El sudor es un mecanismo que utiliza el cuerpo para refrescarse y para liberar toxinas; sin embargo, puede tener ciertos riesgos a la hora de practicar deportes de contacto, pues quienes tengan alguna enfermedad y no lo conozcan, pueden ser agentes transmisores.
Uno de esos virus es el de la hepatitis B (VHB), enfermedad que ataca el hígado y que, de no cuidarse como debe ser, puede desencadenar en cirrosis, cáncer de hígado, insuficiencia hepática, e incluso la muerte.
Y es que un estudio de The British Journal of Sports Medicine se dio a la tarea de analizar la sangre y el sudor de 70 luchadores olímpicos con el fin de determinar si alguna de las tomas tenía el virus de la hepatitis.
A los voluntarios, hombres entre los 18 y 30 años, se les indagó sobre la posibilidad de haber sufrido en el pasado lesiones y más de un tercio de los encuestados confesó que sufrieron heridas con sangrado o supurantes en medio de los entrenamientos y competiciones, mientras que la mitad indicó que habían presentado sangrado en otras actividades.
Luego de analizarlos y notar que ninguna toma de sangre presentaba anticuerpos, pudieron determinar que ninguno de los que participó en el estudio tenía infección por VHB. Sin embargo, nueve los peleadores tenía el virus en su sangre, por lo que eran portadores ocultos.
Así mismo, al analizar el ADN en el sudor de otros se encontró la presencia del virus, y los niveles encontrados previamente en la sangre coincidían con los que se registraron en la sudoración, Estas coincidencias, le permitieron a Selda Bereket-Yucel, de la Universidad Celal Bayar en Izmir (Turquía) y quien dirigió el estudio, determinar que “el sudor, como las heridas abiertas y las membranas mucosas, podrían constituir otra vía de transmisión de la infección”.
La investigadora señaló, además, que al ver este comportamiento, y al conocer que las pruebas de sida son obligatorias en los deportes de contacto, esto mismo debería replicarse para el VHB o hepatitis B, pues el riesgo de infección es mucho más alto y el virus es más resistentes que el del VIH.
Esta enfermedad, la hepatitis B, suele ser mortal en el 1 % de los casos y se cree que pueden existir cerca de 350 millones de personas contagiadas al rededor del planeta, de las cuales mueren más de un millón al año.
¿Cómo detectar a tiempo la enfermedad?
Con base a las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial tan solo el 11 % de personas con VHB conocen su estado. De igual forma, para la hepatitis C, se considera que solo uno de cada cinco personas son conscientes de la infección que tienen. Es decir, la hepatitis es una enfermedad con gran cantidad de contagios, pero con pacientes que no están al tanto de su condición.
Al ser una enfermedad de talla global, es importante contemplarla en materia de políticas de salud pública. Los avances de la medicina han permitido pulir los tratamientos para que las cifras bajen y la hepatitis deje de afectar a grandes cantidades de personas por el planeta.
Existen pruebas para diagnosticar la infección del VHB y VHC, de manera que se pueda proporcionar tratamiento oportuno, prevenir posibles transmisiones y detener el progreso hacia una enfermedad hepática mortal.
Las pruebas en cuestión permiten realizar los test en territorios descentralizados, lo cual ayuda a las poblaciones en zonas remotas.
Del mismo modo, cuando los afectados son pacientes, las vacunas permiten protegerlos de la infección, quedando demostrado en múltiples estudios que son seguras y efectivas, sin poner en riesgo la salud de los menores de edad. Los medicamentos antivirales para VHB pueden retardar un posible caso de cirrosis, reducir la probabilidad de cáncer de hígado y mejorar la sobrevivencia largo plazo.