Una alimentación sana es importante para el bienestar integral del cuerpo humano. La Organización Mundial de la Salud señala que “Una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer”.
Los buenos hábitos alimenticios incluyen comer en horarios adecuados, elegir alimentos y productos saludables y porciones mesuradas. Para recibir una dieta especializada, según las necesidades de cada individuo, es importante consultar a un nutricionista para recibir la atención profesional adecuada.
Algunas personas tienen por costumbre comer hasta tener la sensación de llenura. Respecto a esto el portal especializado Mejor con Salud señala que diferentes “estudios han demostrado que, desde el momento en el que empezamos a comer, el hambre dura unos 15 o 20 minutos. Por eso, es tan importante masticar bien los alimentos y hacerlo sin prisa para no comer más de la cuenta, pero también para conseguir llegar a esos 20 minutos satisfechos pero no llenos. Si seguimos comiendo será más por terminar la comida o por “hambre emocional” que por una verdadera sensación de hambre”.
Además de no comer exageradamente para mantener un peso saludable, se debe tener en cuenta que luego de la ingesta de comida las personas pueden sentirse muy cansadas y con sueño. Esto ocurre porque mucha de la energía del organismo está destinada al proceso de digestión.
El proceso de digestión en cada persona es diferente, puede durar de 6 a 8 horas en pasar por el estómago y el intestino delgado. De acuerdo con los expertos de Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, “En general todo el proceso, desde que se ingiere la comida hasta que sale del cuerpo en forma de heces, tarda de dos a cinco días, según el individuo”.
Trastorno de apetito desenfrenado
Esta afección ocurre cuando una persona regularmente come porciones de comida muy grandes, sin tener el control y la capacidad para parar de comer. Según los expertos de Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, las causas de este trastorno alimenticio pueden ser genética, depresión, dieta no saludable y cambios en la química del cerebro.
Los síntomas de una persona con este trastorno incluyen, según Medline Plus:
- “Consume grandes cantidades de alimento en poco tiempo, por ejemplo, cada 2 horas.
- No puede controlar el comer en exceso, por ejemplo no puede dejar de comer o controlar la cantidad de alimento.
- Consume alimentos muy rápido cada vez
- Sigue comiendo incluso cuando está llena (se da atracones) u hasta que se sienta incómodamente llena.
- Come incluso cuando no tiene hambre.
- Come sola (en secreto).
- Se siente culpable, disgustada, avergonzada o deprimida después de comer mucho”.
En caso de presentar estos síntomas lo recomendable es consultar a un médico para recibir un diagnóstico correcto e iniciar un tratamiento oportunamente.
Colon irritable
Sufrir del colon es algo que suele escucharse en muchas personas. En la actualidad, son pocos los casos en los que los síntomas son graves y los cuales merecen un tratamiento especial para mejorar el estado de salud.
Síntomas
- Dolor abdominal: esta es una de las señales principales que alertan sobre el estado del intestino. Aunque es normal sentir pesadez y llenura después de haber comido una ingesta grande, que se convierta en algo persistente lo convierte en algo preocupante.
- Hinchazón: a veces, las personas se sienten hinchadas a pesar de no haber comido nada. Esa sensación es un signo de alerta que implica que hay algo que está afectando al colon.
- Diarrea: es normal que, en ocasiones, algunos alimentos causen diarrea, pero es importante analizar si son productos en específico o es algo que viene sucediendo desde hace tiempo y con qué frecuencia.
- Cólicos y estreñimiento: si al momento, o antes de la deposición, se presentan cólicos, es importante visitar a un médico para conocer qué está pasando en el intestino grueso.
- Cambios en la frecuencia para expulsar las heces fecales.
- Mucosidad blanca en las heces.