Las empanadas podrían considerarse como uno de los alimentos más queridos por la mayoría de colombianos. Sean empanadas de carne, de pollo, de queso o de pipián, están presentes en la mesa de todas las regiones del país.
“Es un guiso criollo compacto, de diferentes carnes, con papa o arroz que va envuelto en una arepa de maíz muy delgada, doblada a la mitad en forma de media luna, para luego ser fritada”. Así define el chef Carlos Gaviria, en su libro Técnicas profesionales de cocina colombiana, a las empanadas colombianas.
Esta diversidad de sabores es el resultado de la mezcla cultural que hace de Colombia un lugar único. Y aunque las empanadas son conocidas desde la época de la conquista, cuando entraron de la mano de los españoles, los rellenos y técnicas de cocción se enriquecieron gracias a productos propios de Colombia, como la papa, así como las técnicas de cocción que trajeron los esclavos africanos a América, según el portal Colombia.co.
“Alguna vez la empanada fue más una técnica de conservación y transporte de alimentos que se fue convirtiendo en un plato por sí mismo”, señaló Humberto Palacio, rector de la Colegiatura Colombiana.
Con el paso del tiempo, la receta original se modificó para incluir ingredientes y sabores específicos según la región del país, convirtiéndose así en un plato que podría comerse a cualquier hora del día.
Sin embargo, al ser un producto tan apetecido, hay una pregunta que resuena en la cabeza de los amantes de las empanadas: ¿se puede engordar comiendo empanada todos los días?
Ahora bien, por ejemplo, en medio de una reunión, la pregunta puede inquietar a quienes están intentando bajar de peso. Hasta el punto de agarrar el celular y consultarle a Google: “¿Cuántas puedo comer?”. De hecho, es una de las búsquedas más habituales de los argentinos, vinculadas a las dietas.
Cabe recordar que las empanadas argentinas también tienen fama de ser de las mejores preparaciones locales de ese país. Por supuesto, con ingredientes muy diferentes a las colombianas.
Ahora bien, frente al cuestionamiento responden: “Tres de verdura, dos del resto de los gustos. Aunque recomiendo que escuchen su cuerpo, que lo ‘desmuteen’ y que dejen de dietar, para empezar a cambiar hábitos”, dijo a Clarín María de los Ángeles Sánchez Calvin, médica especialista en obesidad y psiconutrición.
La experta en nutrición Ximena Barcia, del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires, coincide: “Lo ideal serían dos unidades, aunque sean chicas”. Y lo del tamaño no es un dato menor.
Las versiones fritas tienen 35 % más de calorías.
“Los pacientes suelen engañarse diciendo que si son de tamaño chico les corresponderían tres. Pero de esta forma se suman unas cuantas calorías”, completa la especialista.
Por otro lado -sigue Barcia-, la idea es enseñarle a las personas a reconocer cuál es la porción que le corresponde según su edad, peso y contextura física.
Una por una: las calorías según el relleno
La cantidad de calorías que aporta cada empanada dependerá de su tamaño, de cómo está preparado su relleno y del método de cocción elegido.
En líneas generales, las menos recomendables son las de jamón y queso: rondan las 270 calorías por unidad. Por su parte, una empanada de carne aporta alrededor de 260 calorías, mientras que una de pollo alcanza las 230 calorías.
Las rellenas de verduras son la mejor opción para quienes buscan adelgazar, ya que tienen alrededor de 200 calorías por unidad.
Respecto al método de cocción, la diferencia es amplia. Si una empanada de carne al horno tiene en promedio 260 calorías, frita supera las 350 calorías, siempre dependiendo de la calidad de la fritura.
Si se cocinó en un aceite que no tiene la temperatura adecuada, la masa de la empanada absorberá una buena cantidad de grasa. Esto aumentará considerablemente su valor calórico.
Cualquiera sea el caso, se deben consumir en forma moderada y ocasional. “La clave es evitar la ingesta excesiva y diaria. Si te invitan a comer empanadas disfrútalas, dejá la culpa y escuchá a tu cuerpo para que no sea un desborde comerlas, sino una elección”, recomienda Sánchez Calvin.
“Si me voy a dar un gusto, voy a sentir placer al comerla sin culpa, ya que lo deseo y lo planifico. Y voy a utilizar una porción justa. Entonces, ahí deja de ser importante la cantidad de calorías que tenga”, continúa la especialista en obesidad.
Asimismo, Barcia comenta que este plato no está prohibido dentro de un plan de alimentación equilibrado. Para ella, lo importante es aprender a manejar la frecuencia con la que se consume y la porción adecuada.