Uno de los grandes retos para los padres de familia durante los primeros años de vida de sus hijos es la corrección de hábitos malsanos, que en algunos casos incluso son vistos con normalidad por los progenitores, sin advertir las consecuencias que ello puede traer más adelante.
Precisamente, uno de esos hábitos, que se percibe como común, pero que debe ser corregido por los padres es chupar dedo, una conducta que incluso algunos niños toman desde el mismo vientre materno y responde al reflejo de succión innato que se deriva de cuando sienten un elemento cerca de su boca.
No obstante, según advierten los expertos, esta conducta solo responde al reflejo durante los primeros meses de vida; después se convierte en maña y responde a actos conscientes, convirtiéndose en un hábito que muchas veces responde a formas para calmar su ansiedad, o simplemente para dormir. No obstante, más allá del riesgo de infecciones, también tiene otro tipo de consecuencias.
Si bien en la mayoría de casos el hábito puede borrarse cerca de los cuatro años, es necesario que los padres puedan orientar esta conducta para lograr superar la actitud de manera correcta, evitando problemas que se reflejan en la dentadura, infecciones de encías e incluso malformaciones de la mano.
Las estrategias planteadas por los expertos también dependen de las motivaciones que llevan a los niños a chuparse el dedo; así, por ejemplo, estos recomiendan que si la conducta se presenta en caso de inseguridad antes de dormir, el tema puede ser resuelto convenciendo al niño de acompañarse por un peluche, situación que ayudará a que deje de chupar el dedo.
En ese mismo caso, en los que la chupada de dedo responde a ansiedad, la conducta puede ser corregida optando por dar abrazos, hablar u otro tipo de dinámicas que ayuden al niño a superar la situación, reduciendo la motivación que lo lleva a refugiarse en su dedo.
Según los expertos, otra de las razones que lleva a los niños a chupar dedo se deriva de ‘aburrimiento’; así, una alternativa en ese caso es proporcionarle herramientas para que se distraiga y en las que deba emplear sus manos.
Una alternativa para ello son los juegos manuales, la pintura y la plastilina.
Hablar con el niño, dándole explicaciones sobre la importancia de no chupar el dedo, también pueden resultar óptimas, pero para ello, debe hacerse en lenguaje y argumentos entendibles para el niño.
Esto también debe presentarse en momentos en que el niño esté calmado y receptivo.
La tarea se puede fortalecer a través de estrategias de refuerzo positivo, que puedan hacer que el niño se motive a dejar la maña, a través de un marco de incentivos. Que el niño pueda sentirse orgulloso de él mismo y ver sus resultados es importante.
Frente al tema de la corrección de esta maña, los expertos también advierten que un punto clave es no recurrir a ridiculizar al niño, gritar, o emplear violencia física. Los expertos advierten que recurrir a ello no será efectivo.
Finalmente, dentro de las estrategias posibles, se encuentra recurrir a algunos remedios caseros y sabiduría ancestral frente a este tipo de actuaciones.
Así, las sugerencias pasan por pintar la uña del dedo para desincentivar desde el sabor el hábito, estrategia que en algunos casos puede ser sustituida incluso por aplicar algunos sabores que no le sean agradables como picante, vinagre o limón, teniendo en cuenta los riesgos de ello.
En ese sentido, y para evitar que algún químico o alimento sugiera daños en el niño, los expertos también apuntan la posibilidad de usar un esparadrapo.
Si la conducta ya supera los cinco años, es necesario consultarlo con expertos en salud mental.