El consumo de alcohol es perjudicial para la salud, especialmente si se hace en exceso, de manera habitual y durante largos periodos.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que cada año fallecen alrededor de 3,3 millones de personas en el mundo debido al consumo nocivo de esta sustancia, cifra que representa más de 5 % de las defunciones totales a nivel global.
Es muchas ocasiones esta ingesta inicia a temprana edad, generando graves afectaciones en el organismo. Una investigación realizada por científicos de Australia y Reino Unido y publicada en la revista British Medical Journal indica que existen diferentes etapas del ser humano en las que el cerebro se muestra más vulnerable ante el consumo excesivo de alcohol, por lo que se podrían generar daños irreparables.
Una de ellas es la adolescencia y específicamente entre los 15 y 19 años. De acuerdo con el análisis científico, comenzar el consumo de alcohol en esta etapa está asociado con un volumen cerebral reducido, un desarrollo más pobre de la materia blanca y déficits en algunas funciones cognitivas.
Información del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) indica que el consumo de alcohol en menores de 18 años genera daños a nivel cerebral, debido a que el cerebro solo alcanza su máximo desarrollo hacia los 21 años de edad, por lo que la ingesta de estas sustancias a temprana edad afecta el progreso madurativo de este órgano.
“En este sentido el efecto que generan las bebidas alcohólicas produce deficiencias en la formación de la corteza cerebral, las conexiones con los lóbulos parietales y la comunicación entre ambos hemisferios cerebrales”, precisa la mencionada entidad.
Claudia Gutiérrez, magíster en Psicología Clínica de la Universidad El Bosque, citada por el ICBF, asegura que el “efecto del alcohol en menores se verá en procesos como la memoria, las habilidades de pensamiento y planeación, la toma de decisiones, la resolución de problemas o cualquier otra de las funciones ejecutivas que son realizadas por la corteza prefrontal o el hipocampo y que, según los estudios de neuro imágenes, son zonas del cerebro que muestran diferencias significativas entre los adolescentes consumidores de alcohol y los que no lo hacen”.
Riesgo de dependencia
Otra de las consecuencias del consumo de alcohol a temprana edad es la dependencia de esta sustancia. La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos asegura que si un menor empieza a consumir alcohol antes de los 15 también puede ser muy riesgoso, porque es más propenso a convertirse en un bebedor crónico.
El ICBF menciona un estudio de la Corporación Nuevos Rumbos que analiza el consumo de alcohol en menores de 18 años en Colombia, en el cual se concluye que los niños que empiezan a tomar licor antes de los 14 años tienen hasta 10 veces mayor probabilidad de desarrollar consumos problemáticos y dependencia o adicciones al llegar a la adultez, así como mayor posibilidad de consumir otras sustancias psicoactivas.
Esta práctica también es mala porque, según Claudia Gutiérrez, la ingesta de estas bebidas durante la fase de crecimiento afecta el desarrollo normal de los órganos, debido a que en la pubertad se llevan a cabo muchos cambios hormonales importantes para la madurez sexual del ser humano, como la testosterona y estrógeno los que, a su vez, se relacionan con la producción de hormonas de crecimiento que permiten el desarrollo de órganos, músculos y huesos.
“Está demostrado que el consumo de licor afecta estás funciones e incluso, provoca efectos severos en el funcionamiento de órganos como el hígado que se encarga de regular las funciones metabólicas y la eliminación de toxinas”, señala la psicóloga clínica citada en la publicación del ICBF.
Al respecto, información de la Clínica Alemana, de Chile, en su página web, explica lo siguiente. “Una pequeña parte del alcohol ingerido es destruido en el estómago por una enzima llamada alcohol deshidrogenasa gástrica, la mayor parte se absorbe en el intestino, llegando directamente al hígado donde es convertido, primero en acetaldehído y luego en acetato”, precisa.
De acuerdo con los especialistas, gran parte del efecto tóxico del alcohol es producido por el acetaldehído, el cual se acumula cuando se sobrepasa la capacidad de trabajo del hígado, lo que produce importantes alteraciones en el metabolismo de lípidos y carbohidratos, que al final deriva en la aparición de enfermedades como hígado graso, hepatitis alcohólica y cirrosis.
Por otro lado, de acuerdo con la misma fuente, el manejo y control de las emociones es otro tema vulnerable por cuenta del alcohol. Es un aspecto que también se encuentra en desarrollo, por lo que existe un mayor riesgo de descontrol frente a la ingesta de este tipo de sustancias.