Este 31 de mayo, la OMS celebró el Día Mundial Sin Tabaco, pero, ¿qué tanto se conoce sobre la causa de esta adicción?

A pesar de que organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud y Protección Social instan a la población a la prevención y cesación del consumo de tabaco y nicotina, el índice de tabaquismo sigue siendo alto en el mundo.

Aunque en todos los países del mundo prima la regulación del tabaco como un producto legal de consumo, y tanto su venta como su publicidad están supervisadas, muchos niños, niñas y jóvenes empiezan a fumar desde muy temprano, sin tener realmente claro qué es y qué produce la nicotina en el organismo.

SEMANA consultó al doctor Mauricio Orozco-Levi, neumólogo y jefe del Centro para el Cuidado de la Salud Respiratoria de la Fundación Cardiovascular de Colombia - Hospital Internacional de Colombia (HIC), quien explicó cómo es que el cuerpo reacciona a esta sustancia y cuáles son las consecuencias de su inhalación.

SEMANA: ¿Qué es la nicotina?

Mauricio Orozco Levi: La nicotina es un elemento químico de la familia de los alcaloides, de la familia de la cocaína, anfetaminas, cafeína, teína (presente en los tés), teobromina (en el chocolate); es decir, que es una sustancia química que tiene similitudes con otras que consumimos.

La diferencia que tiene la nicotina es que es muchísimo más adictógena y la tiene el tabaco, por eso el tabaco genera adicción. El hecho de que sea adictógena significa que, consumida o probada algunas veces, genera una dependencia. Además hay que ir incrementando la dosis para obtener el mismo efecto.

Entonces es una drogadicción, una adicción a una sustancia química.

Además de manchar los dientes, según los expertos, el consumo de tabaco puede causar enfermedades tanto en el tracto respiratorio como en los demás órganos del cuerpo humano. | Foto: RyanKing999

SEMANA: ¿Cuáles son los efectos de la nicotina en el cuerpo y por qué genera dependencia?

M.O.L.: La estructura que tiene la nicotina se une a unos receptores que tienen las neuronas y estos generan una respuesta que, fundamentalmente, ocurre en dos sitios del cerebro: el núcleo accumbens y el locus cerúleo, y esas dos regiones anatómicas del cerebro son las que manejan la respuesta placentera a diferentes cosas, no solamente a la nicotina sino a otras sustancias y situaciones, como la risa, el bienestar, la sexualidad y las sensaciones de confort.

Entonces, la nicotina genera adicción por su estructura química, por los lugares cerebrales a los que estimula y porque tenemos unos receptores que, cuando se estimulan, generan esa respuesta.

SEMANA: ¿Qué pasa cuando se deja de consumir?

M.O.L.: Cuando se deja de consumir genera malestar. Esa abstinencia que se llama craving, que es la necesidad de volver a consumir la sustancia para evitar ese malestar. Esto es lo que hace que la nicotina sea tan potente, y sea la justificación y el elemento de manipulación por la industria tabacalera para conseguir que la población se mantenga fumando, bien sea por tabaco combustivo o de cualquier otra forma de consumo de nicotina.

SEMANA: ¿Qué se sabe sobre los dispositivos sustitutos del cigarro convencional?

M.O.L.: Tenemos la evidencia de que no permiten dejar de fumar, no son estrategias que sean alternativas al tabaquismo, sino que son estrategias complementarias para consumir nicotina.

Ahora bien, entre los diferentes elementos de consumo está el tabaco molido o picado finamente, se llama ‘rape’ o ‘rapé'; todas las formas de tabaco combustivo: tabaco, pipas, cigarrillo electrónico, y todas las formas inhalar nicotina disuelta en aceites, que son los elementos de vapeo y en todas sus formas. Entonces, independientemente del sistema por el cual se puede consumir el tabaco, el objetivo último de esos sistemas es que inhalemos y consumamos nicotina, además de las 7.000 sustancias adicionales que tiene el tabaco, pero cualquiera de estos dispositivos busca que inhalemos la nicotina para generar adicción.

SEMANA: ¿Por qué el objetivo es generar adicción?

M.O.L.: Porque ahí es donde está, precisamente, el negocio. El tabaco no es más sino un negocio. Toda la industria tabacalera que va dirigida a que los jóvenes fumen, tengan el estímulo social, puedan hacer probaturas, e inclusive los adultos, lo que busca es que sea un cliente de ahí hasta los 60, 70 años, consumiendo un producto diario de 4.000 a 12.000 pesos en Colombia, un poquito más si son vapeadores, pero que se convierte en un cálculo de 24.000 a 80.000 millones de pesos por día.

