Las expresiones crisis nerviosa o ataque de nervios fueron acuñadas a principios del siglo pasado y utilizadas con mucha frecuencia en las décadas del 50 y 60. Todavía son populares en países latinoamericanos y algunas regiones del mediterráneo. Un estudio encontró que el 26 por ciento de los encuestados en una encuesta nacional informaron que habían sufrido ataque de nervios. Este problema mental se define por su naturaleza temporal y a menudo estrechamente relacionado con agotamiento emocional, exceso de trabajo, falta de sueño y otros factores de estrés que pueden combinarse para afectar temporalmente a un individuo que hasta ese momento tenía una buena salud mental. La crisis de nervios puede durar horas o semanas. Las causas son variadas. Un estudio encontró que problemas en las relaciones íntimas, como el divorcio o la separación conyugal, contribuyeron al 24% de las crisis nerviosas. Las dificultades en el trabajo y el estudio representaron el 17% de los casos y los problemas financieros del 11%. Los síntomas más comunes son cambios extremos de humor o reacciones comportamentales inexplicables, pánico, aparentes convulsiones, desesperanza, insomnio, ideas de suicidio, desmayos, sudoración profusa, alucinaciones, aislamiento, tensión muscular, manos húmedas, mareos, malestar abdominal y temblores. Una vez pasa la crisis, muchas veces no se recuerda lo sucedido.Le puede interesar: Ansiedad social: algo más que timidez Los psiquiatras dicen que puede significar cualquier cosa, desde una depresión o una crisis de ansiedad, hasta intoxicación por drogas o una psicosis inespecífica, pero si bien parece un diagnóstico inexacto, pseudocientífico y con frecuencia engañoso, vale la pena resaltar que es algo muy importante en la cultura popular y que amerita atención. A lo largo de los siglos, cada generación ha atribuido diagnósticos con una mirada cultural a las afectaciones mentales. Un buen ejemplo son expresiones como pena moral, neurastenia o amargura. El término “nervioso” ha sido tradicionalmente una palabra utilizada como genérico de problemas emocionales, pero con una connotación especial y es que de alguna manera implica que la causa es algo físico. Por decirlo de alguna manera, es la expresión popular de que están afectados los nervios, no la mente y que se trata de un problema temporal. Tiene la ventaja práctica de la vaguedad de la expresión que permite manejar el estigma que se tiene con los diagnósticos psiquiátricos. A la gente le gusta la noción de crisis nerviosa o ataque de nervios pues da la idea de que estos problemas se pueden manejar sin ayuda profesional y la expresión revela de manera clara una necesidad de mantenerse alejado de diagnósticos y tratamientos profesionales. Las clasificaciones psiquiátricas vigentes se limitan a reconocer la existencia de estos problemas mentales como relacionados con la cultura. En la década de los 70, los médicos, animados en buena medida por las multinacionales farmacéuticas, buscaron diagnósticos más específicos y con la aparición de una gran cantidad de psicofármacos, se empezó a combatir la idea de que las personas podían manejar efectivamente los problemas emocionales en la comunidad y los diagnósticos de ataque de nervios o crisis nerviosas comenzaron a ser menos utilizados. Este fenómeno de las crisis nerviosas puede tener diferentes niveles de interpretación. La misma persona con ataque de nervios puede manifestar ante el curandero que está sufriendo tristeza profunda, alucinaciones, problemas de memoria y ganas de llorar incontrolables y en una consulta médica posiblemente sus quejas sean dolor de cabeza o espalda, trastornos del sueño y ansiedad incontrolable. Con el profesional de la salud es posible que explique la aparición de los síntomas por problemas familiares o comportamientos y estilos de vida desordenados y si va al curandero puede explicar que su angustia se debe a una brujería o posesión demoníaca.En contexto: El drama de los que sufren de trastorno de ansiedad El ataque de nervios no indica un trastorno mental específico. Pero eso no significa que sea una respuesta normal o saludable al estrés. Lo que algunas personas llaman crisis nerviosa puede indicar un problema subyacente de salud mental que necesita atención y corresponde a dificultades que las personas realmente tienen. Es importante porque el diagnóstico determina el tratamiento y los tratamientos para el trastorno depresivo mayor o el trastorno de ansiedad son diferentes a los indicados en un ataque de nervios. Es importante identificar este tipo de problemas mentales vinculados a la cultura, porque es necesario reconocer y manejar de forma integral y coherente la existencia de concepciones de sufrimiento emocional que se encuentran por fuera de los sistemas de clasificación psiquiátrica tradicionales. En resumen, un ataque de nervios es un estado mental temporal agudo que se relaciona con el estrés y con una disminución en el funcionamiento normal de la persona en la vida diaria. Una crisis nerviosa puede producir síntomas que se pueden confundir con la ansiedad y la depresión. Es importante tener en cuenta que el término crisis nerviosa no proviene de la medicina o la psicología y no indica ningún trastorno en particular. El manejo del estrés y el autocuidado físico, mental y social son elementos clave para prevenir este tipo de reacciones agudas al estrés o reducir su intensidad y duración. Para lograr este objetivo, es importante: Reconocer las cosas en las que no tiene control. Prestar atención a las preocupaciones y compartirlas con alguien de confianza. Ser flexible con las expectativas Aprender a decir no. Hacer uso adecuado del tiempo libre. Pensar en las cosas de la vida por las que se siente agradecido. Buscar y conservar la salud física. Meditar. Practicar técnicas de relajación.
*Grupo de Investigaciones Nuevas Perspectivas en Salud Mental UCMC