La fiebre ocurre cuando hay un aumento de la temperatura corporal como mecanismo de respuesta ante alguna enfermedad o proceso inflamatorio de causa infecciosa o no infecciosa, ya sea por bacterias, virus, parásitos, tumores, fallos metabólicos, deshidratación, reacción inmune, entre otras razones.

Por cada grado de elevación de la temperatura, el consumo de oxígeno del cuerpo humano se incrementa en un 13 % y se produce un aumento en la necesidad de líquidos y calorías.

Cuando un paciente tiene fiebre, significa que su sistema inmune se activa al localizar alguna de esas situaciones, por lo que puede comenzar a luchar contra ellas dañando directamente a los organismos patógenos; induciendo a la apoptosis o muerte programada de las células corporales infectadas o tumorales, o a la producción de proteínas de choque de calor para proteger a las células sanas.

No obstante, hay que tener en cuenta que la temperatura del cuerpo varía a lo largo del día, pues la que está al despertar, es muy diferente a la presente en la tarde.

“Normalmente, por la mañana solemos tener menos temperatura, alrededor de las 6:00 a.m. Se denomina temperatura basal y es la temperatura más baja que llega alcanzar nuestro cuerpo en reposo o tras dormir algunas horas. A lo largo del día, esta temperatura aumenta ligeramente y por la tarde/noche es cuando alcanza su pico más alto”, explicó la multinacional aseguradora Mapfre.

Por lo que, para que se considere fiebre, se debe superar la temperatura máxima considerada “normal”.

La temperatura corporal normal de una persona sana entre los 18 y 40 años debe estar comprendida entre los 36′4ºC y 37′2ºC, aunque hay personas que pueden tener una temperatura corporal menor, cercana a los 35′8ºC.

Es por esto que se considera fiebre una temperatura superior a 37′2ºC por la mañana y cuando excede los 37′7ºC por la tarde.

Es importante mantener la calma, particularmente si es baja o moderada. Pero si va en aumento, lo mejor es visitar al médico para que diagnostique la causa y recete un tratamiento adecuado.

Entre los tratamientos más comunes están:

Uso de antitérmicos: La multinacional aseguradora explica que los productos como el acetaminofén, paracetamol y el ibuprofeno se utilizan con frecuencia para tratar la fiebre, aunque no siempre es imprescindible. La dosis se administra con intervalos de entre seis y ocho horas y, en casos estrictamente necesarios se puede valorar la posibilidad de alternarlos cada 4 horas.

Otros métodos: No obstante, existen formas alternativas para bajar la temperatura corporal como los baños de agua tibia con dos o tres grados por debajo de la temperatura corporal.

Así mismo, se puede retirar el exceso de ropa o mantas para evitar que siga subiendo el calor corporal, así como mantener la temperatura del lugar en que se está entre los 20 y 22 grados.

También es recomendable beber abundante líquido para evitar la deshidratación, que es una de las consecuencias más habituales de la fiebre.