La ortiga es una planta silvestre que suele crecer en zonas húmedas y tiene presencia en muchos países del mundo. Es popular por la reacción que generan sus hojas al entrar en contacto con la piel de las personas, pues genera picazón y ardor.
Dentro de las propiedades que se le atribuyen, aunque no existe la suficiente evidencia científica, están que es rica en vitaminas A, C y K, así como varias del grupo B.
De igual forma, contiene minerales como calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio y sodio; aminoácidos, polifenoles y pigmentos. Lo mejor es que muchos de estos nutrientes y propiedades de la planta actúan como antioxidantes, los cuales ofrecen una serie de beneficios al organismo.
Según un artículo publicado en el diario La Vanguardia, de España, “la ortiga tiene propiedades diuréticas que permiten eliminar toxinas. También ayuda a proteger el estómago, aporta en la producción de bilis y favorece los procesos digestivos”.
Los conocimientos populares indican que es una hierba que hace trabajar correctamente al páncreas, la vesícula biliar y el estómago, por lo que mejora en general a todo el sistema digestivo. Esto se logra debido a la histamina que contiene en sus pelos, conocidos como “urticantes”.
Contra la anemia
Asimismo, contiene hierro, que ayuda a combatir la anemia y favorece la producción de glóbulos rojos. Según el portal Mejor con Salud, “cuando la concentración de hierro disminuye en la sangre, se produce la anemia y de acuerdo con las creencias populares, el consumo frecuente de ortigas podría aportar en la recuperación de este hierro”.
De acuerdo con el mencionado sitio web, “existen otras causas para la anemia, como la falta de vitaminas y minerales. Esto también podría ser tratado con la ortiga ya que ofrece, entre otros nutrientes, calcio, silicio, zinc, potasio y algunas vitaminas. También cuenta con ácido fólico, indispensable entre mujeres embarazadas y niños en edad de desarrollo”.
Mejora la circulación
Esta hierba también es recomendada para regular problemas en el aparato sanguíneo. Por ejemplo, ayuda a regular los niveles de colesterol. Asimismo, puede evitar y tratar la arterosclerosis, cuando la correcta circulación se ve afectada por la acumulación el colesterol en las paredes de las arterias.
Otro de los beneficios es que depura el organismo. Además de lograr una depuración del aparato digestivo, también se puede tomar para eliminar líquidos retenidos. Para ello, se puede preparar en infusión y tomarla dos o tres veces al día durante un par de semanas. Lo recomendables es descansar dos o tres semanas antes de volver a consumirla.
Otra de sus bondades es que puede ayudar a combatir problemas de la piel como los granitos y el acné, los eccemas y algunos herpes. Asimismo, puede aportar en el tratamiento de la seborrea capilar, la caspa, la caída del pelo y regenerar el cuero cabelludo.
Además, es utilizada para reducir el dolor de la ciática, tratar la diabetes de forma natural, prevenir y tratar la hipertrofia prostática, bajar el ácido úrico, mejorar problemas de impotencia y aliviar las fases depresivas del alzhéimer.
¿Cómo se puede usar?
Esta planta se puede consumir en infusión. Para preparar esta bebida se requiere de dos cucharadas de hojas secas y un litro de agua. Es muy importante que las hojas estén secas y no sean frescas, ya que estas últimas conservan los componentes urticantes y la persona puede lastimarse al cogerlas.
Se pone al hervir el agua y cuando se llegue al punto de ebullición se agregan las hojas y se deja hervir de cinco a 10 minutos, se deja reposar, se cuela y queda lista para consumirla. Es opcional agregarle miel.
Si el problema es dolor en las articulaciones o ciática, se puede utilizar como baño, por ejemplo. Para hacerlo se requiere de un litro o 1,5 litros de infusión, llenar la bañera o un recipiente con agua caliente o tibia, verter la infusión y sumergir la parte afectada por unos 20 minutos.
Aunque se le atribuyen muchos beneficios, también es importante tener claro que la ortiga puede tener algunas contraindicaciones y por ello lo mejor es informarse bien y consultar con el médico para evitar posibles complicaciones. Por ejemplo, no se recomienda para las personas que padecen de edemas por insuficiencia cardíaca o renal, hipertensión y cardiopatías similares.