El sistema, cualquiera que sea, de consumo de tabaco: vapeadores, cigarrillos electrónicos o cigarrillo combustivo como tal, todos tienen como factor común el depósito de la nicotina. No hay ningún sistema de vapeo que permita dejar de fumar. Son sistemas para perpetuar el tabaquismo.

SEMANA: ¿De dónde salen los vapeadores?

M.O.L.: Como está prohibido fumar en algunos sitios por ley, los ingenieros se inventaron un sistema al que le llamamos vapeador o aerosolisador, que permite que se mantenga el consumo del tabaco, porque si no es así muchas personas dejarían de fumar. Pero la industria ha logrado inventarse los vapeadores como una forma de mantener esa clientela, inclusive en sitios como un teatro o un café, donde estaría prohibido el cigarrillo pero los vapeadores no.

Es un éxito, diría yo, de la ingeniería, y un éxito comercial para todo lo que tiene que ver con el tabaco.

SEMANA: ¿Qué daños causa el humo que entra al organismo?

M.O.L.: El humo tiene como característica que tiene partículas y gases. Tanto los gases como las partículas son capaces de inducir enfermedades respiratorias, en la nariz, garganta, laringe y pulmón, pero de ahí se absorben y pasan al organismo, por eso el cigarrillo puede inducir enfermedades en el tracto respiratorio, pero también puede producir enfermedades a nivel de ojos, cerebro, hígado, útero, pene, testículos y ovarios.

Es decir, el tabaco que se inhala trasciende más allá de la boca o el pulmón. Se absorbe, y esas partículas, especialmente las que son menores de 2,5 micras, y esos gases, pasan al organismo las enfermedades, en múltiples órganos y sistemas. Pero no se inducen con una calada de cigarrillo, sino con el consumo repetido.

Hay pacientes muy susceptibles que pueden hacer enfermedades graves ante el vapeo, por una vapeada un día, y se pueden morir inclusive. Y otros que pueden hacer enfermedades cuando cumplen 30 o 40 años.

SEMANA: ¿Cuál es la dificultad en la prevención del tabaquismo?

M.O.L.: Lo grave de tratar de dar evidencias y conceptos en contra del consumo del tabaco en la población joven, o un individuo que no se sabe enfermo, es que la prevención no se palpa. Entonces, normalmente, los jóvenes no se sienten susceptibles a tener enfermedades. Pero luego, con el paso de los años, se adquiere esa sensación.

Eso es lo difícil cuando se habla del tabaco, cuando estamos ante una industria que promueve el consumo social, ritual, de moda, grupo, masa, inclusive los elementos electrónicos, que son también un elemento suntuario.

SEMANA: ¿Cómo se ven afectados los fumadores pasivos?

M.O.L.: Si comparamos un no fumador con un fumador pasivo o de “segunda mano”, que no solamente inhala lo que sale del cigarrillo sino lo que el fumador exhala, el fumador pasivo tiene un riesgo intermedio. Hace más cáncer, enfermedades del corazón, enfermedades renales, y de otros órganos y sistemas que un no fumador. Pero nunca con el riesgo tan alto como el fumador activo.

Un fumador pasivo ha tenido una dosis media, según el tiempo de exposición, pero también puede hacer enfermedades.

Una de las principales es el cáncer de pulmón, en los fumadores pasivos o aquellos que están expuestos a los humos de cigarrillo o de vapeadores. Sabemos que el vapeo pasivo también es capaz de inducir enfermedades. No solamente es ponerse el cigarrillo en la boca, sino estar en sitios donde haya humo.

Pero, obviamente, con una dosis necesaria y un tiempo necesario. El vapeo en ocasiones se combina, le ponen aromas, aceites, colores, y eso puede hacer que se produzca una enfermedad pulmonar muy grave, y ha habido casos de muerte por esta patología ante estos vapeadores.

Ante el cigarrillo, ha habido pacientes con crisis graves de enfermedades respiratorias, como asma o falla respiratoria asociada a una respuesta del pulmón de forma masiva. Entonces, tanto los humos, las partículas como los vapores son capaces de producir enfermedad.

