Las frutas y verduras deben ser parte fundamental de la alimentación diaria tanto de niños como de adultos, pues su consumo regular ayuda a prevenir diversas enfermedades como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes y la obesidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que su ingesta sea de por lo menos 400 gramos diarios o cinco porciones al día.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), estos productos previenen todas las formas de malnutrición (desnutrición, deficiencia de micronutrientes, sobrepeso y obesidad) y ayudan a reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles como la diabetes.

Esta enfermedad se caracteriza por los niveles elevados de glucosa en la sangre, poniendo en riesgo la salud de órganos como los ojos, los riñones y el corazón, entre otros. Dado que la alimentación es clave, una de las frutas recomendadas para ayudar a controlar el azúcar en la sangre es el aguacate.

De acuerdo con información del portal Healthline, estos alimentos son ricos en grasas saludables, fibra, vitaminas y minerales, y al agregarse a las comidas han demostrado mejorar los niveles de glucosa.

“Numerosos estudios han encontrado que los aguacates ayudarían a reducir los niveles de azúcar en la sangre y a proteger contra el desarrollo del síndrome metabólico, que es un grupo de afecciones que incluyen la presión arterial alta y la glucosa elevada, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad crónica”, precisa.

Al respecto, el portal Medical News Today indica que comer alimentos que contienen grasas saludables aporta para aumentar la sensación de saciedad. Comer este tipo de grasa desacelera la digestión de los carbohidratos, lo que ayuda a mantener los niveles de azúcar en la sangre más estables.

Este alimento es fuente de fibra; la mitad de una fruta contiene de seis a siete gramos de este nutriente. Los científicos han vinculado una alta ingesta de fibra con un riesgo significativamente menor de desarrollar diabetes y sus complicaciones.

El aguacate también es rico en vitamina E y, según la citada fuente, un estudio realizado en 2012 evaluó a 64 personas con diabetes tipo 1 o tipo 2 que tomaban este nutriente con su tratamiento regular.

Los investigadores compararon sus niveles de azúcar en la sangre, colesterol y presión arterial en ayunas con los de un grupo de control que solo usaba insulina o tomaba medicamentos. “Dos años más tarde, los científicos observaron una progresión más lenta de la diabetes y sus efectos en aquellos que tomaron vitamina E con su insulina o sus medicamentos”, precisa.

Los frutos rojos son otra opción de frutas favorables para bajar la glucosa. Están cargados de fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes, lo que los constituye en buena alternativa para las personas con problemas de manejo del azúcar en la sangre.

Señales de glucosa alta

1. Polifagia: Es conocida como el aumento de apetito y se manifiesta con una sensación de hambre persistente, independientemente de cuánto coma la persona, según una publicación de la revista Mejor con Salud.

2. Fatiga: Otra de las señales que indican un nivel alto de azúcar en la sangre es la sensación de fatiga constante o debilidad, según la Organización Panamericana de la Salud. Al igual que en el caso de la polifagia, dado que el organismo no es capaz de conservar y absorber la glucosa adecuadamente, la energía no se aprovecha de forma eficiente; por lo que las células del organismo no reciben la cantidad de alimento que necesitan. Como consecuencia, la persona se siente cansada.

3. Pérdida de peso: Otro indicador es la pérdida drástica y repentina de peso. Es posible que esto ocurra incluso si se realizan comidas copiosas y el valor calórico de los alimentos es alto. Una de las razones es que al perder una gran cantidad de líquidos por la micción frecuente, se puede adelgazar.

4. Visión borrosa: Cuando el organismo sufre una alteración, muchos órganos se ven afectados, incluyendo los ojos.

5. Estrés: Las personas con un alto nivel de azúcar en la sangre son más propensas a estresarse con facilidad y a no gestionar correctamente sus emociones debidas, en gran parte, a la descompensación orgánica que presentan.