Aunque el queso es un alimento bien valorado, hay que tener precaución con exceder su consumo, dado que afecta al aumento de peso, deshidratación, retención de líquidos e incremento del colesterol.

El queso es uno de los alimentos que cuenta con mayor número de adeptos en la cocina. Desde la antigüedad es un producto que ha acompañado constantemente a la humanidad. Su uso es variado y, con un poco de creatividad, se puede acoplar a platillos y diferentes comidas.

La Organización Interprofesional Láctea (InLac) de España indica que hay cinco razones para consumir este alimento con frecuencia. En primer lugar, señala que los quesos son ideales para incluir en todas las dietas, recomendadas en la alimentación variada y equilibrada, debido a que se puede combinar con frutas y líquidos.

El queso se acopla al consumo de frutas. | Foto: Getty Images

Adicionalmente, el queso contiene proteínas de alto valor biológico provenientes de su materia prima, la leche. Entre estos se destaca el calcio, el cual es uno de los minerales más importantes para el cuerpo humano y el queso tiene una alta concentración.

El mineral es valioso debido a que ayuda a formar y mantener los huesos y dientes sanos, aparte de fortalecer el funcionamiento del sistema nervioso y muscular. Por si fuera poco, la ingesta de calcio mejora la circulación en los vasos sanguíneos y libera hormonas y enzimas influyentes en el organismo.

El tercer beneficio de este alimento proveniente de la lactosa es su riqueza en vitaminas A y D, lo cual ayuda al cuerpo a absorber el calcio y mantener el organismo sano. También cuenta con vitaminas B, concretamente B12, B9 (ácido fólico), B1 (tiamina) y B2 (riboflavina). Asimismo, las grasas que contiene el producto son de origen animal, por lo que su consumo moderado es crucial.

Los productos lácteos cuentan con altas cantidades de calcio. | Foto: Getty Images

A pesar de contar con ventajas, no hay que confiarse y el queso también tiene aspectos negativos, los cuales, si no son controlados, serán más perjudiciales que beneficiosos. Por un lado, hay que tener en cuenta que es un alimento que contiene lactosa, sustancia que es intolerante para ciertas personas. Si alguien con esta condición come queso, tendrá complicaciones de salud, debido a que la lactosa y su organismo no compaginarán.

Sumado a ello, el queso es un alimento con alto contenido en grasas, calorías y sodio. Por tal motivo, excederse en su consumo conllevará a las siguientes consecuencias:

Aumento de peso: Es por eso que este producto no hace parte de las dietas exclusivas de adelgazamiento.

Incremento del colesterol: La grasa saturada del queso provoca que suba el colesterol. Esto implica que el riesgo de tener problemas cardíacos también se incrementen.

El exceso de queso aumenta el peso. | Foto: Getty Images

Retención de líquidos: El alto contenido en sal del queso hace que el cuerpo retenga líquidos, provocando hinchazón, lo que resulta complicado y dañino para la salud. Por eso no se recomienda su consumo a personas con dietas bajas en sodio.

Deshidratación: La gran cantidad de sal acumulada hace que se corra el riesgo de deshidratarse si se come en exceso. Es por ello que al comer queso, hay que acompañar la alimentación con una bebida, para impedir que el organismo se deshidrate. En ese orden de ideas, la recomendación es incluir entre dos y tres raciones de lácteos al día en niños, niñas y adultos; la franja de tres a cuatro en personas con necesidades adicionales, como lo son adolescentes, mujeres embazadas o en periodo de lactancia, ciudadanos de la tercera edad y deportistas. Una ración de queso, la porción de semicurado o curado recomendada, es de 30 gramos y la de queso fresco es de 60 gramos.