En sus charlas de sexo, la psicóloga Emily Nagoski siempre encuentra estudiantes que creen saber todo sobre el tema. Y tal vez, dice ella, sean eruditas en lo que la cultura popular pregona al respecto, pero lo cierto es que eso poco tiene que ver con los más recientes hallazgos científicos sobre sexualidad femenina. Por eso, al final de la clase todas ellas quedan boquiabiertas con la información que la experta da sobre el tamaño del clítoris, la irrelevancia del himen y el poder que tiene la mente, el otro gran órgano sexual, en la excitación. En su libro Come as you are, Nagoski, una de las psicólogas líderes en la investigación sexual, expone las sorprendentes revelaciones que ha arrojado ese trabajo en la última década sobre preguntas tan comunes como por qué algunas mujeres tienen un orgasmo en dos minutos y otras tardan hasta una hora, si es posible mantener la pasión en una relación larga o si saldrá a la luz una píldora para que las mujeres incrementen su deseo. A pesar de que hoy la sociedad es más abierta al sexo, Nagoski señala que la mayoría sigue ignorando asuntos básicos y la culpa es de la cultura. “Nos siguen enseñando un modelo de respuesta sexual basado en cómo funcionan los hombres y cualquier cosa que sea diferente es considerada anormal”, dice la autora. Y cuando las expectativas se basan en información incorrecta, la mujer se siente frustrada e insatisfecha. El problema real, sin embargo, es que la expectativa no está hecha a la medida de su cuerpo. En su libro, que ha sido considerado una clase magistral de sexo, Nagoski señala que cada individuo tiene una sexualidad propia, casi como una huella dactilar, de modo que la exploración del placer debe ser un recorrido interior y no la adopción de opiniones y experiencias de otros. Esta es la información científica más relevante para que esa búsqueda sea fructífera. Las mismas partes organizadas distinto A las mujeres con frecuencia se les enseña que sus órganos genitales están escondidos porque son vergonzosos, mientras que los de los hombres son “de mostrar”. La sexóloga explica que esto es errado pues el pene y el clítoris son homólogos, lo que significa que tienen un mismo origen, aunque diferentes funciones. No solo son muy parecidos sino que están hechos del mismo tejido, y cuando se excitan la sangre fluye hacia ellos para producir una erección. Aunque un clítoris puede ser hasta nueve veces más pequeño que un pene, está lleno de terminaciones nerviosas que se extienden hasta la entrada vaginal. Ambos órganos genitales se lubrican y se ponen erectos ante la excitación e incluso, según se ha confirmado recientemente, ambos pueden eyacular. Conocer esto es importante para entender que “los genitales de las mujeres son normales, hechos de lo mismo que los de los hombres, solo que distribuidos de manera única para cada sexo”. Hay además variabilidad entre personas del mismo género. En algunas el clítoris es más grande que en otras, pero hasta el momento no se ha establecido que esto sea un indicador de mayor o menor placer. Aceleradores y frenos de la pasión Las viejas teorías hablaban de cuatro fases de la respuesta sexual: la excitación, la meseta, el orgasmo y la resolución. Hoy se habla del modelo del control dual, que propone que, así como en los carros, el mecanismo sexual del cerebro tiene aceleradores y frenos. El sistema de excitación (acelerador) responde a estímulos sexuales relevantes como ver una persona atractiva, tener un pensamiento o una imagen erótica o un olor sensual, los cuales se envían al cerebro y a los genitales para que se ‘enciendan’. El sistema inhibitorio sexual (freno) notifica las amenazas en el ambiente: olores, preocupaciones, conflictos con la pareja, y envía al cerebro el mensaje de apagarse. La excitación se da no solo cuando la persona logra encender los aceleradores sino también desactivar los frenos. Nagoski dice que los hombres son más sensibles a los aceleradores y las mujeres a los frenos y ellas deben identificarlos para que no obstaculicen el deseo. El impulso sexual no existe A diferencia de comer, que es una necesidad para sobrevivir, el sexo no es un impulso porque nadie muere por no tenerlo. Las investigaciones apuntan a que se trata de un sistema de motivación incentivada en el que un individuo se siente atraído hacia un estímulo externo atractivo. El interés en el sexo es como la curiosidad. Saber que no es impulso es importante porque ayuda a las mujeres a entender que por el simple hecho de no tener interés en el sexo no hay nada problemático en ellas. Además, sirve para impedir que los hombres sigan creyendo que una erección es una necesidad de supervivencia básica que deben satisfacer a cualquier costo. Hay que trabajarle al deseo El conocimiento popular señala que el deseo sexual debe aparecer espontáneamente, pero uno de los datos más sorprendentes del libro es que si bien eso es verdad para el 75 por ciento de los hombres, solo lo es para el 15 por ciento de las mujeres. Muchas de ellas solo quieren tener sexo después de que ya están en acción, sin que ello quiera decir que sus niveles de deseo estén por el piso o tengan algún problema. Lo que sucede es que estas mujeres son reactivas y para disparar el deseo necesitan una razón más contundente que un simple pensamiento. También se ha podido establecer que la excitación viene primero que el deseo. Si una mujer tiene deseo espontáneo o reactivo es un asunto genético, pero es susceptible de modular si se descubre en qué contexto es mucho más fácil que los frenos se liberen para darle rienda