Un parásito es un organismo huésped. Hay tres clases principales que pueden enfermar a las personas: los protozoos, helmintos y ectoparásitos, explican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Para prevenir las enfermedades causadas por estos virus es recomendable tomar agua de lugares 100 % seguros y que cumplan con todos los estándares de potabilización, especialmente si se está de viaje.

De acuerdo con el médico David Paz Cabrales, de la Secretaría de Salud de Jalisco, en México, es necesario realizar una desparasitación periódica, pues de no hacerlo se pueden presentar problemas en la salud.

“El desparasitarse es necesario, ya que en nuestro organismo hay parásitos que viven a expensas de otros seres vivos ocasionando graves daños a la salud tales como anemia, desnutrición, enfermedades del estómago, intestino y colón. Estos parásitos te causan molestias como dolor en el estómago, diarreas y sangrado intestinal, todo lo cual impide el crecimiento y desarrollo de los niños en forma adecuada”, señaló el experto en el portal de la entidad.

También hizo hincapié en que se deben desparasitar principalmente a los niños, pues ellos tienden probar con su boca objetos que pueden estar sucios. Además, consumen mayor cantidad de dulces, paquetes, entre otras cosas que puede generar los conocidos áscris o lombrices.

De acuerdo con la Secretaría de Salud mexicana, es recomendable desparasitarse dos veces al año, pues de no hacerlo, se podrán alojar microorganismos en el organismo que pueden generar síntomas como dolor abdominal, diarrea, fatiga, infección, entre otros malestares.

Algunos parásitos:

Protozoos

Son organismos unicelulares microscópicos que son capaces de multiplicarse en las personas. Esto permite que permanezcan más tiempo en el cuerpo humano e incrementa el riesgo de tener infecciones graves. “La transmisión de protozoos que viven en el intestino humano se registran por la vía fecal-oral (por ejemplo, alimentos o agua contaminados o contacto de persona a persona). Los protozoos que viven en la sangre o tejidos humanos se transmiten a otros, mediante un artrópodo vector (por ejemplo, por la picadura de un mosquito o jején)”, detallan los CDC.

Helmintos

Son organismos grandes multicelulares que se pueden observar a simple vista cuando son adultos. Cuando están en dicha etapa no pueden multiplicarse en las personas.

Ectoparásitos

Este término se refiere a organismos como las garrapatas, las pulgas, los piojos y los ácaros. Son parásitos que dependen de la sangre de la persona para alimentarse y sobrevivir. “Los artrópodos son de por sí causantes importantes de enfermedades, pero son aún más importantes como vectores, o transmisores, de muchos patógenos diferentes que, a su vez, producen una enorme morbilidad y mortalidad por las enfermedades que provocan”, apuntan los CDC.

Oxiuros

La infección por oxiuro es el tipo de infección por parásitos intestinales más frecuentes en el mundo. Estos son parásitos que tienen una apariencia delgada y blanca. Pueden medir aproximadamente 6 a 13 milímetros. Según explican los expertos de Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, mientras la persona duerme el parásito hembra pone miles de huevos en los pliegues de la piel alrededor del ano.

La mayoría de las personas no tienen síntomas, pero pueden tener picazón en el ano y dificultad para dormir. Los niños pequeños son los que generalmente tienen este tipo de infección, debido a que son huevos diminutos y se transmiten fácilmente.

Los oxiuros son gusanos intestinales. En caso de sospechar que se tengan se debe consultar a un médico. Este puede recomendar el uso de medicamentos como el pamoato de pirtantel de venta libre y otros antiparasitarios como Mebendazol o Albendazol.

¿Cómo prevenirlos?

Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, brinda algunos consejos para prevenir los parásitos intestinales:

  • Lavar regularmente las pijamas y las sábanas. Todos los accesorios relacionados con la cama.
  • Lavarse las manos frecuentemente, especialmente después de realizar deposiciones o de cambiar pañales.
  • Evitar morderse las uñas.
  • Evitar rascarse el ano y sus alrededores.