Nadie está exento de tener gases intestinales, debido a que es una reacción normal de la digestión. Sin embargo, en algunos casos esta situación representa cuál es el estado de salud del organismo.
De todos los efectos ocasionados por la digestión, los gases intestinales son los más frecuentes. La consecuencia es que suelen ser inoportunos y al ser liberados pueden ocasionar mal olor o un sonido particular. De igual forma, aguantar el gas en el organismo es también negativo, porque estos compuestos deben ser expulsados.
Aunque nos pueden causar cierta vergüenza, lo cierto es que son un gran indicador del estado de salud. La razón fundamental es que son el paso final de la digestión, junto a la expulsión de heces, por lo que son el resultado de todo el proceso de asimilación de alimentos. En ese orden de ideas, dependiendo de su estado se puede estudiar cómo está desarrollándose la digestión.
Con base en la información del Manual MSD, el cual es un breve libro de consulta para los médicos y farmacéuticos, en el aparato digestivo es normal la presencia de gases que pueden ser expelidos a través de la boca (eructo) o del ano (flatulencia). Como tal, hay tres tipos de molestias ocasionadas por los gases: eructos excesivos, hinchazón abdominal y flatulencias.
Es más probable que los eructos ocurran poco después de comer o durante períodos de estrés. Algunas personas sienten una opresión en el tórax o en el estómago justo antes de eructar, que se alivia cuando se expulsa el gas.
Las personas que se quejan de flatulencia a menudo tienen una idea equivocada de la cantidad de flato que normalmente se produce. Existe una gran variabilidad en la cantidad y frecuencia de los flatos. Es habitual tener flatos entre 13 y 21 veces al día. Como tal, los gases no representan una complicación de gravedad, pero también pueden ser síntoma de una enfermedad.
El primero es el síndrome de colon irritable. Con base en la información de los expertos de la Fundación Española del Aparato Digestivo, esta condición se destaca por la hinchazón, molestia abdominal y alteraciones en el hábito deposicional. Como tal, el olor de las flatulencias tiende a ser bastante fuerte, sumado a que las idas al baño son constantes al día y con dolor.
Otro significado de los gases tiene que ver con los hábitos alimentarios. Cuando se consume rápido, la digestión puede verse comprometida, debido a que los órganos no cuentan con el tiempo suficiente para crear ácidos y jugos necesarios para asimilar los alimentos.
En consecuencia, Mejor con Salud señala que habrá mayor hinchazón y, por consiguiente, habrá más gases. Al mantener ese hábito negativo, se volverá frecuente la presencia de gases, debido a que se almacenará mayor cantidad de aire. La recomendación es comer correctamente sin afán.
De igual forma, las flatulencias pueden responder a la presencia de agentes dañinos al interior del organismo, como lo son heridas, úlceras y bacterias. Los malos hábitos alimentarios ocasionan la presencia de microorganismos negativos, los cuales permiten el desarrollo bacteriano.
Cuando los gases se transformen en una constante y sin ningún síntoma adyacente, lo más seguro es que el olor y la frecuencia dependan de las bacterias. El modo para acabarlos basta con cambiar la alimentación hacia productos más saludables, en especial aquellos que proporcionen fibra.
La alimentación no recomendada genera que el organismo no pueda asimilarlos correctamente, generando así que haya diferentes reacciones no esperadas, entre las cuales están las flatulencias. Inclusive, puede que las sustancias no se metabolicen adecuadamente, implicando que los gases aparezcan.