Entre las emociones que hacen parte inherente del ser humano, además de la ira, alegría, desagrado y sorpresa, está también el miedo o temor, que puede aparecer por diferentes factores y en cientos de situaciones.
Al respecto del asunto, el organismo reacciona dependiendo de los respectivos estímulos que reciba y esto es lo que provoca que, por ejemplo, en algunos casos se queda totalmente paralizado, o sale a correr, o si se trata de nerviosismo empieza a reír, entre muchos otros.
Por su parte, la ciencia ha investigado por años al cuerpo humano encontrando que el miedo produce cambios inmediatos en el cuerpo como por ejemplo se incrementa el consumo de energía celular, aumenta la presión arterial, los niveles de azúcar en la sangre y la actividad de alerta cerebral, según el Centro Médico Imbanaco.
El psicólogo Baltasar Rodero, psicólogo encargado de la Unidad de Ansiedad y Fobias de la Clínica de Neurociencias Rodero afirmó que “es una de las emociones primarias con las que nacemos y nos ayuda sobremanera a cumplir el objetivo para el que hemos sido diseñados, sobrevivir”.
Y añadió que “nacemos condicionados genéticamente a realizar determinados comportamientos adaptativos que han sido ‘inoculados’ por nuestros antepasados durante millones de años. Somos el resultado de Atapuerca y Altamira”, según registró El Mundo.
Conforme van sucediendo eventos que generan miedo, el cuerpo desarrolla una respuesta que se activa un pequeño órgano llamado amígdala, que se encuentra en el cerebro, el cual podría ser considerado como el centro de identificación del peligro, agrega el portal.
Francisco Sotres, investigador del Instituto de Fisiología Celular de México, estudia los mecanismos cerebrales involucrados en esta emoción que pone en alerta al cuerpo ante una amenaza, sea real o imaginaria, y expresó que “es una respuesta de supervivencia, pues el miedo ayuda al cuerpo a contender contra algo o alguien (un depredador) que puede ser peligroso, según Gaceta.
“El asunto es que cuando se siente miedo, el organismo sobrepasa todos los controles que se quieran imponer, a tal punto que una persona asustada es capaz de emitir gritos, apretar los puños hasta clavarse las uñas en las palmas de las manos y aun golpear a quien tiene cerca, sin que medie ningún tipo de orden racional”, expresó el neurólogo Gustavo Castro, en un documento de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle.
“Es una emoción ligada a la conservación de la especie que ha permanecido a lo largo de la evolución, para mantener vivos a los individuos, pues se trata de un poderoso instinto que mantiene a las personas lejos de situaciones peligrosas, para lo cual activa una serie de reacciones en el organismo que lo hacen actuar de manera automática y sin preparación previa.” agrega Castro, como refiere el documento.
La amígdala se comunica con el hipotálamo y la hipófisis, también en el cerebro, y esta última libera grandes cantidades de una hormona que estimula las glándulas que producen adrenalina, un potente neurotransmisor capaz de actuar en casi todo el organismo, recalca el médico Pedro Cifuentes en el informe de la UV.
“Aquí se empuja la fábrica y la liberación del cortisol, una sustancia que eleva la presión en las arterias, la frecuencia del corazón y el azúcar para que la sangre llegue con energía y en cantidades suficientes, especialmente a los músculos por si tienen que utilizarse para correr o pelear”, añade el especialista.
Es por esa reacción química que sucede en el cerebro, que muchas veces cuando una persona lo experimenta tiende a reaccionar tal vez corriendo, gritando o paralizado, debido a que se presenta aumento del ritmo cardiaco, sudoración y dilatación de las pupilas.