La pérdida de la memoria puede deteriorarse por varios factores que están relacionados con la manera como llevamos nuestra vida, pero sin duda, se enfatiza con el paso de los años, es decir, con la edad.
Sin embargo, muchas de las cosas que pueden influir en esta situación pueden ser evitables, ya que tienen que ver con el estilo de vida, como el caso del tabaco, mala alimentación, falta de sueño o la poca práctica de un deporte.
Ante la más mínima señal de pérdida de la memoria, la recomendación es acudir a un especialista para hacer un diagnóstico especializado, de manera que se pueda atender de manera eficaz las causas que inciden en la situación.
Pero sin duda, la edad es un factor preponderante a la hora de hablar de la presencia de “olvidos” o de momentos en los que se dificulta recordar no solo episodios del pasado, sino incluso pequeñas cosas como dónde se dejaron las llaves o dónde se guardaron algunas cosas.
Sin embargo, especialistas han advertido que las personas mayores recuerdan mejor de lo que se cree, ya que esto depende del tipo memoria de la que se hable.
Así quedó consignado en una investigación realizada por la experta Alaitz Aizpurua, de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), junto a la profesora Wilma Koutstaal de la Universidad de Minnesota y cuyos resultados fueron publicados en Conciousness and Cognition.
Los mayores recuerdan menos detalles específicos que los jóvenes, y, en general, tanto unos como otros conservan mejor las informaciones concretas de los hechos vividos que las abstractas”, explicó Aizpurua al portal especializado.
El estudio surgió, según señalaron, a que detectaron ciertas lagunas en la habitual manera de analizar en otras investigaciones la memoria autobiográfica, que es un sistema de memoria que consiste en episodios recogidos de la vida de un individuo, basado en una combinación de memoria episódica y semántica. Es, decir, un tipo de memoria explícita.
“Se preguntaba a mayores y a jóvenes por hechos acaecidos en un momento determinado, el mismo para ambos, pero para los adultos mayores era mucho mayor el intervalo de tiempo transcurrido desde dicho suceso”, indicó la psicóloga de la UPV/EHU.
Y añadió que “si a un adulto joven se le pregunta por un acontecimiento de su infancia, deberá retroceder 10-15 años; un adulto mayor, en cambio, 40 años, o más”.
De manera que durante la investigación alteraron el patrón de las entrevistas. Se pidió a los participantes (adultos mayores y adultos jóvenes) que recordaran tres hechos de su vida personal: algo que tuvo lugar el último año (salvo el último mes), algo acaecido el último mes (salvo la última semana) y algo sucedido la última semana (salvo el último día).
Tras el estudio, las expertas concluyeron que la principal diferencia entre los adultos obedecía a la capacidad de recordar los hechos más remotos: los jóvenes lo hacen mejor porque tienen que remontarse menos años.
Determinaron que es necesario diferenciar la memoria procedimental, que responde a las habilidades técnicas que empleamos para realizar acciones, y la memoria semántica, que está relacionada con el lenguaje y los conceptos, de la memoria episódica, que recuerda hechos (episodios) de nuestra vida personal.
Según explicaron, en esta última, se detectaron las mayores diferencias entre las personas que fueron cuestionadas para el estudio.
¿Cuándo comienza la pérdida de memoria?
Como se señaló anteriormente, son varias las causas que producen la pérdida de memoria, pero de acuerdo con los especialistas comienza a producirse muchas décadas antes de lo que comúnmente se considera la vejez.
De acuerdo con estudios neuropsicológicos, la pérdida cognitiva comienza a los 20 años, pero que apenas la percibimos debido a que contamos con suficiente capacidad para hacer frente a las necesidades de la vida cotidiana.
Los especialistas han advertido que la disminución de la capacidad para recordar se vuelve más perceptible entre los 45 y los 49 años, y general a partir de los 75, aproximadamente.
Sin embargo, tanto jóvenes como ancianos, además de recordar con menor precisión el pasado, enfatizan sus recuerdos recientes como menos relevantes y emocionalmente significativos que aquellos que están más distantes en el tiempo.
“Algunos tipos de memoria lo sufren más que otros. En la vejez, el deterioro aparece en la memoria episódica, pero no en la semántica. Dicho tipo de memoria (semántica) y la procedimental se mantienen, en algunos casos incluso mejoran, y se reduce la memoria episódica, la que conserva los recuerdos detallados”, concluyó Aizpurua en la publicación.
Los factores
Son siete los factores básicos que podrían afectar la memoria, como han advertido los expertos:
- Mala alimentación: Una dieta que incluya altas cantidades de azúcar y comida ultraprocesada afectan la memoria. Las grasas “malas” y el azúcar deterioran la memoria espacial y la flexibilidad cognitiva y se relacionan con pérdidas de memoria a corto y largo plazo.
- La falta o el exceso de sueño: Se recomienda un equilibro entre la falta y el exceso de sueño, ya que en algunos de los dos casos se presenta un aumento de las posibilidades de padecer la enfermedad de Alzheimer. El motivo está en el metabolismo de la proteína amiloide, cuyo depósito se encuentra presente en dicha enfermedad.
- Consumo de tabaco: Un estudio publicado en la revista Nature, fumar reduce el tamaño de la corteza cerebral, un área que desempeña un papel importante en la retención de recuerdos, el envejecimiento cognitivo y la inteligencia.
- Falta de ejercicio: De acuerdo con la neuróloga, Carla Abdelnour, coordinadora del Grupo de Estudio sobre Cognición y Conducta de la Sociedad Catalana de Neurología, “el ejercicio físico disminuye el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo, por lo que se recomienda realizar ejercicio físico aeróbico: por ejemplo, caminar 30 minutos diarios”.
- Depresión y la ansiedad: Estos estados de ánimo pueden ir acompañados de fallas cognitivas, como fallos de memoria reciente, alteración en la atención o disminución en el procesamiento de la información.
- Déficit de vitamina B12 y la tiroides: “La hipovitaminosis B12 y las alteraciones de la hormona tiroidea pueden cursar con deterioro cognitivo, es por ello que siempre en el estudio de una persona con sospecha de deterioro cognitivo, se solicitan los niveles de vitamina B12 y de hormona tiroidea (TSH y T4 libre) para descartar su alteración”, explicó la especialista.
- Determinados medicamentos: Igualmente, se ha advertido que algunos medicamentos contra la ansiedad, también conocidos como benzodiazepinas, pueden reducir la actividad en determinadas partes del cerebro y conducir a la pérdida de memoria a corto y largo plazo.
Igualmente, pueden incidir en esta situación aquellos que reducen el colesterol, también pueden afectar a la memoria, debido a que puede disminuir la cantidad de lípidos en el cerebro, los cuales son clave para la memoria y el aprendizaje, así como los medicamentos anticonvulsivos, los analgésicos narcóticos y los antidepresivos.