La leche es uno de los alimentos que ha acompañado al ser humano a lo largo de la historia; este fluido biológico es extraído de diferentes especies animales como vaca, búfala, camella, cabra, yak y equino. El consumo de cada tipo de leche depende de la cultura y ubicación geográfica.
La leche de vaca es la más consumida en el mundo, debido a sus diversas formas de consumo, a estas se les llaman derivados (queso, yogur, etc.). Este tipo de leche es considerada un alimento básico, equilibrado en nutrientes respecto a su nivel calórico.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) describe la leche como un nutriente esencial para que el cuerpo humano tenga energía y también posee propiedades que mejoran la capacidad del cuerpo para absorber otros nutrientes.
“La leche proporciona nutrientes esenciales y es una fuente importante de energía alimentaria, proteínas de alta calidad y grasas. La leche puede contribuir considerablemente a la ingestión necesaria de nutrientes como el calcio, magnesio, selenio, riboflavina, vitamina B12 y ácido pantoténico”, señala.
Este alimento además tiene un impacto importante en la lucha contra la desnutrición en el mundo, razón por la cual es recomendado su consumo en niños que estén en culminando su alimentación con leche materna, explica el portal experto en salud CuídatePlus.
Fuente de calcio, vitaminas y proteínas de elevado valor biológico, se asocia con una disminución de la mortalidad infantil y de enfermedades como la hipertensión arterial, la anemia o la obesidad. Sus múltiples beneficios hacen que sea recomendable un consumo entre dos y cuatro raciones de productos lácteos al día.
En cuanto a la etapa de la vejez, se ve alterada en gran medida la flora intestinal. Su diversidad se reduce y su funcionalidad disminuye. Para ayudar en este proceso es fundamental el consumo regular de yogur y leches fermentadas, con el propósito de aportarle al organismo una buena cantidad de probióticos, los cuales se encargarán de poblar el tracto gastrointestinal, registró Mejorconsalud.
Además, destacan que las necesidades de productos lácteos dependen de los requerimientos de calcio, por lo que las porciones variarán según edades, así: en la población escolar (de 2 a 9 años) y en adultos, de tres a cuatro porciones al día brindan un buen aporte a la nutrición, mientras que durante el periodo de adolescencia (de 10 a 18 años), embarazo y lactancia se deben alcanzar cuatro porciones, para evitar desbalances.
Por otro lado, expertos señalan que el consumo de yogures también es importante, pues aporta nutrientes que la leche no. Así las cosas, una ración de leche equivaldría a 200-250 mililitros (una taza o vaso), mientras que la ración de yogur serían 250 gramos (dos yogures).
La porción de queso semicurado o curado rondaría los 30 gramos y la de queso fresco, sobre 60 gramos. Con estas pautas, serían fácilmente alcanzables las tres raciones al día, de media, según Cope.
¿Ayuda a generar leche materna?
La cantidad de leche que se produce realmente depende de otros factores como la succión del bebé y la hidratación de la madre. Cabe resaltar que la alimentación sí es relevante durante este periodo por el hecho de que la leche materna es un reflejo directo de los hábitos alimenticios de la madre.
De hecho, un estudio del European Journal of Clinical Nutrition demostró que los niños aceptan e incluyen más variedad de alimentos si la madre tuvo una alimentación variada durante el periodo de lactancia.
Lo ideal es tomar agua lo más constantemente posible, no hay una cantidad específica de agua. En general, se sabe que no se ha consumido suficiente agua cuando se sienta sed o cuando la orina tiene un color muy amarillo. Además, es recomendable evitar bebidas con alto nivel de azúcar, cafeína o alcohol.