suelta a la pasión. Orgasmo: el bono fantástico Los orgasmos vienen en todas las variedades, dependiendo del tipo de estimulación, si se tienen con una pareja o en el momento del ciclo menstrual. Se pueden producir solo con estimulación del clítoris, con estimulación mental o mientras se hace ejercicio físico. Lo importante para la autora es que la experiencia del orgasmo está mucho más relacionada con lo que sucede en el cerebro que con lo que ocurre entre las piernas. En ese sentido es como las cosquillas, a veces se sienten maravillosas y otras no, dependiendo del contexto. Esto explica que algunas mujeres tengan orgasmos durante una violación, lo cual no significa que estén teniendo placer. Nagoski ha encontrado que el orgasmo tampoco es jerárquico en el sentido de que no hay uno bueno y uno malo. Algunas mujeres sufren por esto y de hecho es la segunda causa de consulta, después del bajo deseo. Según ella, la mayoría de problemas se debe a demasiados frenos, es decir, preocupaciones que incluyen estrés, ansiedad, vergüenza e incluso presión por tener el orgasmo. La solución está en “no volver esta liberación de tensión el objetivo de la relación. La meta es el placer”, dice. La píldora rosada en veremos Desde 1999 existe una píldora azul para curar la más común disfunción entre los hombres: se llama Viagra y les ayuda con sus problemas de erección. Desde entonces se ha pensado en una píldora rosada equivalente, para la mayor disfunción de las mujeres, la falta de deseo. Nagoski no cree que esa pastilla prospere porque los inhibidores de PDE5, que son la sustancia activa del medicamento, si bien incrementan el flujo de sangre hacia los genitales de hombres y mujeres, no han mostrado que incrementen el deseo de ellas. Esto sucede porque hay 50 por ciento de coincidencia entre la excitación genital de un hombre y su deseo sexual, mientras que en las mujeres solo existe un 10 por ciento de coincidencia entre el flujo de sangre a sus genitales y su deseo sexual. “Incrementar el flujo de sangre no necesariamente influirá en cómo se siente ella”. La solución, entonces, no es medicarla sino explorar el contexto en el que se crea el deseo con su pareja. El tratamiento puede incluir fomentar la confianza en su cuerpo, ayudarla a sentirse aceptada, y practicar cierta estimulación erótica explícita. “Lo último que necesitan estas mujeres es sentirse enfermas o anormales y con necesidad de tratamiento médico”, agrega Nagoski. La seguridad emocional, el mejor estimulante El contexto es una variable importante en la ecuación del deseo femenino, mucho más que para los hombres. Nagoski señala que está hecho de dos cosas: la situación actual, que involucra el lugar donde se encuentra, con quién está y si la situación es novedosa, riesgosa o segura. La otra es el estado del cerebro en el momento, es decir, si está estresada, romántica, relajada, etc. Los estudios científicos indican que la seguridad y el sentido de pertenecer a una relación afectan en gran medida su placer sexual. Las mujeres pueden mejorar su respuesta en esta área si descubren con exactitud qué circunstancias y momentos son percibidos por sus cerebros como sensuales y seguros. Una manera de saberlo es repasar las situaciones sexuales exitosas y detectar en esas historias los detonantes que influyeron para que fuera placentera. Al mismo tiempo plantea revisar las historias sexuales infortunadas para conocer lo que no funciona para ellas. La imagen corporal, el enemigo Las mujeres tienden a ser autocríticas y esa voz juzgadora interfiere en su bienestar sexual. En sus estudios se ha podido establecer que la imagen corporal está asociada a casi todos los campos del comportamiento sexual. Especialmente las mujeres se critican a sí mismas por su peso, algo que está influido por la publicidad y los medios de comunicación. En este punto ella recurre a una estrategia que es la autocompasión, que no se debe confundir con autoestima. Sexo después de los 40 Una de las principales quejas de las mujeres casadas es la pérdida de deseo. Lo primero que Nagoski les dice es que no culpen ni a las hormonas ni a la monogamia. Lo importante en este tema es saber que la pasión sexual en relaciones antiguas cambia con el tiempo y es posible que en la mayoría de veces no suceda de manera espontánea, a no ser que la pareja ponga en práctica ciertas estrategias. Una solución es propuesta por la psicóloga Esther Perel, autora del libro Mating in Captivity, quien expone la importancia de que las mujeres establezcan cierta distancia de sus parejas para aumentar el erotismo. Este recurso apela a la idea de que la gente quiere lo que no tiene. La otra estrategia viene de John Glottman, otro gran experto en sexualidad, y está basada en años de experiencia como terapeuta. Glottman se dio cuenta de que las parejas con vidas sexuales más satisfactorias eran aquellas que hacían del sexo una prioridad y que además de eso sostenían una relación cercana de diálogo, afecto y confianza. Usted es normal Al final de su libro, Nagoski señala que decidió escribirlo porque está “harta de que a las mujeres se les digan mentiras sobre su cuerpo”. Esto es relevante porque la manera como cada quien se sienta frente a sus órganos sexuales es el punto de partida para toda las formas de placer. “Cada cual lleva consigo todo lo que se requiere para ello y la mejor manera de lograrlo es saber acerca de él”. En sus charlas ella siempre pregunta al final cuál fue la información que más les impactó, y la mayoría de ellas tiene siempre una misma revelación: “¡Soy normal!”.