La fibrosis quística es una enfermedad que provoca la acumulación de moco espeso y pegajoso en los pulmones, el tubo digestivo y otras áreas del cuerpo, según la definición de MedlinePlus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos. Además, es uno de los tipos de enfermedad pulmonar crónica más común en niños y adultos jóvenes.

Las personas deben tener un cuidado especial frente a esta enfermedad, pues es potencialmente mortal. En ese sentido, es necesario acudir a un especialista médico ante cualquier señal de alarma.

Respecto al origen de la fibrosis quística, se trata de una enfermedad hereditaria, por lo que es causada por un gen defectuoso que lleva al cuerpo a producir un líquido anormalmente espeso y pegajoso llamado moco, el cual se acumula en las vías respiratorias de los pulmones y en el páncreas. No obstante, muchas personas que portan el gen de la fibrosis quística no manifiestan ningún síntoma. Esto se debe a que una persona con esta enfermedad debe heredar dos genes defectuosos, uno de cada padre.

En el caso de los niños, la enfermedad es diagnosticada generalmente hacia los dos años, luego de haber realizado un examen de detección en recién nacidos. Sin embargo, también puede detectarse hasta los 18 años o, incluso, una edad más avanzada.

La fibrosis quística puede generar diversos síntomas que afectan múltiples funcionalidades del cuerpo, como la intestinal o la pulmonar, por ejemplo. Estos son los más comunes, de acuerdo con MedlinePlus:

Síntomas en recién nacidos:

  • Retraso en el crecimiento.
  • Incapacidad para aumentar de peso normalmente durante la niñez.
  • Ausencia de deposiciones durante las primeras 24 a 48 horas de vida.
  • Piel con sabor salado.

Síntomas relacionados con la función intestinal:

  • Dolor abdominal a causa del estreñimiento grave.
  • Aumento de gases, meteorismo o un abdomen que parece hinchado (distendido).
  • Náuseas e inapetencia.
  • Heces pálidas o color arcilla, de olor fétido, que tienen moco o que flotan.
  • Pérdida de peso.

Los síntomas más intensos suelen estar relacionados con el sistema respiratorio, afectando los pulmones y los senos paranasales:

  • Tos o aumento de la mucosidad en los senos paranasales o los pulmones.
  • Fatiga.
  • Congestión nasal causada por los pólipos nasales.
  • Episodios recurrentes de neumonía (los síntomas de neumonía en una persona con fibrosis quística abarcan fiebre, aumento de la tos y dificultad respiratoria, aumento de la mucosidad y pérdida del apetito).
  • Dolor o presión sinusal causados por infección o pólipos.

Haber padecido fibrosis quística también puede traer consecuencias para el resto de la vida. Por ejemplo, en los hombres puede causas esterilidad; también diversos síntomas respiratorios, malformación en los dedos o pancreatitis (inflamación repetitiva del páncreas).

Los pulmones hacen parte de los cinco órganos vitales del cuerpo. | Foto: Getty Images/Image Source

Tratamiento de la fibrosis quística

Para mejorar las opciones de supervivencia, así como la calidad de vida, es importante diagnosticar la enfermedad de manera temprana. En general, el tratamiento para los problemas pulmonares incluye el uso de antibióticos para prevenir y tratar las infecciones sinusales y pulmonares; la inhalación de medicamentos para ayudar a abrir las vías respiratorias y el suministro de medicina para diluir el moco y facilitar la expectoración. También figura la aplicación de vacunas, como la antigripal y la antineumocócica

En casos extremos, resulta necesario el trasplante de pulmón o la oxigenoterapia a medida que la enfermedad pulmonar empeore.

Como complemento de los medicamentos para diluir el moco, los especialistas recomiendan terapias para facilitar su expectoración fuera de los pulmones. Algunos de los métodos son:

  • Actividad o ejercicio que lo llevan a respirar profundo.
  • Dispositivos que se usan durante el día para ayudar a despejar las vías respiratorias de las cantidades excesivas de moco.
  • Percusión manual del pecho (o fisioterapia del pecho), en la cual un miembro de la familia o un terapeuta dan palmadas suavemente sobre el pecho, la espalda o un área por debajo de los brazos de la persona.

El tratamiento también incluye dietas especiales y el consumo de ciertos suplementos, los cuales son recetados por un especialista médico en función de las necesidades de cada paciente.