La historia es bien conocida: Jennifer López y Ben Affleck estaban en la cima de sus carreras cuando se conocieron en 2001. En ese momento, la Diva del Bronx estaba casada con Cris Judd, pero el flechazo con el actor estadounidense la llevó a romper su relación con el bailarín. Meses después, los artistas confirmaron su romance y desde entonces los tabloides empezaron a llamarlos Bennifer y los convirtieron en una de las parejas más famosas de Hollywood.
En noviembre de 2002, JLo confirmó la noticia de su matrimonio. “Es la cosa más magnífica que he visto en mi vida”, dijo sobre el diamante rosa de 6,1 quilates que le regaló Affleck, valorado en 2,5 millones de dólares.
Pero, pocos días antes de la gran boda, la pareja decidió hacer un alto en sus planes y reveló que la razón era la enorme presión mediática que ambos recibían. La relación se rompió en 2004. JLo se casó luego con el cantante Marc Anthony y tuvo dos hijos, mientras Affleck se unió a Jennifer Garner, también actriz de Hollywood, con quien tuvo, a su vez, tres niños.
Sin embargo, 17 años más tarde, y como si se tratara de una de las comedias románticas que han protagonizado ambos, Affleck y la cantante se reencontraron y en 2021 le contaron a la revista People que el amor había resurgido y estaban dispuestos a concretar la boda pospuesta dos décadas atrás.
Los fans celebraron y los medios estaban incrédulos. Y el tiempo les dio la razón: faltando poco para celebrar el segundo aniversario de matrimonio este año, la pareja no vive sus mejores días y el entorno cercano asegura que el divorcio es cuestión de horas.
Al parecer, pese a que los dos pertenecen al mundo del entretenimiento, Affleck no pudo acostumbrarse a la sobreexposición mediática que sí disfruta la cantante, a quien le gusta que los paparazzis la sigan en cada paso de su cotidianidad.
La situación, que lleva semanas acaparando los titulares de la prensa rosa, ha hecho que muchos se pregunten qué tan conveniente es en realidad regresar con un ex, práctica que en Colombia se conoce como cangrejear, y qué tan duraderas pueden resultar las segundas oportunidades en el amor.
No siempre funciona
La terapista de pareja Susana Pachón asegura que los casos son más comunes de lo que se cree. Y explica que el futuro de “las segundas temporadas” depende de varios factores, como el momento de la vida en que se da el reencuentro y las razones que llevaron a la ruptura inicial.
“No es lo mismo haberse separado por una traición que porque uno de los dos se mudó a otro país o tuvo que renunciar a la relación por la oposición de los padres, por ejemplo”, dice Pachón.
Explica que, si las relaciones se acabaron porque uno de los dos fue infiel o hubo maltrato de cualquier tipo, un reencuentro estará marcado por la desconfianza, lo que puede llegar a convertirse en fuente de ansiedad y de angustia, “y, por ende, está destinado a fracasar”.
Y recuerda que cuando se está con una pareja emocionalmente abusiva puede ser perjudicial para la salud mental, el bienestar y la felicidad de la otra persona. En estos casos, asegura la psicóloga, conviene no autoengañarse: “El paso del tiempo disipa el dolor de la ruptura y por eso tendemos a recordar solamente los aspectos positivos de la relación que tuvimos”.
Cita de ejemplo lo sucedido con una mediática pareja: la de Rihanna y Chris Brown, relación que estuvo marcada por el abuso físico de un lado y del otro. “En una pareja como esa, nunca un reencuentro tendrá un final feliz y, al contrario de lo que muchos puedan pensar, las terapias no son garantía de un regreso”, anota la especialista.
En ese sentido, cuenta que a terapia acuden no solo las parejas con dificultades para encontrar el camino que los ayude a salvar una relación. “También lo hacen quienes buscan orientación sobre si deben volver o no con su ex. Una decisión compleja, especialmente si la relación ha estado cargada de sufrimiento”, añade.
Otro engaño común, subraya la terapista, consiste en creer que conceder otra oportunidad a la relación vale la pena “para aprender de los errores del pasado”. Pero enfatiza que siempre existirá el riesgo de “estrellarse” con los aspectos de la otra persona que en el pasado causaron daño.
“Y en este punto hay dos escenarios muy factibles: todos cambiamos con el paso de los años y es muy posible que ese tiempo nos lleve a corregir lo que no está bien en nosotros. Pero también es ampliamente posible que, por el contrario, esas fallas se hayan acrecentado y loro viejo no aprende a hablar, como dice el dicho”.
Rodolfo Concha, también terapista, en su experiencia profesional observa que muchos deciden regresar con sus ex, incluso ya estando divorciados, “solo por el miedo a quedarse solos, sobre todo si ya atraviesan la mediana edad. Porque hoy en día es claro que las relaciones se han complejizado y suelen ser más efímeras. Entras a Tinder, conoces a alguien y el asunto no pasa de algunas pocas noches. Luego llega el doloroso ghosting. Entonces, muchos dicen: ‘Prefiero malo conocido’. El miedo a no encontrar a otra persona nos hace volver a la misma relación del pasado. Y eso es un error si se hace por esas motivaciones”.
Comunicación, la clave
Sin embargo, en opinión de Pachón, “las segundas oportunidades pueden funcionar, siempre y cuando se identifique adecuadamente el motivo de la ruptura para solucionarlo y así no se convierta de nuevo en una dificultad entre las dos personas. Lo anterior se logra si se alcanza el respeto y una buena comunicación en la pareja para aprender de cada uno, saber ponerse en el lugar del otro y pactar los cambios necesarios”.
Concha está de acuerdo y añade que un ‘segundo tiempo’ puede salir bien si ambas personas aprenden “a resolver cada uno de los conflictos que se presenten de un modo constructivo, si confían en la pareja y, además, se alinean con los valores y creencias del otro para que se pueda caminar en una misma dirección”.
Deja claro que no será una tarea fácil. Habrá que invertir el doble de cuidado, de intención, cariño y comprensión por parte de ambos. Será necesario detectar dónde está la herida en la relación y tratar de curarla, señala. Y revela una fórmula que dice ser infalible en cualquier tipo de relación: “El amor se mantiene si se pone un poquito de amor cada día, teniendo en cuenta al otro y no haciendo nada que no nos gustaría que nos hicieran. Tan simple y tan complejo como eso”.
Para Pachón, si la pareja está decidida a darse una nueva oportunidad, conviene hacer terapia “para aprender a identificar qué parte de cada uno causaba los problemas y cómo lograr que no se repitan”. En terapia, dice, no solamente se exploran las emociones, también los dos aprenden a comunicarse de un modo eficaz para resolver futuros conflictos; es una ayuda valiosa para establecer expectativas realistas sobre la pareja.