fortalece el sistema inmunológico, volviendo a las personas más resistentes y resilientes ante amenazas como virus, bacterias, hongos e infecciones.
- Prevención de enfermedades respiratorias graves
El slow jogging aumenta la capacidad para “reducir el riesgo de enfermedades infecciosas respiratorias en un 50 %”. Además, en caso de contraer dichas afecciones, su severidad clínica “disminuye entre un 32 % y 41 %” en comparación con individuos sedentarios.
- Ejercicio cardiovascular óptimo de bajo impacto
El libro del cardiólogo Martín Lombardero reafirma que “el ejercicio físico de intensidad moderada y prolongada es ideal para bajar de peso con bajo riesgo cardiovascular”.
Como conclusión, se puede afirmar que la práctica constante del slow jogging se puede convertir en una verdadera “píldora preventiva”, que aproxima a las personas al ideal de una salud plena e integral.