A pesar de que hay personas que creen que el vapear ayuda a dejar el cigarrillo, el experto asegura que este puede ser complementario, e incluso sustituto del tabaco combustivo, sin disminuir la dependencia. | Foto: Getty Images

SEMANA: ¿Quiénes tienen mayor riesgo de desarrollar patologías?

M.O.L.: El problema es que no sabemos quién es el más susceptible para hacer la enfermedad. Y no necesariamente todos se van a enfermar al mismo tiempo, pero creemos que todos hacen enfermedad. El problema es cuándo.

Esas personas que no hacen enfermedad aguda o rápida son una mala propaganda, porque existe siempre el aforismo “yo tenía un abuelo que murió de 90 años y fumaba mucho”. Eso no quiere decir que no tuviera enfermedad, sino que, posiblemente, era menos susceptible, porque en las enfermedades ante el tabaco y otro tipo de agentes existen factores individuales, genéticos, raciales, dietarios y otras enfermedades, por lo que no todos mueren por las asociadas al tabaco o no todos aparentan estar enfermos en el mismo momento.

Esta es una de las defensas que tanto al industria tabacalera como los fumadores siempre lo esgrimen: “Yo conozco alguien que fuma mucho y está perfecto y no se cansa”. Eso es parte del juego de palabras y argumentos poco científicos

SEMANA: ¿Qué alternativas le da la medicina a quienes quieren dejar el tabaquismo?

M.O.L.: Asumiendo que el fumador hace una carrera, es una profesionalización de fumar que empieza con probaturas, luego se habitúa y por último se vuelve adicto, el gran riesgo es que el 80 % de los que prueban el cigarrillo a los dos años van a estar fumando 20 cigarrillos al día. Estos tres procesos pueden ser muy rápidos, en el curso de tres o cuatro meses.

Las alternativas que ofrece la medicina son muchas, y la mayoría muy exitosas, pero no hay una receta única para todos los fumadores. No todos los fumadores consumen la misma cantidad de nicotina, no todos consumen con el mismo dispositivo, no todos lo hacen en el mismo patrón social (ritual, psicológico, dependencia gestual) y no todos tienen la misma edad ni las mismas expectativas alrededor del tabaco.

Tenemos, básicamente, tres formas de tratamiento del tabaco:

1. Complementarias: los medicamentos que permiten manejar la abstinencia, aquellos que permiten ir disminuyendo de forma progresiva la adicción a la nicotina, y son desde sustitutos de esta hasta otros fármacos - como vareniclina o bupropion- que se utilizan para disminuir el síndrome de abstinencia. Además hay otros medicamentos como sedantes o ansiolíticos, pero todos son formas de disminuir ese síndrome.

2. Terapia, que maneja los aspectos sociales, psicológicos y conductuales.

3. Ejercicio: este genera una serie de sustancias que hacen que aquellas áreas del cerebro donde es recibida la nicotina se estimulen y disminuye la sensación de craving de las personas que han sido fumadoras.

SEMANA: ¿Cuál es el porcentaje de éxito de estos tratamientos?

M.O.L.: Altísimo. Más de un 90 %, siempre y cuando el individuo sea disonante ante el tabaco; es decir, que realmente quiera dejar de fumar.

La combinación ideal es: que quiera, que tenga la intención de dejar de fumar; que tenga un profesional que permita cuantificar qué tan adicto es al cigarrillo, a la nicotina, y que tenga un seguimiento, bien sea con fármacos o estrategias complementarias, que le permitan dejar de fumar.

Normalmente, puede tardar entre cuatro a 12 semanas el tratamiento, pero son tratamientos ‘costo-efectivos’ muy importantes, porque disminuyen el riesgo de enfermedad, el gasto alrededor del tabaco y tienen como ventaja adicional que quitan todos los aspectos sociales del tabaco como un elemento de lujo u ostentación.

SEMANA: ¿A quién se puede recurrir para iniciar este tratamiento?

M.O.L.: Hay profesionales que pueden ayudar al fumador para dejar de fumar. Si se hace de forma individual y autónoma, el problema es que las recaídas son muy frecuentes. Antes de un año casi el 100 % de los pacientes pueden recaer si no se hace un tratamiento que garantice realmente la desintoxicación de la nicotina.

Puede ser un psicólogo, enfermero, fisioterapeuta, neumólogo, internista, cualquiera le puede dar indicaciones de a dónde ir. Normalmente existen las clínicas de tabaquismo o unidades de tratamiento del tabaquismo, y les recomiendo que busquen la asesoría para que logren dejar de fumar y que no recaigan.